Stephanie Cardone es deslenguada y bella, como un sueño de un hombre que está seguro de sí mismo. Pero relájate, además de eso es madre y está casada con Miguel Martín, un artista plástico. Tiene 31 años, pero dice haber vivido mucho. Y lo ha hecho. Es sobrina de Catherine Fulop aunque no se parece tanto a ella.
Probablemente la has visto por ahí, llegará a tu memoria como una cara que no podrás creer que hayas olvidado.
-¿Es una buena decisión para una joven venezolana formarse para actuar en el país?
-Para destacar en lo que te gusta y en este caso como actor donde quiera que vayas o estés, se necesita mucho estudio, trabajo, constancia y terapia. Hay que formarse para dominar tu mente, cuerpo, alma y sentimientos, conocer profundamente tus herramientas. Cuando quieres hacer lo que amas cualquier lugar es bueno para formarse y empezar. Obvio que ahora, desde hace 20 años específicamente, nuestro país está pasándola terrible, pero eso no puede impedirnos soñar y trabajar para lograr nuestras metas. Los grandes cambios empiezan por nosotros mismos y si nos encargamos de conocernos profundamente, por nuestras herramientas sabremos qué podemos ofrecer aquí o en Pekín.
-¿Dos artistas juntos es una combinación posible?
-Mi esposo es escultor y pronto cumplimos 18 años juntos, a las pruebas me remito. Obviamente hemos tenido nuestros momentos difíciles, alegres, en fin, hemos crecido juntos, pero conseguir a una persona que te apoye y que juntos puedan crear momentos, hogar, arte, familia, es posible.
-¿Qué ha sido lo más difícil de ser una mujer en el mundo de la actuación venezolana?
-Cumplir los patrones absurdos de “belleza” para poder hacer televisión, cuando existía, en el país y darme cuenta de que si quiero hacer algo tengo que propiciarlo. No esperar que nadie me llame.
-¿La actuación tiene un límite? ¿Actúas en otros escenarios de tu vida?
-La actuación no tiene límites, más bien creo que nos hace romper paradigmas, patrones, nos invita a ponernos en los pies de muchos personajes dándonos una visión amplia de la humanidad. Trato de ser lo más honesta conmigo y con el otro en todo lo que hago. No ha sido fácil porque abrirse frente a desconocidos te hace sentir vulnerable y cuando ves eso como una debilidad cuesta más, pero cada vez “me vale” más todo, por eso me dispongo a vivir el ahora. Lo que me gusta lo cuido y lo que no pues arrivederchi, a seguir andando.
-¿Eres feliz?
-Luego de mucha fuerza de voluntad y terapias entendí que la felicidad es una decisión que trato de tomar la mayoría de las veces, aunque obviamente hay días que no la quiero ver y tampoco me siento culpable por ello.
-¿Cuál es el peor desamor que has tenido?
-Soy una persona sensible y muchas situaciones han roto mi corazón, pero la muerte de mi sobrino Michael y la de mi amigo Juan marcaron un antes y un después. Me hicieron ir hondo, entender lo efímeros y finitos que somos pero también que la verdadera muerte existe cuando nadie te recuerda.
-¿Hay Dios y hay diablo? ¿O uno solo?
-Hay luz y oscuridad en nosotros, lo que hace la diferencia es conseguir el equilibrio entre ambas y eso, compañero, es un rock & roll, la vida pues.