Cinemanía

"Fly Me to the Moon", perdida en el espacio

¿Qué tal funcionaría una comedia romántica en el ámbito de la NASA y la carrera espacial? “Fly Me to the Moon” intenta responder esa curiosa pregunta y obtiene una respuesta mediocre, extraña y aburrida

fly me to the moon
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“Fly Me to the Moon”, de Greg Berlanti, no es una rareza de género, sino un proyecto ambicioso que combina de la sátira al romance, en un escenario más o menos dramático. El argumento explora en la relación disfuncional de dos personajes cuya vida atraviesa el mapa de las grandes ambiciones del espacio de Norteamérica y tiene todo para ser intrigante. ¿Cómo se vende al ciudadano promedio una utopía a larga distancia como es la del sueño de explorar el cosmos? No parece muy sencillo, pero Kelly Jones (Scarlett Johansson), lo encuentra posible. Como ejecutiva de publicidad en la ambigua década de 1960, el personaje está consciente de que la imagen y el mensaje, conforman un tipo de poder. Pero que más que eso, construirlo de manera apropiada es una forma de llegar al éxito.

Al otro extremo, está Cole Davis (Channing Tatum), líder del proyecto Apolo 11, su enlace con la NASA. Asimismo, el hombre que es piloto y director burocrático, cuando su único deseo siempre ha sido ser astronauta. La conexión entre ambas figuras tendría que sostener toda la trama y mucho más, brindarle la sensación de camaradería y química que haría complicado describir lo que los une. ¿Es una comedia romántica?, ¿es una premisa acerca de cómo las grandes gestas humanas tienen un lado frívolo?, ¿se hace preguntas sobre el apetito por lo vendible en el futuro?

Una nave que no va a ninguna parte 

“Fly Me to the Moon” no contesta ninguna de esas preguntas, sino que dedica tiempo e interés a mostrar como la Florida de la Guerra Fría es el equivalente romántico de un escenario neutro para dos personalidades poderosas.

Con cierto parecido visual y de ritmo con “For All Mankind” de Apple TV+, el argumento quiere demostrar que vender y aceptar la existencia de la necesidad de viajar al espacio es tan necesario como el amor. O que podría serlo. Pero una combinación tan extraña tiene problemas para desarrollarse de la manera correcta. ¿Vender un viaje espacial que no se llevará a cabo en manos de una mujer petulante y pícara? Como comedia romántica, ese giro tiene posibilidades.

Solo que “Fly Me to the Moon” no profundiza en eso, sino en muchas cosas a la vez. La película parece mezclar en un mismo escenario cientos de partes que no calzan demasiado entre sí. Mientras Kelly se esfuerza en demostrar que todo proyecto debe ser apetecible, su, en apariencia, interés amoroso, Cole, luce más incómodo que interesado. De hecho, se lamenta que lo que se insinúa como una dinámica coqueta no llegue a otra cosa que un añadido sin mucho interés para el resto del argumento.

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Scarlett Johansson es Kelly Jones en «Fly Me to the Moon»

Pero lo más curioso sigue siendo el desperdicio del escenario espacial, de las promesas que una vez sedujeron al público. “Fly Me to the Moon” recuerda que EEUU está comprometida y decidida a volar al espacio. O lo estaba en la próspera, inocente y rebelde década de los años 60. Sin embargo, este filón tan extraordinario y lleno de vida decae porque sus personajes principales no logran llevar la historia a su segundo nivel. Incluso, el importante evento del Apolo 11 se narra con excesiva rapidez, aunque con una precisión científica que deja entrever lo que la película podría haber sido de ser más compacta y menos desordenada. Eso, mientras la cinta dedica más tiempo a las decisiones de vestuario de Kelly y la torpeza en las relaciones humanas de Cole. 

¿Más técnica o más amor? 

¿Cómo puede fallar una película semejante? De una forma simple: no prestando verdadera atención a ninguna de las cosas que plantea. “Fly Me to the Moon” no está interesada ni en el aparente romance entre sus protagonistas, ni tampoco en la carrera espacial. ¿Qué desea contar entonces? La película se alarga a través de casi dos horas sin llegar a ninguna conclusión.

Antes que eso, va de punto en punto, dejando entrever que el romance entre Cole y Kelly — más insinuado que real — es solo un requisito para profundizar en ideas más elaboradas que, sin embargo, abandona bien pronto. También se echa de menos que toda la perspectiva sobre la carrera espacial, sus mentiras y verdades, quede relegada a un drama político que cubre la última hora sin llegar a verdaderas conclusiones.

Al final, “Fly Me to the Moon” es la crónica de lo que pudo haber sido y no es. Para empezar, una buena película que rinda homenaje al género espacial del que proviene y en el que, por cierto, no solo no profundiza — que ya sería malo — sino que convierte en un cascarón vacío.  

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