Economía

Fedeagro: se recupera la producción en el campo, pero el gobierno no ayuda

La agricultura se viene recuperando de una caída de 80% en 2018. Rubros como el maíz, la caña de azúcar y el arroz, sostienen un crecimiento moderado en los últimos tres años. Pero falta mucho para la soñada soberanía alimentaria que tanto promocionó el socialismo

Federico Parra / AFP / Archivo
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La primera referencia que hacen los agroproductores es la expropiación de Agroisleña: ese fue el comienzo de la estrepitosa caída de la producción en el campo venezolano, una debacle acelerada por la incapacidad de administrar y ser proveedora segura de la estatal Agropatria.

“Los primeros 4 o 5 años pudimos navegar con esa empresa bien. De hecho, Fedeagro estuvo distribuyendo insumos para todos los agricultores del país, porque se estaban yendo por la frontera, pero luego Agropatria se volvió un monopolio único en tener permisología para importar estos insumos. Cuando entran los militares a Agropatria comienzan a dirigir los insumos a grupos afectos a ellos y a dejar a las asociaciones de Fedeagro, que eran las organizadas con programas de producción. Sumado a la hiperinflación y a la falta de crédito, caímos en muchos rubros 70 u 80 puntos porcentuales”, aseguró Celso Fantinel, presidente de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela, Fedeagro.

Sin embargo -y a pesar de que aún existen muchas falencias en el campo- por tercer año consecutivo la producción no registra caída con relación a la del año anterior. “Seguimos en recuperación”, aseguró Fantinel: “El maíz tuvo casi 27% más de siembra (347.000 hectáreas), comparando con 2022 (270.000 hectáreas). El arroz tuvo 20% más de siembra (60.000 hectáreas), en 2022 fueron 45.000 hectáreas. En la caña de azúcar sí se ha estabilizado la producción en esas 55.000 o 60.000 hectáreas por que la caña no tiene financiamiento. Una vez nosotros nos deslindamos de Agropatria y nos dieron los permisos para volver a importar insumos, nos hemos vuelto más productivos”.

El factor diésel

Fantinel recordó que en Venezuela se tiene capacidad en silos, para depositar la producción de hasta un millón de hectáreas de maíz, en once estados del país.

Poder traer los insumos fue clave para incrementar la superficie de siembra en un año donde el clima ha sido difícil: muchas lluvias en los meses de mayo, junio y julio, y luego un fuerte verano a finales de agosto y todo el mes de septiembre que castigó mucho al oriente del país. Pero son problemas que escapan de las manos de los hombres del campo.

Existen otros problemas creados por el hombre que pueden corregirse con voluntad. La falta de diésel es uno de ellos. En el último cuatrimestre hizo mucho daño la escasez de este combustible y pagarlo más caro a los revendedores impacta en la cadena de costos. Además, los cortes eléctricos que dificultan las labores de riego para cultivos como la caña y el arroz. Todo esto repercute en la productividad.

“En café hemos tenido una buena floración, con buenas lluvias, se incorporaron entre 10.000 y 12.000 hectáreas de nueva siembra, año tras año desde 2019”. El representante gremial, indicó que a este rubro lo ayudó la dolarización en el país.

“Creemos que podemos cerrar en unos 900.000 quintales de café, comparando con los 400.000 quintales en los que estábamos hace cuatro años. Todo esto sin financiamiento a productores marginales de pequeñas hectáreas, que no pueden utilizar fungicidas, y entonces, la producción es de cuatro a cinco quintales que debería ser de al menos 20 quintales por hectáreas”, aseveró Fantinel.

Con las hortalizas pasa algo muy particular, porque el bajo poder de compra de los venezolanos afecta la venta de estos alimentos. A los productores se les paga hasta tres y cuatro veces menos en campo, de lo que el consumidor paga en anaquel o mercado a cielo abierto, aseguró Fantinel.

“Eso quiere decir, que hay problemas con la cadena, la merma, los cortes eléctricos y los problemas con la cadena de frío, las coimas en las alcabalas. No es culpa de los productores primarios, que están haciendo un esfuerzo en tratar de mantener el precio, sin embargo, aguas abajo la falta de poder adquisitivo afecta los ingresos del productor”.

Las importaciones siguen golpeando al campo

A pesar de que la superficie de maíz sembrada en el país creció, el gobierno nacional importa este rubro con un único afectado, los productores.

“En el último trimestre volvió a llegar una gran cantidad de maíz amarillo, sin hacerle caso a la industria y a los balances de siembra y cosecha por parte del ejecutivo. Eso ha ocasionado que tengamos alrededor de 250.000 toneladas en Guárico de maíz blanco y amarillo sin colocación, sin el pago por parte de la industria. Hay palabras, pero las palabras se las lleva el viento, y los productores esperando el pago”, manifestó el presidente de Fedeagro.

Fatinel indicó que en el estado Portuguesa debería haber aún más producción por colocar, y estos atascos terminan por hacer que los productores pasen hasta más de un año sin ingresos ni flujo de caja: “Teniendo claro que en Venezuela 90% de los insumos se importan de otros países en los cuales hay que hacer rondas de negocios para conseguir mejores precios, en los meses de octubre, noviembre y diciembre, para que estos insumos estén llegando en marzo, abril y mayo para realizar la nueva siembra del invierno 2024, entonces, sin financiamiento se hace cuesta arriba”.

También llegaron barcos con azúcar. La respuesta a la interrogante de por qué se importa, es que son cargamentos retardados. “En el caso del maíz llegaron más de una docena de barcos pudiéramos decir a destiempo. Es cierto que hay insuficiencia en la producción nacional, pero eso no quiere decir que abran una ventana de importación para que luego nos consigamos con silos y transporte con maíz importado. Se trata de una competencia desleal”.

Los nuevos flujos de dinero

Los productores del campo tienen que lidiar con la naturaleza, los pagos indiscriminados en las alcabalas, la falta de insumos, fallas eléctricas y en distribución de combustible, y ahora también con los “nuevos agroproductores” que tienen mucho dinero y que, por el hecho de comprar las producciones de contado, lazan el precio hacia el suelo, dejando grandes pérdidas a los trabajadores del campo.

-Hay una intermediación brutal en maíz, en arroz, en café, en hortalizas, y eso tumba los precios, generando pérdidas insostenibles para los productores. Hemos visto cómo los productores de café han venido cuatro o cinco veces a Caracas, han dado ruedas de prensa aquí en Fedeagro para denunciar esta situación. Hay una resolución del Ministerio de Agricultura pero nadie le hace caso, en la cual el quintal de café estaba tasado entre 160 y 170 dólares el quintal de 46 kilos, y los intermediarios los están pagando hasta en 90 dólares el quintal. En el maíz es lo mismo. El maíz que está en los silos pretenden pagarlo entre 260 o 280 dólares la tonelada y el productor tiene que pagar un flete de transferencia.

“Se aprovechan de los productores que tienen que comprar repuestos, diésel, para seguir trabajando, en pleno ciclo norte verano para el occidente del país, siembra del frijol chino, ajonjolí, girasol, el tomate de industria y la resiembra de caña, entonces nos vemos en esta situación”, dijo Fantinel.

Estas distorsiones son generadas por la falta de crédito por parte del sector bancario y el Estado, tanto a los empresarios como a los productores primarios, quienes terminan cayendo en manos de estos intermediarios que ganan con la reventa.

Además, según Fedeagro, el poco crédito que hay está sujeto a intereses del 25% anual, convirtiendo estos préstamos en los más costosos de la región: 40% más caros que en el resto de Suramérica. “Eso nos pone en desventaja a los productores para poder competir con Brasil, Argentina o Colombia”.

Algo positivo que resaltar, es que Fedeagro certifica que ha disminuido el contrabando de alimentos por las fronteras de Apure, Zulia, Táchira y Bolívar, en un 70%. Pero, aseguran que ese 30% sigue haciendo daño a los productores nacionales.

Poco por parte del gobierno

En la lista de factores que afectan a los productores, queda claro que los más importantes dependen de decisiones y acciones del gobierno. ¿Ha habido alguna negociación para resolver problemas?

“Lo más relevante fue el acuerdo con respecto al precio del diésel, que estaba a 30 centavos de dólar y quedó a 3 bolívares. Le hicimos entender a Pdvsa y a la propia vicepresidenta (Delsy Rodríguez) que no podemos llevar nuestros tractores a las estaciones de servicio, que necesitamos distribuidores, que a la vez encarecen el diésel. En promedio, en finca el diésel cuesta 25 o 30 centavos de dólar. Imagínate si el diésel nos lo colocaban a 30 centavos, iba a subir hasta 70 u 80 centavos de dólar, y entonces ya se ubicaba a precios internacionales”.

En cuanto al financiamiento, según las cifras de la vicepresidenta, si la cartera de crédito total es de unos 1.200 millones de dólares, la cartera única es equivalente a 23% de esos 1.200 millones. Es decir, estamos hablando de unos 250 millones de dólares al sector agro y para la industria. Y es insuficiente.

“El sector agrícola vegetal necesita inversiones de 1.200 o 1.500 millones de dólares por unos cuatro años para la importación de insumos, maquinarias y maquinarias para nuestros sistemas de silos, esos millones de dólares que estamos gastando en la compra de azúcar, maíz, arroz, los podemos ahorrar con producción interna y así disminuir la pobreza en las zonas rurales del campo”, estimó Fantinel.

“En el año 2014 -cuando el Banco Central de Venezuela brindaba algo de información- nos dijeron que de 58.000 tractores inventariados, el 70% ya había cumplido su vida útil. La cuenta que sacamos nosotros es que para tener soberanía agroalimentaria necesitamos importar mínimo 5.000 tractores año por una década. En los últimos seis años hemos importado un promedio de 200 tractores año. Por eso vemos que nuestros productores canibalizan un tractor para arreglar el otro y es allí donde pierdes capacidad en el campo, capacidad de siembra”.

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