Al mismo tiempo, en el marco de un acto protocolar que sugiere trajes blancos para la ocasión, protocolo que fue seguido por la mayoría de los representantes que asistieron, pero insisto, no era de obligatorio cumplimiento, el presidente Maduro asistió a la juramentación del nuevo presidente de República Dominicana, trajeado de blanco.
Sé, y me van a disculpar, que el país está para cosas más importantes que estar pendiente de cómo se viste el presidente Maduro, o de quien aparece en las encuestas de primero, cuando la verdadera crisis es social, económica y política, pero fundamentalmente ética. Pero no deja de ser significativo para entender nuestra realidad, el fijarnos cómo existen elementos simbólicos que se interconectan y significan cosas que hemos venido advirtiendo hace un tiempo atrás.
Volver al pasado de la IV República, como consecuencia de los errores de la V, sería retroceder en todos los aspectos. Si el gobierno de Maduro hace un año nos hizo pensar que habíamos retrocedido económicamente a los años previo a la victoria del presidente Chávez, hoy políticamente podemos decir que hemos retrocedido a los días previos al sacudón de 1989, donde todavía el bipartidismo puntofijista acaparaba el control político en Venezuela.
Sin pretender discriminar, que un adeco de las misma época de la IV República, esté protagonizando la escena política del país, debe indicarnos que Maduro lo está haciendo no sólo muy mal, sino peor que todos los anteriores, al menos que esto sea parte de un acuerdo de alternabilidad, y el presidente Maduro sea el jefe de campaña de Ramos Allup, tal como pareciera serlo cuando en cada cadena nacional no deja de mencionarlo por lo menos tres veces.
Lo cierto hoy, es que mientras el gobierno acusa al chavismo crítico y la oposición de izquierda de traidores, él encabeza la entrega del 12% del territorio nacional a trasnacionales del extractivismo, expulsadas por Chávez en su momento del territorio venezolano, y el día que un adeco asciende a la cúspide de popularidad de la opinión pública, él, sin ningún disimulo, cumple el protocolo dominicano “sugerido” y se trajea de blanco, color, por cierto, que le sienta mejor que otros. La historia juzgará.