Al bot de charla quisimos preguntarle sobre el porvenir electoral venezolano, pero podía embrutecerse el algoritmo en su intento por desentrañar tanta cosa sucia urdida desde el poder. Preferimos, pues, enriquecerlo con temas menos nauseabundos y le preguntamos –en plan de vamos a ver con qué nos sale– cuáles perfumes recomienda no usar en esta Caracas tórrida, empachada siempre de smog aliñado con gasolina chafa + potenciador de octanaje. Hicimos bien. La aplicación nada demoró en ofrecer su top a considerar si no deseamos que nos echen ¡para atrás! por llevar fragancias inapropiadas.
A las damas de Caracas el chat de locuaz y artificial inteligencia sugiere tener reservas con…
Angel, Thierry Mugler. Creado en 1992 por Olivier Cresp e Yves de Chirin. “Fue una revolución en la perfumería” comenta la youtuber María Carratini. “Tiene como mil notas, entre ellas unas bastante fuertes y gourmand. Por eso no a todo el mundo agrada”. ¿Y por qué al chabot no le gusta para usarlo en nuestra capital? Pues “aunque es popular, su intensidad puede resultar abrumadora en climas calurosos”.
Black Opium, YSL. Nathalie Lorson, Marie Salamagne, Olivier Cresp y Honorine Blanc lo firmaron en 2014, y el chatbot lo presenta como “una fragancia dulce y seductora con notas de café, vainilla y flores blancas. Su carácter más denso y opulento podría no ser ideal para climas tropicales”.
FlowerBomb, Viktor&Rolf. Ideado en 2005 por Olivier Polge, Carlos Benaim, Domitille Michalon Bertier y Dominique Ropion. “Aunque es apreciado por muchas personas, su intensidad podría ser demasiado pesada en climas calurosos”, dice el programa sin saber que hace tiempo yo le traje uno de regalo a una prima residenciada ¡en San Fernando de Apure! Allá la temperatura ha de promediar unos 30ºC.
La Vie Est Belle, Lancôme. Con sello de Olivier Polge, Dominique Ropion y Anne Flipo lanzaron en 2012 este bestseller apoyado en par de sonrisas: la publicitaria de Julia Roberts, y Le Sourire de Cristal, nombre de la botella diseñada en 1949 y rescatada para la ocasión. El chatbot manda a decir que “su dulzura y proyección podrían resultar pesadas en un clima cálido y húmedo como el de Caracas”. Desde aquí le respondo con un pro: a las chicas que fuman les sienta súper, y un contra: abunda en versión refill, y si hay que viajar en avión con el frasco, derrame casi seguro.
Shalimar, Guerlain. La primera fragancia con ese nombre es de 1925 y su hechura se inspira en el Taj Mahal y sus jardines. El oráculo de moda lo registra como “una fragancia clásica y oriental con notas de bergamota, vainilla y pachulí. Aunque es una opción atemporal, su riqueza y densidad pueden sentirse abrumadoras en climas calurosos”.
Para el escenario perfumístico masculino local, ChatGPT levanta estas banderas:
Tobacco Oud, Tom Ford. Lo firma Olivier Gillotin, salió en 2013, y en los últimos meses tuvo hasta las narices a los abogados de Maison Alhambra, encargados de defender lo indefendible: que su producto Tobacco Touch no saca provecho del original (Tobacco Oud) al remedarlo en nombre, empaque y botella, pues del aroma ni se diga. Estée Lauder, con derechos sobre las fragancias de Tom Ford, venció y Lattafa, responsable de Maison Alhambra, la desaparece junto a su repertorio de olorosos engaños.
Entonces, ¿usar o no usar Tobacco Oud en Caracas? El chat levanta la ceja: “su carácter oscuro y denso puede resultar abrumador en climas calurosos”. Los leguleyos de Lattafa, esos sí, quedaron abrumados a pesar de tan oscuro y denso litigio.
Fahrenheit, Dior. Tres narices –Jean-Louis Sieuzac, Michel Almairac y Maurice Roger– y un camión de notas para un top de ventas desde su lanzamiento en 1998. Si el programa supiese cuántos frascos de Fahrenheit se siguen atomizando aquí, no diría esto: “su intensidad y proyección podrían ser demasiado fuertes en un clima cálido y húmedo como el de Caracas”.
1 Million, Paco Rabanne. Yo estuve en una de las fiestas por el lanzamiento en París de esta fragancia diseñada por Christophe Raynaud, Olivier Pescheux, Michel Girard y Christian Dussoulier. Fue en 2008 y le diyei fue Lady Bunny. Al tiempo, ¡oh alquimia!, el frasco materializó su simbólico valor de lingote de oro en las arcas de Puig. ¡Y aún no para! Sin embargo, por “su dulzura y carácter potente” el chat de marras lo proscribe de estas latitudes.
SpiceBomb, Viktor&Rolf. De la nariz de Olivier Polge salió en 2012 esta granada de especias. Fue mi fragancia firma por varias temporadas hasta que no pude más contra la evidencia: cesaron los elogios, los últimos lotes ya ni explosivos son. “Su proyección y longevidad pueden ser demasiado fuertes para el clima cálido de Caracas”, es la respuesta algorítmica y yo la contradigo: si tú la pruebas y te gusta –lo más seguro–, cómprala: ya no es una bomba ni de proyección ni de longevidad.
Kouros, YSL. A esta fragancia creada por Pierre Bourdon la conocen como la ‘bestia blanca’, y con los gustos olfativos de ahora tan expuestos a tanto flanker genérico, avainillado y dulzón, no faltaría quien la considere dinosáurica (y con razón, es de 1981). Pero llamarla “animalística” solo se le ocurre a los youtubers de los perfumes y, ahora, a ChatGPT: “es una fragancia clásica y animalística con notas de aldehídos, musgo de roble y cuero. Su carácter más denso y robusto podría no ser adecuado para climas tropicales”.
Advertencia: “Estas recomendaciones se basan en el carácter de las fragancias y su proyección en climas cálidos. Sin embargo, recuerda que la elección de un perfume es subjetiva y depende de las preferencias individuales. Si te gusta alguna de estas fragancias y te sientes cómodo usándola en el clima de Caracas, puedes ajustar la cantidad de aplicación según tu gusto personal”.
Atentamente, ChatGPT