Venezuela

Ya es oficial: Chávez le tumba el puesto a Bolívar

La cosa había comenzado por lo bajito, en la euforia de los grandes discursos en fechas patrias, aniversarios oficiales, encuentros del Psuv y cadenas nacionales. El propio Hugo Chávez solía lanzar el epígrafe de este desenlace cuando en el paroxismo de sus discursos repetía: “Bolívar despierta cada 100 años cuando despierta el pueblo” y se definía como un humilde soldado, único heredero de las glorias y anhelos del Padre de la Patria.

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Foto: AP

Por estos primeros días de 2016, llenos de agravios y desagravios, los pendones con la imagen del ex presidente pueblan los postes de Caracas, como en los mejores tiempos de campañas electorales, tras ser expulsado del  palacio legislativo por las huestes sacrílegas de la oposición. En cantidad, las imágenes del teniente coronel le ganan hoy por goleada a las del verdadero Libertador, ya sean éstas últimas impresas en su versión clásica, o en la mulata, esa reencauchada con connotaciones de fisionomía barinesa por los que reescriben la historia oficial con argumentos de huesos exhumados.

Vale entonces la pena refrescar este artículo, publicado por El Estímulo hace casi un año.

Este martes 12 de enero de 2016 en su discurso de turno durante el acto de transmisión de mando de jefes militares en el Ministerio de la Defensa, en Caracas, el presidente Nicolás Maduro renovó su artillería de alabanzas para su padre político:.

“Deben sentirse orgullosos de tener a dos gigantes, a los dos los defenderán, a Bolívar y Chávez ya que son un sentimiento nacional (…) estas tropas son revolucionarias, chavistas, socialistas y defenderán el legado de Chávez, el honor militar y el honor popular”, dijo al generalato y la soldadesca.

“He venido a este acto para decirles que son la “guardia y custodia” de los valores republicanos y de la memoria de Bolívar que ha sido ultrajado por la clase adeco-burguesa, que han pateado no sólo a Bolívar sino al que recoge cinco siglos de lucha de todos los libertadores (Chávez)”, insistió Maduro, citado por medios oficiales.

El 6 de diciembre de 1998, frente al Ateneo de Caracas, en su primer discurso como presidente electo, Chávez  dio el primer asomo del facsímil que vendría: “Juro por el Dios de mis padres, juro por mi Patria, juro por mi honor, que no daré tranquilidad a mi alma ni descanso a mi brazo, hasta no ver rotas las cadenas de la corrupción que oprimen a mi pueblo por voluntad de los poderosos”.

Con menos saldo a favor, parafraseaba el discurso de Bolívar, en el Monte Sacro, Roma, en agosto de 1805.

Por estos tiempos post mortem del chavismo sin Hugo Chávez, han crecido los indicios de que algo está pasando en el Olimpo. Por ejemplo, en el lobby del hotel Alba Caracas hay desde hace algún tiempo tres gigantescos óleos que le dan la bienvenida a venezolanos y extranjeros: Hugo Chávez, Francisco de Miranda y Simón Bolívar son los espalderos del mozo de turno que nos recibe con una sonrisa de medio lado.

Como poca gente fuera de los círculos militares y del Psuv parece disfrutar los desfiles en las viejas y nuevas fechas de guardar, ha pasado bajo la mesa una nueva frase en la presentación de batallones, aviones, tanques y fusiles.

Por la gloria de “nuestros libertadores Simón Bolívar y Hugo Chávez” escuchamos la otra vez a un locutor más engolado que galán de radionovela, o narrador de Globovisión, al dar inicio a los actos solemnes de conmemoración de otro 4 de febrero de 2015. Hay razones para esperar más excesos apasionados en este febrero de 2016, de cambios y tempestades.

La superficie del Paseo Los Próceres se teñía entonces del verde y el marrón de esos uniformes que todavía pretenden rezumar el olor a pólvora de las batallas de la Independencia, y evocan la sangre de los otros libertadores. Sangre derramada en el fértil campo del nacionalismo, del discurso que llega a marear la imaginación por tanta gloria repetida.

Con las excusas internacionales para que suba al extremo la aguja del orgullo patrio, suena más el nombre glorioso nacido en Sabaneta de Barinas: el que inició su vida pública con una fracasada intentona de golpe de Estado, que logró implosionar las estructuras de la democracia representativa, que logró fomentar la ira de clases entre los venezolanos, crear barreras entre familias y amigos, tejer su discurso con las madejas errantes de la izquierda marchita y desaprovechar la mayor bonanza petrolera de esta historia reciente.

En menos de 20 años ha superado la estatura del universal Simón Bolívar. Ahora los héroes vienen por la vía rápida.

En el aniversario de su muerte, el año pasado, celebrado durante 10 días como hacían los griegos con los funerales de sus semidioses, tuvo hasta un épico ballet en el Teresa Carreño, “De Arañero a Libertador”.

“No entiendo ni que es un arañero, ni lo de libertador” decía una espectadora que se quejaba de la oportunidad que desperdiciaron los artistas en exaltar la extraordinaria música venezolana de fondo en el baile de paracaidistas.

Desde las exageraciones barrocas de Eduardo Blanco, hasta los libros de primaria, las novelas históricas, la proliferación de estatuas en cada plaza y algunas películas, como la protagonizada por Edgar Ramírez, todo el ideario sobre el tamaño de Bolívar ha sido construido en algunos hechos concretos y centenares de pasajes idealizados de la Historia.

Hasta donde sabemos, se le reconoce que en sus campañas militares logró la libertad de cinco naciones americanas, que a la postre serían seis: Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Panamá y Bolivia. Por cierto, no hay muchos países que deban su nombre a un apellido aunque tenemos todo un continente llamado América.

También cuentan los juglares que “el hijo predilecto de Caracas” dirigió con éxito un ejército de desarrapados, que fue capaz de inspirarlos para que dejaran el alma en nombre del ideario de crear una patria propia (promesas fallidas aparte).

Están las imágenes de los pintores clásicos: el paso de los Andes, en el que una turba de llaneros calenturientos tuvieron que enfrentar primero las nieves eternas antes de derrotar lo que quedaba por estos lados del ejército del Imperio Español, el más poderoso del mundo por aquél entonces.

También fue un hombre civil, que defendió el imperio de las leyes, rechazó el poder omnímodo y hasta la dictadura que le otorgaron. Sus inagotables pensamientos eran evocados cada mediodía por los canales de TV al momento de tocar el himno nacional.

Nos da por recordar una vaga frase, que ahora rescatamos como del peruano José Domingo Choquehuanca, proferida cuando Bolívar pasó por su pueblo, Pucará, el 2 de agosto de 1825.

“Nada de lo hecho hasta ahora se asemeja a lo que habéis hecho, y para que alguno pueda imitaros será preciso que haya un mundo por libertar. Habeis fundado tres repúblicas que en el inmenso desarrollo a que están llamadas, elevan vuestra estatua a donde ninguna ha llegado. Con los siglos crecerá vuestra gloria como crece la sombra cuando el sol declina».

Claro, lo del inmenso desarrollo que vislumbró Choquehuanca se lo debemos ahora nosotros a esos muchachos del siglo XIX.

“Creo que lo más parecido a Bolívar es Chávez, incluso creo que la gesta de Chávez trascenderá más que la propia gesta protagonizada por nuestro amado libertador” viene a decirnos ahora la ministra para el Servicio Penitenciario, Iris Varela, no en un paraje de sus andes nativos, sino en una entrevista por el canal Venevisión.

En meses pasados algunos rumores no confirmados afirmaban que en vista de la inflación que desde hace años crece tanto como las glorias de la patria el gobierno se verá obligado a emitir un nuevo billete, el de 500 bolívares.

Algunas fuentes afirmaban que ya hasta habían sido impresas algunas pruebas…y que el billete trae impresa la cara de Chávez con su boína. Hasta ahora nos parecía un extremo de la religión chavista, una calumnia, una versión traída de los cabellos. Pero ahora luce hasta posible, con tanto libertador para ser honrado.

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