Venezuela

¿Y por qué no?

La inflación más alta del mundo devora el ingreso, la angustia por la escasez va en escalada, y por la violencia impune vivir es como jugar a la ruleta rusa. Mientras las arbitrariedades del gobierno extendían su amenaza.

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Texto: Ramón Guillermo Aveledo (@aveledounidad) / Foto: Andrea Hernández

El desconocimiento del Estado de Derecho por parte del gobierno y los poderes fieles a él y no a la Constitución, obliga a un replanteamiento de la lucha por restablecerlo.

Compitiendo en elecciones desiguales, la Mesa de la Unidad Democrática alcanzó la mayoría de dos tercios en la Asamblea Nacional. Ello planteaba un escenario nuevo. Para el gobierno, porque el poder ya no sería hegemónico sino compartido. Para la oposición, porque es una responsabilidad distinta tomar las decisiones en un órgano del poder nacional tan importante.

Sin embargo, desde el desconocimiento del resultado electoral de Amazonas, una tras otra las decisiones del Ejecutivo y la sastrería judicial que le corta y cose trajes a la medida, han sido para desconocer las facultades constitucionales del Parlamento, sean estas legislativas, de control o con relación a los Estados de Excepción. La Constitución ha sido reescrita en sentencias que siguen a declaraciones de voceros gubernamentales o partidistas, para convertir a la Asamblea en lo que no es: un foro político cuyas resoluciones carecen de eficacia jurídica.

Buscando una solución democrática, pacífica, constitucional y electoral a la crisis política, la Unidad tomó el camino del referendo revocatorio presidencial previsto en la Constitución. Cumplió cada requisito, incluso aquellos extraconstitucionales impuestos por un CNE sin escrúpulos para entorpecer, salvó obstáculos, no cayó en provocaciones, y ya casi en vísperas de la oportunidad para que la gente manifestara su voluntad de convocar el revocatorio, aún en condiciones que exigían un esfuerzo extremo, decisiones judiciales antijurídicas e ilógicas fueron tomadas como pretexto para sabotearlo, en un plan orquestado por quienes sienten que su poder es tal que no hay límite para sus caprichos.

Entre tanto, la situación económica empeora. La inflación más alta del mundo devora el ingreso, la angustia por la escasez va en escalada, y por la violencia impune vivir es como jugar a la ruleta rusa. Mientras las arbitrariedades del gobierno extendían su amenaza.

En ese cuadro, se abrió la oportunidad de un diálogo político con presencia internacional. Unasur, cuya composición política ha cambiado, y el Vaticano, cuya autoridad moral es universalmente reconocida. A ese diálogo apuestan la OEA, la ONU, la UE. ¿No era sensato explorarlo? Los riesgos se saben, la desconfianza existe, pero creo que sí. Y si no ¿qué? Nuestros mayores solían decir que la peor diligencia es la que no se hace.

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