Fefi: "Quiero estar en una valla publicitaria"

Un día de estos te la puedes encontrar, por ejemplo, en Sabana Grande: teléfono en mano, hablándole a la cámara, a la gente, a ti mismo, a otros como ella que también hacen vida frente al celular. O diciendo cosas a un pequeño micrófono mientras camina por alguna calle de la ciudad. Porque Fefi –si la sigues lo tendrás claro- no se queda ni quieta, ni graba todo en la comodidad de un espacio cerrado y a salvo de este calor salvaje de Caracas. 

En Fefi hay calle, calor, cercanía y curiosidad. Y en eso quizás radique parte de su encanto y su camino ascendente en esto de ser “creadora de contenidos”. Así es que se define: no es influencer, es creadora de contenidos.

Sthephany William Villar es el nombre de esta caraqueña de 30 años que tiene algunos semestres de Comunicación Social pendientes en la Santa María y que un día inventó irse a Canadá y fue mesera, limpió baños, manejó redes sociales, hizo fotos: “Llegué a tener hasta cinco trabajos al mismo tiempo”.

Y regresó a Caracas en 2018. A su empleo de siempre –“trabajé como doce años en Vitamanía, soy una experta en suplementos deportivos”-, pero con la vida cambiada: una hija venía en camino. Luego probó en un par de emprendimientos y animada por amigos que ya estaban logrando captar público en Instagram –como su pana CamellitoTV-, Fefi decidió seguir su instinto y probar suerte en eso que tanto le llamaba la atención: contar cosas, usar su imagen.

“Los primeros videos me sentía como una loca hablando por la calle… Y Camellito me ayudó full a mejorarlos”.

-Hacer videos para redes parece una tontería, pero en realidad es exponerse…

-Cuando entras a este mundo tienes que saber que vas a recibir cosas positivas y negativas. Más negativas, seguramente. Sí hubo un momento en el que me asusté. Cuando llegué a 10 mil seguidores, dije: ¡ya son 10 mil personas viéndome! Son 10 mil personas sabiendo de mí, de mi vida, de mi hija… Y pasé como tres días sin postear nada. Y mis amigos me decían que tenía que seguir. Hasta que entendí que no podía parar. Pero en verdad he tenido demasiado apoyo de la gente y lo que más me gusta es que llegué donde yo quería llegar en el sentido de que todo ha sido demasiado orgánico. Y es “esta soy yo”. Me gusta hacer contenido basándome en lo que voy viviendo día a día, de la cotidianidad. Y si es un caos, pues la recreo de forma divertida y siempre buscando el lado positivo a todo porque así soy yo.

-¿Cuál es tu definición de creador de contenidos?

-Un creador de contenidos es el que está 24/7 creando ideas, haciendo contenidos sean o no publicitarios. En mi caso, lo hago para promocionar a comercios, pero también lo hago por diversión y por mostrarle a la gente cosas comunes de la vida: no eres el único al que se le dañó la lavadora…

-Si buscas siempre algún giro divertido, ¿estás más cerca de ser comediante que de ser influencer?

-Exactamente. Pero no quiero ser comediante. Es buscarle lo divertido y lo bueno a las situaciones. No todo es malo siempre. Mi objetivo no es ser influencer, mi meta es verme en una valla publicitaria… Aunque no soy modelo ni he modelado nunca, me fascinan las cámaras y la fotografía

-¿Cómo esa intención de mostrar cosas comunes de la vida termina convirtiéndose en un negocio?

-Primero, en mi Instagram también pongo cosas que no generan ingresos. Pero a la hora de monetizar, agarro eso que hago y que me gusta hacer y lo uno con la publicidad. Puedo, por ejemplo, tomar la idea de algo que me pasó hoy y me contratan para una joyería, lo uno en un video…

-Eso es hacer publicidad…

-Sí, claro. Puedo decir que hoy en día trabajo en publicidad.

-¿Qué tipo de clientes tienes?

-De todo tipo. Normalmente los creadores se afincan en un nicho, como los creadores que trabajan con comida: sólo hacen eso y van a restaurantes, comen aquí, comen allá. Como yo realmente no me quiero dedicar 100% a hacer una publicidad y ya, sino que quiero llegar a una valla, lo que necesito es mostrarme. Y mientras tenga abierto ese abanico, más me van a ver. Ayer, por ejemplo, me llamaron de un taller mecánico y dije, «claro que sí» y de una se me ocurrió una idea. Entonces estoy abierta a cualquier tipo de nicho.

-¿En los últimos meses qué tipo de publicidad has hecho?

-He hecho de todo. He hecho en joyería, en peluquería, casas de apuestas, de chucherías, heladerías, de comida… De todo. También me gusta hacer como unas minis entrevistas. Crear, solo quiero crear.

-¿Cómo se diferencia esto de la idea que uno tiene de lo que es un influencer?

-Creo que muchos influencers hoy se van por lo típico. Mis seguidores me han hecho saber esto que voy a decir, me hablan mucho de mi personalidad y de cómo expreso las cosas. Entonces, creo que mi personalidad me diferencia. Todos tienen su personalidad, claro, pero creo que tengo como una chispa que nutre a la gente.

-¿El destino de un creador de contenidos es ser influencer?

-Sí, al final terminas siendo influencer. Malo o bueno, porque hay muchos que creo que no aportan nada.

-¿Qué es un mal influencer?

-Alguien que, valga la redundancia, influencia mal a la gente. Pero no sé bien cómo explicarlo. Hay cosas que he visto que…

-Por ejemplo, una persona que va por ahí de lugar en lugar pretendiendo que todo se lo den gratis, ¿es un mal o un buen influencer?

-Eso no es lo que debe hacer… pero creo que una cosa lleva a la otra. Una vez me escribieron que yo debía tener mucho dinero porque estaba en El Hatillo comiendo… ¿quién te dijo eso? Me estás escribiendo eso y qué sabes tú si lo que tengo en mi carera son 5 dólares y estaba haciendo una publicidad.

-Eso es parte de la publicidad, crear la ilusión… El modelo que sale manejando la nueva camioneta Toyota no necesariamente tiene para comprar una…

-Pero hay gente que cree que sí. Y por eso te buscan, porque tu imagen va a vender.

-Y esa es la publicidad de toda la vida…

-Claro, totalmente. Mira, hay chamos que te lo dicen: me meto en esto porque quiero que me regalen cosas, comer gratis. Pero no es así. Detrás de eso que estás viendo hay un trabajo. Detrás de ese video tonto que te da risa, hay un trabajo. Hay un esfuerzo, grabación, edición. Todo tiene un por qué.

-¿Tú misma te encargas de grabar y editar tus videos?

-Sí, lo grabo, lo creo, lo edito…

-¿Por qué haces tantas cosas sobre Sabana Grande?

-Sabana Grande lo veía como que hay demasiada gente, mucho calor, que todo es un desastre… Pero por Camellito empecé a ir y también al centro, donde nunca había ido. Sabana Grande es lo máximo: consigues demasiadas ofertas, hay cosas buenas, y mucha gente y muchas cosas para reírte de lo que ves. Es un lugar donde dices, «esto es Venezuela». Hay mucho para grabar. Y me encanta interactuar con la gente.

-¿Qué fue lo que más te costó aprender en este camino, lo más difícil de entender cuando arrancaste?

-Lo más difícil de aprender es qué es lo que quiere ver la gente, cómo llegarle. Monté un video hoy, por ejemplo, con el color verde y fue viral y sé que fue por ese color verde. Y tres días después monto otro con el color verde y a la gente no le gusta. ¿Por qué si es el mismo formato? Lo más difícil es cómo llegarle a la gente. O los tiempos: monté un video de 1 minuto y les gustó, después uno de 3 minutos y gustó más, entonces decido hacer videos de 3 minutos y no funcionan… Es difícil analizar a los venezolanos, que son tu público, cómo leerles la mente desde tu teléfono, a través de un like, de una reproducción y entender qué coño quieren, qué es lo que funciona.

-¿Y ya sabes la respuesta?

-Todavía no la he encontrado. El creador nunca la va a terminar de encontrar, pero sí aprendes mucho en el camino de cosas que van mejorando tus videos, tus publicaciones, las horas.

-¿Qué expectativas tenías cuando comenzaste en esto?

-Nunca arranqué con alguna expectativa en particular, dije vamos a abrir este camino a ver…

-¿Te pasa que ya hay gente que te reconoce en la calle?

-Sí. Y es raro… Me ha pasado que voy caminando y de repente alguien me mira, se para y me saluda y yo me asusto… y sigo derecho hasta que me doy cuenta de que seguramente me reconoció y entonces volteo y lo saludo. No es que en todos lados me pasa, pero igual no estoy acostumbrada todavía.

-De todas esas normas que se supone que uno debe seguir para aprovechar mejor el algoritmo de Instagram, ¿cuál es tu regla fija, la que tratas de cumplir más?

-Dos publicaciones mínimo diarias. Eso va, obviamente, por el tipo de contenido. Hay gente a la que no le conviene publicar todos los días y así. Pero mi regla es que me desvivo y me mato porque tienen que ser dos publicaciones diarias, mínimo. Y cuando no la cumplo, siento la diferencia en mi alcance.

-¿Cuál es la estadística de la que estás más pendiente los likes, los comentarios…?

-Los seguidores y el alcance. Los likes no importan mucho. Yo no busco likes, me importa el alcance porque eso muestra la cantidad de personas a las que realmente les está llegando mi contenido. Y los seguidores. Me meto a cada rato a ver. Llevo el número en la cabeza… Eso, claro, me pasa porque tengo una necesidad: si los seguidores bajan, afecta un poco el alcance y bajan mis números y entonces no me van a contratar… Estoy obsesionada con mis seguidores y el alcance: me levanto todas las mañanas a ver los números.

-¿Cuánto tienes ahorita?

-Mi alcance está en 178 mil y mis seguidores en 18.196. (ya son más)

-¿Cuál es el número que te haría decir “ya estoy montada”?

-Voy por partes… Cuando tenía 10 mil, quería llegar a los 15 mil. Ahora quiero llegar a los 20 mil… El número es 100 mil. Cuando yo vea 100 mil, me lo voy a terminar de creer.

Modelo: Fefi @fefimedicen / Fotos: Alejandro Cremades @doncremades / Maquillaje: Andrea Misciagna @muabyandream / Lencería: Brasamys @brasamys / Refrigerios y snacks: Bodegón Mil Ochenta Zip Market @milochentazipmarket / Producción: Oscar Medina @oscarmed1969