Viciosidades

Dionisio,"la última cena" y los Juegos Olímpicos

La inauguración de los Juegos Olímpicos 2024 sorprendió por su mezcolanza de símbolos, referencias y guiños. Y de inmediato se dispararon acusaciones de blasfemia y hasta satanismo por parte de espectadores confundidos. Te dejamos una guía rápida para navegar entre el mar histérico de opiniones acerca de la ceremonia

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Los juegos Olímpicos siempre han sido motivo de controversia. Y lo son, precisamente, porque nacieron para ser parte del escándalo público. Lo que incluye, directamente, su origen en Grecia antigua, que desdeñaba a las mujeres y adoraba a los efebos. Por lo que las ciudades-estados utilizaban las competencias para mostrar la belleza masculina. Y no solo para mostrarla: disfrutar de ella como un símbolo erótico.

Por supuesto, con el correr de los siglos, solo nos hemos quedado con el tema básico. Es decir, la gran competencia deportiva que, con el intento de ser universal, une a todos los países — o los que pueden pagarse el viajecito — y representantes — los que no se dopan — en una misma arena.

Pero París 2024 dio un paso en una dirección nueva. Durante la ceremonia de apertura más larga que se recuerde de los últimos cincuenta años, mostró un homenaje no solo a la cultura occidental, sino también a todo lo que, de una u otra manera, representa la relevancia francesa en el arte y el conocimiento contemporáneo. Un objetivo tan ambicioso tenía que pasar por llevarse por delante la “moral y las buenas costumbres”.

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Luces en la Torre Eiffel durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos 2024 (Photo by Paul ELLIS / AFP)

Y la ceremonia no dudó en hacerlo: de burlarse de sus propios símbolos patrios a la historia; de María Antonieta descabezada en medio de riffs de rock extremo, bailando en sangre y rojo infierno, a Dioniso con piel azul, sacudiendo su gruesa humanidad entre una nutrida representación queer.

Nada faltó en esta celebración a la belleza, lo absurdo y lo raro. ¿Eres de los que sufrió un soponcio en medio de semejante despliegue simbólico? ¿Quieres saber por qué todos están peleándose por una supuesta versión de la Última Cena? Te dejamos una lista de todos los símbolos, guiños y referencias que dejó a su paso la ceremonia de inauguración. Porque si te vas a ofender, al menos que sea bien informado sobre el motivo por el cual lo haces, ¿no?

Caronte y la llama olímpica

La producción, pensada para televisión y construida a través de ediciones, constó con doce cuadros o segmentos separados en puntos temáticos. Enchanté (un placer conocerte, en francés), dio paso a sincronicidad, libertad e igualdad, fraternidad, hermandad, deportividad, festividad, oscuridad, solidaridad, solemnidad y eternidad. Todos aspectos que el espectáculo quería destacar a través del uso de cientos de símbolos distintos. Como es de imaginar, una premisa semejante no encajaba en un estadio, por lo que los organizadores llevaron el concepto al siguiente paso: el mapa entero de la capital gala.

Aunque la ceremonia se abrió en todas direcciones de la ciudad de París y fue lo bastante desordenada para parecer un conjunto de piezas desperdigadas, en realidad, tuvo más de un hilo conductor. Además del evidente recorrido por las calles más emblemáticas y seguir la turística ruta del Sena, el espectáculo siguió a una criatura enmascarada que cumplió un rol interesante: recibió la llama olímpica de un trío de niños y comenzó un paseo panorámico por una París misteriosa.

La figura en sí, representa varias cosas a la vez. La más evidente y singular, a Caronte, barquero del más allá. El mitológico personaje recorría el río Aqueronte y la laguna Estigia, hacia el Hades. En la ceremonia, que de hecho muestra las catacumbas de la ciudad, parece indicar la idea de que todo lo que se verá a continuación es el renacimiento de la Ciudad Luz gracias al deporte.

El enmascarado pasó la llama olímpica a Zinedine Zidane durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos en París (Fabrice COFFRINI / AFP)

Pero además del punto de vista esotérico, el enmascarado es un guiño a Assassin’s Creed, la saga de videojuegos de Ubisoft. La empresa ha sido un constante donador y mecenas en la recuperación de la Catedral de Notre-Dame. A la vez, el enmascarado que viaja a pie, en barco y por los techos de París, es la síntesis de varios nombres enigmáticos franceses, que pasaron a la historia por llevar máscara.

Entre ellos el Hombre de la Máscara de hierro y por supuesto el Fantasma de la Ópera, protagonista de la novela de Gaston Leroux. Y aunque en la ceremonia nunca se dijo con exactitud de quién se trataba el enmascarado, es evidente que fue un guiño a una larga tradición del arte y literatura del país. ¿Un dato curioso? Incluso hay una canción para el misterio del enmascarado parisino, en la voz de la cantante Alba Reche.

El cocodrilo en las alcantarillas

Otro guiño para reír y que no tiene nada que ver con esoterismo, fue el que mostró un cocodrilo en las aguas de las alcantarillas de París.

Se trata de la leyenda urbana de Eleonore, el cocodrilo del Nilo que vivía en las alcantarillas y del que hay todo tipo de canciones infantiles. La más famosa, la que recuerda que bajo París también fluye el Bièvre. En otras palabras, que más allá de la belleza, también hay un componente salvaje en la sofisticada metrópolis.

Lady Gaga, reina de la ciudad

La cantante norteamericana Lady Gaga cantó “Mon truc en plume”, de Zizi Jeanmaire, en una escalera con brocados dorados que recuerda a la del Grand-Palais. Lo hizo, además, vistiendo tonos rosa, que en Francia se considera el color de las mujeres poderosas.

Pero, además, la Gaga, convertida en artista del Music-Hall francés por un día, recordó en su presentación el mundo del cabaret parisino. Y claro está, el French Cancan. Lo que le permitió crear un perfomance que era tanto homenaje como un nuevo paso en su carrera.

La cabeza de María Antonieta

De los segmentos que causaron más controversia, fue el que llegó justo después de que el enmascarado se arrojó de cabeza a través del cuadro de “La Libertad guiando al pueblo” de Eugène Delacroix. De allí se pasó directo a La Conciergerie, o Palais de la Cité, donde esperaba la banda de heavy metal Gojira. Para la ocasión, la agrupación cantó la tonada revolucionaria de la época del terror “Ah! ça ira”. Eso, frente a varias de las testas coronadas de Europa. 

María Antonieta sosteniendo su cabeza
La banda Gojira performs en la Conciergerie, en París, el 26 de julio de 2024 (Zhang Yuwei / POOL / AFP)

Y como si eso no fuera suficiente, la presentación incluyó una figura de la reina María Antonieta de Austria, tintada en — ¿sangre? — escarlata y sosteniendo su cabeza decapitada entre las manos. La imagen se hizo más emblemática entre docenas de explosiones, gritos y risotadas. ¿Algo para reír? Un fotógrafo captó la incómoda mirada de Felipe de España, mientras París entero entonaba una canción sobre arrasar con las monarquías.

Cabalgando a lomos de la historia

Entre las docenas de imágenes asombrosas que dejó la ceremonia, una fue un caballo mecánico plateado, que recorrió el río Sena. Se trató de una alegoría a San Juana de Arco, cruzando la noche en dirección a París.

Floriane Issert, un oficial de la National Gendarmerie o una alegoría a Juana de Arco? (Kirill KUDRYAVTSEV / AFP)

¿Reconoces el caballo? No es para menos: es el mismo que usó Beyonce en su album “Renaissance”.

María Viotti con el lema encima

Para cerrar la revolución — ajem — la cantante Marina Viotti apareció en un barco con el escudo de armas de la ciudad. Eso, cantando “L’Amour est un oiseau rebelle” (“El amor es un pájaro rebelde”), un homenaje a París que, además, incluyó una línea para el lema de la capital gala: Fluctuat nec Mergitur, (flota, pero no se hunde) que destacó la cualidad de eterna de la elegante metrópolis.

Cuadros y al siguiente escándalo

Como no podía faltar, el Louvre también fue protagonista de la tarde/noche parisina. Y eso, recordando un robo histórico: el 29 de agosto de 1911, La Gioconda de Leonardo da Vinci fue robada. Y la ceremonia lo presenta haciendo al cuadro tan ligero como para volar a través de ventanas y caer al agua.

Pero antes de eso, el portador de la antorcha pasó por varios de los pasillos del museo, iluminando obras, que tomaron vida a su paso. Entre ellas, “La balsa de la Medusa” de Théodore Géricault y “La coronación de Napoleón” de Jacques-Louis David.

De hecho, buena parte de este segmento estuvo llena de alusiones a figuras célebres. De las cabezas gigantes que representaban a varios artistas paseándose por Port Royal y por Léopold Sédar-Senghor, hasta algunas líneas literarias, recitadas en el ambiente central de la ceremonia. Nada faltó para que París recordara al público que es la cuna de la cultura.

Los minions toman París

Una de las visitas más sorprendentes fue la que llegó después de que el enmascarado dejara muy claro que sin París no habría cine, ni teatro, ni aparentemente nada de cultura. Para puntualizar el tema, la misteriosa figura se paseó por escenas del cine mudo, incluyendo la muy famosa imagen de la luna con un cohete en el ojo de la cinta ‘Viaje a la luna’ (1902) de Georges Méliès.

Lo que llevó a sumergirse en el Sena. ¿Y qué encontramos allí? Nada más que un escuadrón de minions de la saga “Mi villano favorito”, en un submarino.

Si te estás preguntando el motivo de su aparición, es simple: es una obra de Illumination Studios, con sede en París. ¿Por qué no estuvieron los muy franceses Asterix y Obelix? Buena pregunta.

Sororidad con diez mujeres históricas

En uno de los momentos más hermosos de la ceremonia, París rindió tributo a las grandes mujeres de la historia del mundo. Eso, a través de estatuas doradas que emergieron de diferentes puntos de la ciudad para celebrar la memoria de las heroínas más recordadas.

La lista incluyó a Simone de Beauvoir, Paulette Nardal, Olympe de Gouges, Alice Milliat, Gisèle Halimi, Simone Veil, Louise Michel, Paulette Nardal, Jeanne Barret, Christine de Pizan y Alice Guy. Todos destacados nombres en la ciencia, el deporte y el estudio del papel de las mujeres a lo largo de los siglos.

Dioniso vino de visita

Si lo estabas esperando, ya llegamos al escándalo: en la Passerelle Debilly hubo una coreografía que tuvo como protagonistas a drag queens, entre las que pudo reconocerse a la famosa Nicki Doll. Eso, bajo la música de la DJ Barbara Butch. ¿El punto más controversial? Que parte del escenario, parecía reproducir la alineación visual de “La última cena”, de Leonardo da Vinci.

En realidad, la imagen va más allá de eso. El personaje central, de piel azul y con una corona dorada alrededor de la frente, no es otro que Dioniso, dios griego del vino, la diversión y el teatro. Con frecuencia era representado con las mejillas en tono turquesa debido a su afición por el vino y por su capacidad para gastar bromas.

No es Papá Pitufo, es una representación de Dionisio
También hubo desfile en la Pasarela Debilly que cruza sobre el Sena (Mauro PIMENTEL / AFP)

En el arte, una representación habitual, es la del dios en compañía de los seres humanos que inspiraba, alrededor de la mesa. También, junto a su familia divina, una imagen que Diego Velásquez reprodujo en “El triunfo de Baco” (1626–1628) con la que la estampa parisina guarda evidentes paralelismos. Para la ocasión, también hubo un desfile mostrando la diversidad en la ciudad, un tema que podría atribuirse a la celebración dionisiaca.

Dato para los curiosos: hay más 1.000 versiones de “La última cena” en diferentes museos del mundo, que incluye diversos movimientos, una espectacular revisión de Salvador Dalí en plan futurista y cientos de adaptaciones con personajes de la radio y la televisión.

Al aire y con Celine Dion

Para finalizar y después de pasar el pebetero de nuevo a Zinedine Zidane, que se lo dio a su vez a otras glorias del deporte francés, la llama olímpica se encendió en un enorme globo aerostático. Todo, en el centro de Tullerías. Para los amantes de la ciencia, la referencia es obvia: es un guiño a los hermanos Montgolfier, los primeros en lograr un vuelo vertical en globo, el 4 de junio de 1783.

La Torre Eiffel fue el escenario para la cantante Celine Dion (Ludovic MARIN / POOL / AFP)

Y así llegamos al final de la ceremonia, con una magnífica Celine Dion, cantando “Hymne à l’amour” de Edif Piaf, desde la Torre Eiffel. Por si no lo sabes, la cantante estaba semiretirada por sufrir del síndrome del cuerpo rígido. Su interpretación marca su regreso y una nueva etapa de su carrera. ¡Maravillosa Celine!

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