Entrevista UB

"La sociedad de la nieve es una película que habla del amor"

El actor argentino Esteban Kukuriczka interpreta a Adolfo “Fito” Strauch, uno de los sobrevivientes del accidente aéreo ocurrido en la cordillera de los Andes en 1972 recreado en la película “La sociedad de la nieve”. Conversamos con él sobre su aproximación a la historia y su trabajo con el cineasta español Juan Antonio Bayona

sociedad de la nieve
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Hay una anécdota que le contó Adolfo “Fito” Strauch -sobreviviente del accidente aéreo ocurrido en la cordillera de los Andes el 13 de octubre de 1972- y que a Esteban Kukuriczka no se le sale de la cabeza. Por lo reveladora. Por lo profunda. Por lo impactante. Y también, dice el actor argentino, uno de los protagonistas de la película “La sociedad de la nieve”, por lo hermosa que le resulta la historia.

Dos helicópteros llegaron por fin al lugar donde cayó el avión en el que volaban cinco tripulantes y 40 pasajeros, 19 de los cuales eran miembros del equipo de rugby Old Christians Club. Y los únicos 16 sobrevivientes de la tragedia -quienes tuvieron que permanecer 72 días a temperaturas bajo cero, con los restos de la aeronave como único techo, con miedo a la inmensidad de la montaña y, peor aún, sin comida, por lo cual tuvieron que alimentarse de los restos de sus compañeros fallecidos- fueron rescatados el 22 de diciembre.

“Y cuando el helicóptero comenzó a alejarse de la montaña, Adolfo Strauch dice que sintió una gran alegría. Porque se estaba marchando de ese lugar que era un horror. Y porque quería volver a ver a su familia. Pero por otro lado sintió una especie de tristeza y hasta de nostalgia, porque estaba consciente de que había atravesado de alguna manera un proceso espiritual. Y al irse, ese proceso se estaba cortando”.

Así cuenta Esteban Kukuriczka una de las confesiones que le hizo cara a cara el propio Strauch, de quien escuchó hablar por primera vez cuando tenía apenas 13 años, y a quien le tocó interpretarlo en “La sociedad de la nieve”, la película del cineasta español Juan Antonio Bayona que Netflix estrenó en enero y se ha convertido en un fenómeno mundial de vistas.

“Mi mamá me contó la historia y me impactó. Y luego me enteré de que existía una película de nombre ‘Viven’ (de Frank Marshall) que narraba lo sucedido en los Andes, pero no la había visto”, agrega Kukuriczka, quien confiesa que en diciembre de 2020 tuvo sus sospechas de que iba a saber mucho más cuando, después de inscribirse en un casting, recibió por correo electrónico un texto que debía preparar actoralmente.

“El título de ese primer texto era ‘La nieve’ y, como hablaba de un piloto y de un accidente aéreo, llegué a preguntarme si de pronto se trataba acerca de la tragedia de los Andes. Pero sólo tuve certeza en una segunda instancia, cuando me avisaron de producción que era una adaptación del libro La sociedad de la nieve, de Pablo Vierci. Así que lo compro, lo leo… Más bien lo devoro, porque me pareció muy bello. Y como en cada capítulo se hace énfasis en uno de los protagonistas del accidente, ya por las escenas comencé a pensar que podía calzar para tres o cuatro de ellos. Eran todas noticias que iban estimulándome el deseo y aumentando también el miedo por no quedar (seleccionado). Porque no quedar también era una opción. De hecho en este tipo de trabajo lo más probable es que no te van a elegir”.

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Esteban Kukuriczka interpreta a Adolfo “Fito” Strauch en «La sociedad de la nieve»

Un inciso: el escritor uruguayo Pablo Vierci escribió el impactante libro La sociedad de la nieve luego de hacer lo que nadie había podido entonces: conversar con los 16 sobrevivientes. Lo hizo porque había ido al colegio con algunas de las víctimas. Y porque, ha explicado, en el accidente perdió a su mejor amigo. Así que recogió en primera persona los testimonios, uno por cada capítulo.

El asunto es que la quinta audición de Esteban Kukuriczka fue con Juan Antonio Bayona, el realizador de “El orfanato”, “Jurassic World: el reino caído” y “Lo imposible”. Por zoom, porque no hay que olvidar que el mundo estaba en plena pandemia de coronavirus.

“Y entonces yo comencé a fingir demencia. No quería cargarme de más presión de la que tiene usualmente un casting. Así que de alguna manera paré y dije: ‘Ya está, no investigo más’. Fue casi un mes de espera. Y eso es lo más desesperante del mundo. Pero decidí confiar en mi propuesta, en lo que tenía para dar y traté de abstraerme de lo que representa Bayona”.

¿Qué sucedió luego? “Me probaron para un rol, para otro y para otro. Pero fue muy emocionante cuando me avisaron que había quedado para el de Adolfo Strauch. Y al día siguiente comenzaron a llegar los mensajes de producción, de maquillaje… Al ser una producción tan inmensa había requerimientos de las distintas áreas. De los nutricionistas. De los médicos. Teníamos que cambiar la dieta porque debíamos aumentar de peso. Engordar para que después fuera un poco más sencilla la bajada. Teníamos que mandar diariamente fotos de nuestros rostros para que las maquilladoras vieran el proceso de nuestras barbas y estudiaran nuestro peso. Todo era muy avasallante porque, además, en el medio yo seguía con mi vida: estaba trabajando, me estaba mudando, y cumplir con todas estas demandas era muy difícil”.

Esteban Kukuriczka tuvo que dejar suspendido todo lo que era accesorio, hacer maletas, y emprender viaje a tres lugares distintos.

Porque “La sociedad de la nieve” se rodó en Uruguay, luego en Sierra Nevada (el macizo montañoso situado entre Granada y Almería), donde se recreó el valle en el que quedaron los restos del avión; y en los estudios de Netflix en Madrid. Por cierto: con un costo que, se ha especulado, llegó a los 71 millones de euros.

A Bayona lo conoció Esteban Kukuriczka personalmente en Uruguay, donde tuvieron que cumplir una semana de confinamiento previa a los castings presenciales y a las pruebas de escenas.

Y también a Adolfo Strauch: los productores de la película planificaron encuentros con los sobrevivientes del accidente y con los familiares de quienes fallecieron en la montaña.

“Cuando llegamos a los castings nos habilitaron unos links para que viéramos unas entrevistas con los sobrevivientes. Pero conocerlo en persona es otra cosa. En mi caso fue un encuentro muy lindo, en la habitación de un hotel, donde tomamos un café y nos quedamos conversando durante casi tres horas. Y siento que pudimos conectar mucho. Tanto que luego me invitó a su casa a conocer a su familia: a sus hijos, sus nietos. Es una persona encantadora, sensata, y con mucha nobleza. Conocerlo no sólo me permitió tener mucha más información acerca de él, sino que me transmitió mucha confianza y seguridad. Hay algo en su esencia que uno intenta captar: los gestos, la manera de mirar, cómo se expresa”.

Y en este instante bien que vale compartir otras dos anécdotas acerca “Fito” Rauch –así lo llama Esteban y, a decir verdad, toda Uruguay- que conmovieron al actor bonaerense de una manera especial.

La primera: la emotividad con la que le contó cómo fue el encuentro de Adolfo Rauch con su madre, quien nunca perdió la esperanza de volver a ver a su hijo de entonces 24 años. La segunda: un gesto que lo vio hacer ya casi al final del rodaje.

Exterior. Día. Estaban todos en el aeropuerto. En la pista. Al aire libre. Habían más de 300 extras. Y Juan Antonio Bayona invitó a los sobrevivientes para que asistieran al rodaje. Algunos hasta aparecen en un cameo del film. “Era una situación muy caótica”, recuerda Kukuricza.

“En ese momento llega al agente de catering, sirve la comida, y de pronto Fito se da cuenta de que había un papel ahí tirado en el suelo. No lo había tirado él, pero se agacha y lo recoge. Ese gesto habla mucho de él, del cuidado con el entorno, del cuidado que tiene con la gente que está a su alrededor, de su orden. Es un gesto muy pequeño, pero que a mí me llamó la atención. Y creo que desde el primer momento intenté captar algo de la esencia de Fito con cada una de las cosas que para él habían sido significativas”.

Una vez dejaron Uruguay, comenzó lo que Esteban llama “la verdadera locura”: cuando el equipo de filmación se mudó a Sierra Nevada, el macizo montañoso de mayor altitud de toda Europa occidental, después de los Alpes. La idea era recrear allí las condiciones que tuvieron que soportar los sobrevivientes, incluyendo las bajas temperaturas. Durante cuatro meses aproximadamente.

“Y empezaron a caer los test positivos por covid. Todo el elenco. Creo que había dos chicos nada más que no cayeron con el coronavirus, así que el primero y el segundo día de rodaje no había ningún actor. Porque de hecho Bayona también estaba confinado. De modo que esos días aprovecharon para hacer tomas de cámaras. Fue un proceso interesante. Y muy exigente físicamente por el frío, por la montaña, por las condiciones, por la cantidad de horas. Al principio íbamos todos festejando al set. Pero después de un tiempo cada vez íbamos más callados. En la noche solíamos juntarnos en el lobby del hotel. Pero cada vez llegábamos menos porque había que cuidar la energía para el día siguiente, un poco como les pasaba a los sobrevivientes. Había, sí, una conciencia del cuidado de la energía y de todo lo que faltaba por rodar”, relata el actor.

Juan Antonio Bayona ha comentado que no todos los días pasaron frío. Así que el cineasta tenía que arreglárselas para recordar a sus actores cuál era la temperatura: les pasaba un cubo de hielo por algunas partes del cuerpo. Por las orejas, por ejemplo.

“Los estímulos eran bastante reales en general”, acota Kukurizca: “Y eso era un punto ya menos para actuar, además de que está en un mundo muy particular y complejo. Y teníamos que hacer escenas inactuables, porque son escenas de las que uno no tiene un registro corporal previo. Me explico: cuando haces una escena de un enamoramiento siempre tienes una referencia física. Si tienes una escena de una pelea, igual tienes el recuerdo de alguna. Pero en este caso todo era nuevo. Situaciones que sólo le han pasado a ellos (las víctimas del accidente aéreo). De modo que no hay experiencias similares. No hay referencias de esa hambre que sintieron. No hay referencias de ese estado de que tu familia no sabes si estás vivo. Entonces eran escenas que había que recrear con mucho esfuerzo. Y sí, cuando no hacía tanto frío contabas con ese apoyo de que te pasaban un hielo por el cuerpo para que el estímulo fuera más real”.

«La sociedad de la nieve», con lugar para todos

La primera proyección de la película, confiesa Esteban Kukuriczka, fue muy emocionante. “Estábamos todos juntos. Vino Bayona junto con los productores y Pablo Vierci. Pero también había mucho de nostalgia. Porque había pasado ya un año de haber terminado el rodaje. Y porque fueron dos años de experiencias y estábamos viendo únicamente dos horas de película. Lo que quiero decir es que nuestra experiencia fue mucho más grande de lo que se ve ahí. Y todos quienes estuvimos ahí tuvimos esa misma sensación. La película es increíble, pero no llega a reflejar todo lo que vivimos. Rodarla fue terapéutico, porque fue un proceso emocional muy intenso Y eso te genera cierta melancolía”.

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Para el actor, “La sociedad de la nieve” es sobre todo una película que “habla del amor, de la amistad, de la posibilidad de construir entre un colectivo, y de reponerse a la adversidad”.

-A diferencia de “Viven” que estaba más enfocada en los hechos, “La sociedad de la nieve” muestra lo que vivieron todos ellos. En “Viven” hay muchísimos personajes que no tienen desarrollo. Y los fallecidos tampoco tienen lugar en ella. Mientras que “La sociedad” le da lugar a todos los que estuvieron ahí.

Esteban Kukuriczka está consciente de haber formado parte de un proyecto “mucho más grande delo que podía soñar”.

“Un proyecto impensado, con técnicos de primer nivel, maquilladores y camarógrafos que han hecho películas que uno ni podía creer. Ganadores de premios Goya y Oscar. Gente frente a la que uno se queda paralizado”, explica.

Por ahora él solo quiere seguir actuando, como ha hecho desde hace años. Ya actuó para Miguel Cohan en “Betibú”. Para Mariana Grasso y Emiliano Spampinato en “La consagración de la nada”. Pero si es de volver a soñar, por qué no, rodaría con el danés Thomas Vinterberg. Con el español Pedro Almodóvar. O con el argentino Santiago Mitre. Y por supuesto nuevamente con Juan Antonio Bayona: “Con él trabajaría toda la vida”.

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