Venezuela

El arte de fracasar

El fracaso es una mancha que casi todo el mundo desea ocultar y negar. Pero de allí a convertirlo en gloria es una transmutación de opuestos que muy pocos, salvo los hermanos Castro, han sabido realizar y propagar hasta recibir la bendición papal.

Publicidad
Foto: AP

No hay manera de comprenderlo sino como asombroso despliegue de obcecación y tozudez, como pérfido y extraño mecanismo de la mente. Lo abandona la mujer, se le suicida un hijo y quiebra la otrora exitosa empresa familiar y, aún así, sigue considerándose excelente marido, inestimable padre y extraordinario gerente imbuido de un formidable espíritu empresarial. De ofrecerle la vida una segunda oportunidad, volvería a comportarse de manera similar. ¿Por qué la gente persiste en los errores? ¿Por qué los gobernantes perseveran en políticas que evidentemente no funcionan y llevan a sus pueblos al fracaso?  Peor aún, ¿por qué las poblaciones, a pesar de repetidas advertencias, siguen a líderes que los llevan indefectiblemente al despeñadero?

El fracaso es una mancha que casi todo el mundo desea ocultar y negar. Pero de allí a convertirlo en gloria es una transmutación de opuestos que muy pocos, salvo los hermanos Castro, han sabido realizar y propagar hasta recibir la bendición papal. En este sentido, la Venezuela revolucionaria del siglo XXI se ha convertido en una nueva parábola para el estudio del fracaso, en la más jactanciosa evidencia para el análisis del hundimiento y la reiteración en el error.

Hoy en día, Venezuela entra en el pensum de las universidades del mundo entero como paradigma del fenómeno inédito que permitió empobrecer a un país en el momento de mayor opulencia de su historia con el reiterado respaldo de la población. Y así como el peronismo sigue siendo la principal fuerza política argentina después de haber sido el causante de destruir los factores que habían convertido a Argentina en una de los sociedades más prósperas del mundo del siglo XIX, en Venezuela la mentalidad adeco-chavista que hundió a la potencia petrolera sigue presente hasta en muchos líderes de la oposición.

El fracaso puede ser una enriquecedora ruta hacia el mejoramiento. La pugnacidad emocional de los errores lleva a una revisión que permite retomar el ascenso. Pero ello sólo ocurre cuando hay plena consciencia de fracaso y el reconocimiento de que hay que recomenzar de manera absolutamente diferente. Un pacto de transición es indispensable en Venezuela siempre y cuando no consienta y caiga nuevamente en los repetidos gestos del populismo socialista que desfiguraron nuestra sociedad. El arte de fracasar no es la habilidad castro-chavista de revertir el discurso para convertir la sumisión en heroísmo sino el reconocimiento de haberlo hecho muy mal, para poder hacerlo distinto.

Publicidad
Publicidad