Venezuela

Una maravillosa aclaratoria para el Museo de los Niños

Hay textos que son difíciles de escribir. Uno de ellos fue una reseña que hice sobre una visita reciente al Museo de los Niños,  acompañado por dos periodistas de El Estímulo y dos niños pequeños.

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FOTOGRAFÍA: DAGNE COBO BUSHBECK

Tenía conciencia de que el Museo funciona como una fundación privada que no recibe ningún tipo de ayuda del Estado, y que, como casi todo lo cotidiano en el país, pasa por grandes dificultades. De todos modos sentí que debía expresar mi punto de vista como usuario sobre una experiencia que no me satisfizo por completo.

El Museo levanta pasiones, en especial para los que efectivamente éramos niños cuando abrió sus puertas hace 34 años. A todos nos gustaría que se le metiera la plata que en Venezuela se gasta, por ejemplo, en equipos antimotines.

Por si no lo dejé claro en la nota, lo repito: Museíto en su tobogán de arcoirís sigue siendo una idea fantástica. Un museo casi siempre está concebido como un depósito para algo que creemos que se está muriendo. El Museo de los Niños, con todas las observaciones que se le puedan hacer, sigue vivo, porque desde 1982 se basa en la interactividad, una noción que no sé si entonces estaba de moda. Solo por esa posibilidad a mí me parece probablemente el mejor museo de Caracas y de Venezuela.

Mireya Caldera Pietri, directora del Museo de los Niños, me invitó a visitar nuevamente su sede y me entregó amablemente una misiva con una serie de aclaratorias que aceptamos publicar en El Estímulo como parte de un libre debate de ideas.

Mireya es hija del ex presidente Rafael Caldera, al que se le puede señalar de todo, menos que no fue un demócrata, y de Alicia Pietri de Caldera, la creadora del Museo. La democracia no es solo elecciones, sino la posibilidad de intercambiar perspectivas diferentes de manera respetuosa. Mireya también me demostró ser una demócrata.

No tengo ningún problema en ofrecer disculpas por imprecisiones que se cometieron en el texto, por ejemplo, sobre el número exacto de instalaciones que no están activas en el Museo. Ahora estoy todavía más consciente de lo difícil que es mantener abiertas 361 días al año las puertas de la institución de Parque Central, que se sostiene, entre otras cosas, con un cuerpo de guías que cumple su labor voluntariamente.

En esta segunda visita, constaté el funcionamiento de áreas que estaban apagadas o de las que no me percaté en mi primera visita. ¿De qué lado está la realidad? La “contraloría” final acerca de la experiencia que ofrece el Museo de los Niños y del desempeño de los guías corresponderá a todos los que nos consideramos usuarios: mi punto de vista fue solo uno más. Sigo estando convencido de que convertir una ida al Museo en una maravillosa realidad depende sobre todo de padres y representantes, que son quienes estimulan en sus hijos y representados el amor por el método científico.

A continuación, publicamos las observaciones a mi reseña en El Estímulo que me hizo llegar la directiva del Museo de los Niños:

1) “En el artículo se afirma que la NASA donó al Museo las naves y exhibiciones que se muestran en el edificio dedicado a La Conquista del Espacio. No fue una donación”.

2) “Se dice que el Museo no cuenta con apoyo del Estado, lo que es cierto. Pero lo que no es cierto es que haya un instrumento legal que prohíba recibir donaciones privadas” (Nota del Redactor: la imprecisión se basó en una interpretación incorrecta de un artículo publicado por El Nacional en 2015,  En el Museo de los Niños sigue prohibido no tocar.

3) “Se dice que el Museo ‘es más asimilable para niños un poco más grandes, de 10 años en adelante’. Desde sus inicios, el Museo fue concebido como un apoyo a la educación básica, esto es la primaria, para niños que tienen entre 6 y 14 años. Sin embargo, para los niños de preescolar hemos construido La Caja de Colores y los guías adaptan el contenido de sus explicaciones a las edades de los visitantes”. (Nota del Redactor: en este caso se trataba más de una apreciación subjetiva que de una recomendación tajante)

4) “Se dice que se cobra la entrada para la Cinemateca, cosa que no es cierta. Se cobra una entrada separada para las exhibiciones que se pueden visitar sin necesidad de entrar al Museo, esto es, La emoción de vivir sin drogas, La Caja de Colores y el Planetario a fin de que el visitante interesado solo en una de ellas pueda recorrerla sin necesidad de adquirir la entrada al Museo”.

5) “Se dice que ‘no se trata de una opción económica’. No creemos que sea así, pues no hay en Caracas ninguna actividad para niños más económica donde, además, puedan pasar ocho horas. Agregando que, además de divertirse, aprenden jugando”

6) “Se dice que ‘de cada tres instalaciones concebidas para que los niños aprendan (…) hoy solo está en funcionamiento aproximadamente una’. Por la naturaleza de una institución como el Museo, se acepta que 3% de las exhibiciones no estén funcionando ya que el hecho de interactuar con ellas causa su deterioro inevitable”.

7) “En cuanto a que ‘la plataforma tecnológica de apoyo quedó totalmente desfasada e inservible’, debemos decirle que el Museo tiene que estar al día con los avances científicos y tecnológicos, pero también necesita utilizar los equipos que aseguren su permanencia durante un largo tiempo ya que al estar ‘prohibido no tocar’ uno de los requerimientos de las exhibiciones es que resistan el uso continuado. Ejemplo de ello son el dispositivo track ball (mouse de bolita), que es ideal para exposiciones en muchos museos interactivos en otros lugares del mundo. Admitimos que todavía algunas de nuestras cerca de 200 computadoras utilizan monitores que no son de la última generación, pero su costo nos ha dificultado mucho la sustitución; sin embargo, todas las exhibiciones nuevas tienen la tecnología más avanzada. En cuanto al sistema de audio, en muchos de los audiovisuales se han incorporado cúpulas de sonido direccionado, aun cuando todavía se utilizan sistemas de bocinas”.

8) “Se dice que en el Planetario no hay luces en las escaleras; eso es imposible ponerlo pues el sistema tecnológico utilizado allí no lo permite; de allí que la sala se oscurezca progresivamente al cien por ciento hasta que la pupila se acostumbra a la oscuridad, antes de iniciar la proyección”.

9) “Se dice que algunas exhibiciones no funcionan por contribuir con el ahorro energético. Es cierto, se hace para contribuir con ese problema, pero sí funcionan: en el estudio de TV y el de Grabación las funciones se programan de acuerdo al número de niños que deseen participar y ellos graban sus programas”.

10) “Se señala que el aire acondicionado no funciona. Debemos informarle que depende de un sistema de agua helada que proviene de Parque Central y muchas veces el agua no viene a 6 grados, como debería venir, sino a 14 o 18 grados. No lo podemos controlar; por ello, en algunos sitios críticos se han colocado aparatos independientes, pero no son suficientes para todo el Museo, que tiene un sistema de aire acondicionado central”.

11) “Se señala que los ascensores no funcionan. Es cierto, ha sido muy difícil lograr que la empresa responsable de su mantenimiento realice los cambios de los equipos y componentes que hacen falta. Por eso, lo comunicamos al INDEPABIS”.

12) “Podemos asegurarles que somos un equipo muy pequeño pero trabajamos con mucha mística y con el interés de mantener esta ‘maravillosa realidad’ al servicio de los niños del país. No ha sido fácil. Los 34 años no han sido iguales. Los últimos años han sido más difíciles pues, entre otras cosas, no se encuentran todos los materiales que se requieren para realizar las reparaciones. Sin embargo, continuaremos trabajando contra viento y marea y nos gustaría que puedan trasmitir a sus lectores la verdadera situación del Museo de los Niños de Caracas”.

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