Venezuela

Palabras para los inocentes

El problema con la justicia venezolana es que nadie confía en ella. Se mezcla con política. 

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El lunes 3 de octubre salió publicado en El Universal y en otros medios impresos y digitales un artículo mío titulado “Palabras para un inocente”, dedicado al Profesor Juan Carrillo del Colegio Emil Friedman, injustamente acusado de pedofilia y a quien le fue otorgada la libertad plena. Carrillo fue también víctima de un episodio muy doloroso donde las principales víctimas son niños que sufrieron una experiencia terrible y traumatizante, cuyos padres y la sociedad entera esperamos que la justicia resarza.

El problema con la justicia venezolana es que nadie confía en ella. Se mezcla con política. Hay la creencia –con soportes evidentes- de que los jueces se venden al mejor postor. Si hay dinero para pagar “buenos” abogados y comprar jueces, la sentencia no tendrá nada que ver con la justicia. Y en un país donde no hay justicia, puede pasar cualquier cosa. Lo estamos viviendo.

El día que salió mi artículo recibí una carta de los padres de uno de los niños involucrados. Personas a quienes quiero y admiro. Ambos reconocieron la injusticia que se había cometido con el Profesor Carrillo. Pero ambos me pidieron que no me olvidara de las principales víctimas de esta tragedia. Y me hago eco de sus palabras y de su clamor por justicia.

“Hay algo en lo que para mi asombro, nadie hace énfasis dentro de la terrible atmósfera polarizada, del colegio y de la sociedad. Me refiero al incontrovertible, demostrado, comprobado y trágico hecho, de que al menos cuatro niños entre 5 y 7 años de edad fueron violados y abusados sexualmente dentro de las instalaciones del colegio”.

Cuando él habla de la “atmósfera polarizada” se refiere a que el padre de una de las víctimas está identificado como chavista. Ese señor llegó al colegio violentando todos los protocolos y acompañado por agentes de seguridad del CICPC e hizo apresar a dos profesores de natación, uno de ellos Juan Carrillo. El diagnóstico arrojado por los exámenes físicos y psicológicos forenses habían determinado que, en efecto, su hijo había sido violado. La verdad es que se entiende su ira desbordada. Pero el que los profesores hubieran sido detenidos y llevados sin los procedimientos legales y asustando a la comunidad escolar indignó a muchos. De hecho, me dicen que si los agentes del CICPC no se hubieran acercado a la piscina, hubiera ocurrido otra tragedia. Pero las cosas fueron más allá: muchos padres asumieron que si el denunciante era chavista, su denuncia era mentira. Y éste es sólo el comienzo de una truculenta historia de solidaridades automáticas.

“En un principio, toda la colectividad en shock, sólo atinó a negar la posibilidad de que este hecho tan trágico y terrible hubiese podido ocurrir en el colegio Emil Friedman y menos aún por un profesor con 20 años de servicio en el mismo. Yo te confieso que me sumé a la matriz de negación. Se llegó a establecer como argumento central de los hechos a que el padre originalmente denunciante, era un «chavista» pesado que lo que quería era enlodar el nombre del colegio. Que había que preservar el buen nombre y la reputación de la institución y defender a capa y espada a los profesores afectados”.

Yo creo que la reputación del colegio no está cuestionada. El Emil Friedman es uno de los mejores colegios de Venezuela y lo demuestra el éxito de sus egresados en todos los campos del quehacer profesional. Lo que sí está cuestionado –y esta experiencia por demás trágica tiene que servir al menos para algo constructivo- es el sistema judicial venezolano. Ese sistema tiene que reestructurarse desde sus cimientos para que los ciudadanos sientan que sí hay alguien que los representa y los defiende y cuya honradez e imparcialidad no están a la venta ni al servicio de ninguna parcialidad política. También está cuestionada la reacción de la sociedad: el que un padre sea chavista no significa que su hijo no fue violado. Concluir eso es tan injusto como llevarse detenido a un inocente.

“Ésta es una tragedia de dimensiones abarcantes y terribles. Conmueve y afecta a mucha gente. En el caso del profesor Carrillo (de quien me alegro haya salido liberado en la investigación sumaria del juicio) lamento por lo que tuvo y tendrá aún que pasar. Pero ante el verdadero hecho terrible de la violación de cuatro niños dentro de un colegio, cabía y se debían hacer todas las investigaciones posibles e imposibles. Te recuerdo que este tipo de perversiones en un porcentaje casi absoluto ocurren y la ejecutan quienes uno menos se espera. La pederastia en más de un 90% la hacen los mismos padres, tíos, hermanos, vecinos, amigos cercanos y maestros y profesores. Ha sido una constante en la que pasan a veces muchos años en ser destapados y comprobados los casos”.

Yo espero que la Fiscalía, el CICPC y el Sebin, que también está involucrado en la investigación, saquen a la luz pública los resultados de las investigaciones. Que se llegue hasta el final salga lo que salga y que se hagan las cosas bien, no con abusos de autoridad y expedientes amañados. Todavía hay un profesor preso cuya inocencia o culpabilidad está por demostrarse. La prueba de ADN suya resultó “inconclusa”, no como la del Profesor Carrillo, que dio rotundamente negativa. El país espera un fallo ecuánime, apegado a la ley, sin parcialidad de ningún tipo. Es lo menos que se les puede ofrecer a esos cuatro niños –y quién sabe si son más- las inocentes víctimas de esa tragedia.

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