Venezuela

Entre escasez, colas y cierre de la frontera Táchira vive su propio vía crucis

Como un vía crucis ven los tachirenses el largo camino que tienen que sortear entre las colas para abastecerse de combustible, dinero en efectivo, alimentos y medicinas, aunado a la imposibilidad de poder acudir a la frontera para adquirir lo que en Venezuela no se consigue.

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TEXTO: ROSALINDA HERNÁNDEZ C.

La Semana Mayor es la fiesta religiosa en la que el recogimiento, la contemplación y el sacrificio es regla para algunos, y para otros de descanso, disfrute, esparcimiento. Sin embargo, para los tachirenses se ha convertido en un verdadero camino de sacrificio, aseguró Nadine Rivas en medio de una cola para comprar pollo, cerca del Centro Comercial Plaza San Cristóbal.

Las calles de las urbanizaciones y populosas barriadas desoladas mientras que las zonas comerciales están repletas de personas haciendo colas. Esa es la dinámica de Semana Santa que vive San Cristóbal.

Las personas de la tercera edad aseguraron que las cosas han cambiado mucho en relación a otras épocas en las que conmemorar la pasión y muerte de Jesucristo era solo oración.

“Antes las iglesias estaban llenas de gente, era sagrado ir a las misas, a visitar los templos y guardarse en los días Santos. Ahora eso queda cuesta arriba, si vas a unas cuantas iglesias verás poca gente, la mayoría está en las colas viendo qué pesca por ahí”, señaló Graciela Nieto, habitante de La Grita, población del Santo Cristo, ubicada a tres horas de la capital.

Ya no es necesario visitar los siete templos, con tratar de buscar aceite, café, azúcar, pasta, leche, arroz, champú, papel higiénico, jabón de baño, entre otros productos, en los comercios de la ciudad, aparte de hacer la cola para echar gasolina y conseguir efectivo en los cajeros automáticos es suficiente.

Aunque fuentes oficiales ligadas al despacho de hidrocarburos desmintieron que hubo alguna rebaja en la distribución de la gasolina para el Táchira, en las estaciones de servicio los usuarios lo dudan, pues no solo numerosas colas se evidencian, también algunas de ellas están cerradas.

“Antes del aumento no habían colas para poner gasolina, ahora sí. He visto bombas cerradas, creo que redujeron el cupo de combustible semanal para las estaciones de servicio”, señaló Juan Méndez, usuario en cola.

Si es complicado para los habitantes de San Cristóbal poner gasolina a los carros, quienes llegan a pasar el asueto en la ciudad -en vehículos propios- deben someterse a los trámites exigidos por el Ministerio de Petróleo y Minería para optar por el dispositivo automatizado, -chip- convencional para turistas a fin de poder acceder, si es un carro pequeño a 32 litros diarios de combustible y si es camioneta a 60 litros.

Para este procedimiento también se debe hacer cola o una llamada previa –que tardan en responder- al 0800OCTANOS.

– El mayor sacrificio: los supermercados –

Algunos pobladores no esperan a que despunte el día, desde la media noche empiezan a llegar a cuentagotas a supermercados, abastos y cadenas comerciales donde se expenden alimentos, medicamentos, fórmulas infantiles y productos de higiene personal.

Sin importar que sus vidas corran riesgo por la inseguridad latente en San Cristóbal, la mayoría de los compradores que se observan desde la madrugada en cola son mujeres, algunas acompañadas con sus pequeños hijos en brazos.

Se organizan por listas, pero cerca de las cinco de la mañana, antes que al comercio llegue la gandola con los productos regulados, un contingente de la Guardia Nacional se dirige al lugar y, a cambio de las listas que han hecho para organizarse, marcan con números en los brazos a las personas.

“No llegaron a cuidarnos, llegaron a maltratarnos. No respetaron el orden que traíamos, las listas nos las quitaron, las desaparecieron y a cambio nos empezaron a marcar como si fuéramos animales”, detalló Anameri Sayago, enseñando al equipo de El Estímulo su brazo.

Solo dos comercios en San Cristóbal expenden fórmulas lácteas para recién nacidos, -Locatel y Farmatodo- y no llegan de manera regular manifestaron los compradores en la fila, razón por la que cada 8 o 15 días que se despacha el producto los controles de seguridad se extreman.

Andreína Pérez, una de las mujeres entrevistadas en las colas y que cargaba su bebé de un mes y medio de nacido, estuvo desde las 7 de la mañana a as afueras de una de estas farmacias esperando comprar leche para su hijo.

“Si no vengo a comprar así la leche toca pagarle a los bachaqueros y el precio depende de quién la venda. A veces uno sale de este mismo local y consigue gente vendiendo la de 900 gramos en Bs 5.600. La de 400 gramos en Bs 2.500, mientras que el precio real va entre Bs 150 y Bs 200”, agregó.

Como indignante, causante de un estrés profundo y agotamiento, describen la situación quienes pasan largas horas en las filas y se someten a cualquier situación para lograr comprar un producto de primera necesidad, bien sea, alimentos para niños o para adultos.

– De vía crucis en las farmacias –

Caminando entre la multitud que recorría el vía crucis de San Cristóbal. A una temperatura que sobrepasaba los 30º centígrados estaba Lisbeth Morales, buscaba entre una farmacia y otra el Benicar, indicado para el tratamiento de la hipertensión arterial de su padre. “Hace más de un mes no se consigue, estamos realmente preocupados en casa porque mi padre tiene 82 años y la suspensión del medicamento puede ser fatal para su salud”, apuntó.

En cada estación en donde los feligreses y sacerdotes se detenían a orar, surgía entre un grupo de fieles la necesidad de correr veloz a la farmacia más cercana. Unas cuantas se abarrotaron, la respuesta que conseguían era la misma: No hay.

Los antibióticos, antipertensivos, antimicóticos, anticonvulsivos, anticonceptivos, alcohol y hasta el algodón escasean en toda la ciudad y cuando se consiguen no son suficientes para completar el tratamiento, aseguran los usuarios.

“Tengo 34 semanas de embarazo y debo ponerme 6 inyecciones de betametasona para madurar los pulmones de mi hijo. He recorrido casi todas las farmacias de San Cristóbal y apenas he conseguido una. El tratamiento debe ser completo, de nada sirve ponerme una. Antes podía ir a comprarlo en Cúcuta ahora es imposible”, explicó conmovida Moraima Sayago.

– “Atrapados y sin salida” –

Un importante número de tachirenses consultados en las colas admitieron sentirse “atrapados y sin salida” en su propia tierra.

Entre las medidas del gobierno venezolano de establecer una tasa fluctuante para adquirir dólares, los precios de los boletos aéreos, las medidas adoptadas por migración de Colombia y la escasez de medicamentos ha vuelto la situación “más difícil aquí”, dijo Lina Sarmiento.

Wolfang Meneses, habitante de San Cristóbal, manifestó que “es imposible salir de Táchira para cualquier destino internacional con las nuevas políticas cambiarias si no se cuenta con un mínimo de Bs 400 a 600.000 (en la tarjeta de crédito), además de tener que comprar un pasaje a un elevado costo. ¿Qué venezolano puede disponer en las circunstancias que está el país de ese monto fácilmente? Esto es un desastre que lo único que logra es cercenar la libertad del pueblo de salir y entrar del país como guste”.

Por su parte José Luis Guerrero, habitante de San Antonio del Táchira, municipio fronterizo con Colombia, señaló que “vivir en la frontera es algo parecido a estar preso en tu propio país”.

Afirmó Guerrero que se le han limitado los derechos como ciudadano de ir al Norte de Santander, donde comunidades enteras de la frontera podían solventar las necesidades de escasez de alimentos y medicinas que sufren constantemente.

“Si no nos dejan ir a Cúcuta siquiera ahora menos pensar en adquirir un boleto aéreo o a otro destino internacional. Los que vivimos en la frontera rechazamos todos los atropellos que se han cometido contra nuestro pueblo que está secuestrado”, dijo.

Los días pasan, el asueto se va y en los habitantes de Táchira continúa el amargo peregrinar entre una farmacia y otra, del supermercado al abasto, en las colas de las gasolineras o en la esperanza de que tanto el gobierno nacional como el de Colombia retrocedan en las decisiones que afectan directamente a miles de ciudadanos que hacen vida en una y otra parte de la línea limítrofe.

– Sin agua ni luz –

“Si de sacrificios se trata, nada peor que la falta de agua y luz. Aquí en Palo Gordo tenemos más de 8 días que no llega agua y ayer estuvimos 4 horas sin luz. Esto es insostenible porque cada día vemos como retrocede Venezuela y nadie responde”, señaló Diego Mendoza, habitante de un populoso sector del municipio Cárdenas a media hora de distancia de San Cristóbal.

La constante se repite en todo Táchira, sin importar el sector y sin la existencia de un plan de contingencia o cronograma de racionamiento que avise a la población que debe estar preparada para la ausencia de alguno de los dos servicios.

Existen zonas en donde el servicio eléctrico se ha suspendido por más de 6 horas y no hay un pronunciamiento por parte de Corpoelec que informe sobre la situación. Por su parte, la empresa estadal encargada del agua, Hidrosuroeste, divulgó un cronograma de racionamiento por zonas que no se cumple.

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