Venezuela

Acuerdo "preelectoral": el cuento del Gallo Pelón

La firma de un “pacto de caballeros”, que obligue a los actores políticos a atenerse a lo que disponga el Consejo Nacional Elecotral se ha vuelto una constante en los últimos años.

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Desde hace ya varios años, en la víspera de cada nueva cita electoral, la plana dirigente chavista le exige a la MUD que se avenga a firmar una especie de pacto de caballeros, que tenga como garante al Poder Electoral, para acatar y respetar los resultados de las elecciones. Se supone que la del PSUV es una gestión que busca prevenir escenarios incontrolados, garantizar la paz nacional y fortalecer la institucionalidad del país.

Los chavistas se despliegan en pos de su objetivo con su tradicional eficiencia. Han sido unos administradores infames, particularmente corruptos y descarados, pero tienen un notable talento para fomentar tormentas en provecho propio a partir del desarrollo de ciertos estados de opinión. Si algo ha aprendido el gobierno chavista en estos años es a lanzarse paradas y fomentar matrices.

La dialéctica con la cual el chavismo ingresa a la “zona electoral” es la de siempre. La del cuento del gallón pelón: ¿está la MUD dispuesta a aceptar el resultado electoral? Es decir: ¿está la MUD dispuesta a firmar su derrota, aún si esta no se produce?. Si la dirigencia opositora llegara a afirmar que no, serán amenazados con la justicia popular, colocados bajo estado de sospecha, y puestos en la picota, como hipotéticos responsables del caos que se irá a concretar ( y que nunca se concreta). Si la respuesta opositora es afirmativa, se dirá que con eso no basta, que menos mal que la Oposición ha tomado el canal constitucional, que mucho cuidado con esa gentuza, y que igual nadie deberá confiarse en ellos, puesto que en cualquier momento se reactivará el germen de la conspiración.

La firma de un “pacto de caballeros”, que obligue a los actores políticos a atenerse a lo que disponga el Consejo Nacional Electoral se ha vuelto una constante en los últimos años. Para personas como José Vicente Rangel, la renuencia de la Oposición a firmar este tipo de protocolos, que ciertamente ha sido histórica, es la mejor muestra de que la MUD lleva una carta escondida bajo la manga, y que sólo participa en estas consultas porque su verdadero objetivo es salirse con la suya, subvertir el orden y traicionar la legalidad.

El país nacional se atiene al debate que proponen los chavistas sobre los acuerdos preelectorales antes de lo que sucede en las elecciones, pero casi nunca después. Pocas personas se han puesto a hacerle seguimiento a la tradicional secuencia de marramucias que los chavistas han ejecutado en contra de sus adversarios políticos, pero además de la voluntad general, cuando tienen que encarar resultados adversos en zonas delicadas.

La toma violenta, a disparo limpio, que tuvo lugar en la Alcaldía Mayor en el año 2008, una vez que fueran derrotados en la capital; el desmantelamiento de competencias y el hostigamiento a gobernadores electos; la creación de cargos ejecutivos espúreos, completamente fraudulentos, como la Gobernación del Distrito Capital, de espaldas a la Constitución Nacional y a lo que ha decidido el país. El uso indiscriminado de los recursos públicos; las cadenas presidenciales de corte proselitista; los centros abiertos hasta hora no reglamentarias y el acarreo de votos con soldados del Ejército y la Guardia Nacional.

Nadie lo duda: los resultados hay que reconocerlos. Más allá del corazón chavista de Lucena y el resto de los rectores, el Consejo Nacional Electoral está en la obligación moral de evitarle al país una tragedia evitando prestarse de nuevo a maniobras adicionales para escamotear los resultados, antes, durante o después del 6 de diciembre.

Transitamos momentos muy delicados. Nada resolverá la firma de un pacto en calidad de tonto útil. Sólo un comportamiento cabal y honrado del Poder Electoral puede salvarnos de una situación indeseada.

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