Venezuela

(+FOTOS) Así vivió la prensa la Memoria y Cuenta

La presentación de la Memoria y Cuenta del presidente Nicolás Maduro en la Asamblea Nacional trajo amargos recuerdos para los periodistas.

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Fotos: @FabiolaFerrero

Luego de varios días transitando libremente por los pasillos del Palacio Legislativo y captando imágenes en vivo y directo desde el interior del Hemiciclo, los periodistas se sintieron retroceder a los tiempos de la vieja directiva cuando, por más de 4 horas, permanecieron confinados al interior del Salón Luis Beltrán Prieto Figueroa, mejor conocido como «la biblioteca» o «el cuartito».

Quienes llegaron puntualmente a la 1:00 pm -hora de la convocatoria para la prensa- y contaron con la suerte de aparecer en la lista que manejaba Casa Militar, pudieron acreditarse y entrar sin mayores problemas al Palacio. El ambiente estaba lleno de expectativa ante la promesa de poder entrar al Hemiciclo y presenciar con sus propios ojos -y cámaras- una histórica alocución presidencial frente a un parlamento de mayoría opositora.

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Pero los aires de cambio rápidamente se desvanecieron con los rumores de que una vez instalados en «la biblioteca», un espacio temporal donde se congregarían los periodistas antes de bajar al Hemiciclo, no iban a poder salir de allí. La cosa empezó a oler mal, paradójicamente, cuando trajeron unas pizzas para compartir.

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«Me dijeron que solo van a bajar los fotógrafos. Y Maduro quiere que solo entren los medios públicos», comentaban algunos redactores cuando las horas y la ansiedad empezaban a fatigar la paciencia.

Muy diligentemente, el director de Comunicaciones Estratégicas del Parlamento, Oliver Blanco, bajaba y subía con nueva información. Los periodistas lo atajaban en la puerta. Eran muchos para un salón tan pequeño, y los que estaban de últimos difícilmente podían oír las nuevas instrucciones, que iban cambiando -para peor- conforme pasara el tiempo.

La más contundente fue casi a las 3:00 pm, cuando Blanco admitió que una nueva orden directa desde el Despacho de la Presidencia había cambiado los planes. El general Jesús Salazar había girado instrucciones de que los periodistas deberían permanecer allí durante el resto del acto.

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Unos minutos después, el presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, se presentó ante los miembros de la prensa para repetir la información y prometer que haría todo lo posible para permitir el acceso. Pero ya después de la segunda hora, todos estaban resignados a que la situación no iba a cambiar. Y se agravó cuando el personal de CNN vio como sacaban sus cámaras del Hemiciclo donde hablaría el presidente.

Desde las ventanas y el balcón, captaban fotografías de la llegada de algunos ministros, diputados y otros personeros de la política nacional. Maduro entró por otro lado, por lo que ningún lente dentro del Palacio pudo registrar su llegada. No había agua. El mal humor era compartido por todos los presentes.

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Pero luego, cuando ya el Presidente hablaba, hubo un atisbo de esperanza: les permitieron a los periodistas salir de la biblioteca.

Todos bajaron a los jardines a la carrera y se apostaron frente a las puertas del salón donde se llevaba a cabo el evento, con la esperanza de que el hecho de que les habían permitido salir era una señal ineludible de que ahora sí entrarían. Pero eso no estaba en la agenda de Casa Militar, que nuevamente impidió el acceso.

«Lo que hicieron fue sacarnos a pasear como perritos», comentó una redactora.

Como premio de consolación, y casi al instante, llegó una persona con bolsas cargadas de comida. «Muchachos, aquí hay arepas», gritó alguien. Algunos no comieron, la indignación no los dejó.

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Después de eso, no hubo mucho protocolo. Las cámaras se apostaron justo afuera, esperando que alguien declarara. Comida no faltó, eso sí. Tal vez un poco de agua y claridad en las instrucciones. Lo único que rompió con el letargo y el incómodo deja vu fue el discurso de Ramos Allup después de que habló Maduro. Y entre gritos, aplausos y abucheos les recordó a todos, adentro y afuera del Hemiciclo que sí, a pesar de que a veces no pareciera, las cosas habían cambiado.

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