Venezuela

PDVSA, partícipe del declive de los ecosistemas marítimos venezolanos

El área afectada por el derrame de una refinería en Trinidad y Tobago es de aproximadamente 650 kilómetros de distancia. Cuesta imaginarse esa extensión, pero basta con revisar un mapa de Venezuela y seguir la trayectoria del desastre para darse cuenta de su gravedad

Publicidad
Foto: Twitter @valendeviaje

Las aguas del Mar Caribe que bañan a las costas venezolanas están actualmente cubiertas por una película de crudo, producto de un derrame ocurrido en la refinería Pointe-à-Pierre, en Trinidad y Tobago.
Desde las costas trinitarias, el equivalente a 47.700 litros de crudo se desplazaron hacia las aguas de Delta Amacuro; cubrieron la superficie del Golfo de Paria, en el estado Sucre, y llegaron hasta el Archipiélago Los Roques, en el occidente del país, pasando por el estado Nueva Esparta. La distancia abarca más de 600 kilómetros.
¿Causas? Ineptitud, tan simple como eso. Un tiempo de respuesta lento, falta de organización y de mantenimiento de las infraestructuras -en el caso de la refinería Point-à-Pierre– son los verdugos de varios ecosistemas acuáticos de la costa venezolana.
En el 2013 ocurrió un accidente casi idéntico al que se registró este 23 de abril: uno de los tanques de la refinería trinitaria se averió, ocasionando una fuga de aproximadamente 7000 barriles de petróleo.
Esto representó 1.113.000 litros de crudo esparcidos a lo largo de aguas caribeñas, equivalente a casi la mitad de la capacidad de una piscina olímpica.
La diferencia con el derrame más reciente, que fue ocasionado por una falla en el mismo tanque, es que hace cuatro años se llevó a cabo un plan de contingencia que pudo controlar el problema.
Gracias a esto el petróleo no llegó a las aguas de Sucre, explicó el Dr. Arístide Márquez, profesor del Departamento de Oceanografía del Instituto Oceanográfico de Venezuela. Sin embargo, el panorama para este desastre es muy diferente.
Márquez tilda de “irresponsable” el comunicado que hizo PDVSA el 29 de abril, en el que la petrolera afirmó el registro “del 60% en saneamiento (sic) de costas de Paria afectadas por derrame de hidrocarburo proveniente de Trinidad y Tobago”.

Poco parece haber hecho el supuesto saneamiento, tomando en cuenta que dos semanas después del comunicado, el crudo había cubierto la distancia mencionada: 650 km, hasta el Archipiélago de Los Roques.
Asimismo, el doctor comenta que, según ha visto en medios de comunicación trinitarios, los planes de seguridad de Petrotrin, la petrolera encargada de la refinería Point-à-Pierre, “no se implementan con eficiencia”.
¿Qué se debió haber hecho para prevenir este desastre ambiental? El profesor Márquez, quien trabaja en el área de Investigación de Contaminación Marina y Elementos Nutritivos en el Sistema Oceánico, afirma que lo principal era reemplazar el tanque que ocasionó el derrame del 2013, no sólo repararlo y seguir utilizándolo.
En segundo lugar, se debió implementar un plan de contingencia inmediatamente, tanto de parte de Trinidad y Tobago como de Venezuela.
Esas medidas, en líneas generales, giran en torno a cómo extraer el crudo derramado, la quema del mismo o el uso de cierta maquinaria para removerlo de las superficies marítima y terrestre.
Técnicas empleadas, según Márquez, incluyen el uso de dispersantes, compuestos químicos que ayudan a disolver el hidrocarburo.
Según la Federación Internacional de Armadores de Buques Tanque contra la Contaminación (ITOPF por sus siglas en inglés), esto tiene como objetivo la disgregación de “una mancha de hidrocarburos en numerosas gotas pequeñas que puedan diluirse rápidamente en la columna de agua y degradarse posteriormente por el efecto natural de microorganismos”.
La quema del crudo, por otro lado, se lleva a cabo sólo cuando el derrame ocurre en altamar, ya que el procedimiento podría ser peligroso para los habitantes de la zona costera.
“Cuando el hidrocarburo está en mar abierto, el problema no es tan grande”, reitera Márquez, pero la solución del problema se dificulta “cuando se dispersa hacia la costa porque la diversidad de organismos es mucho más diversa. Son ecosistemas muy vulnerables”.

Otra opción dentro del plan de contingencia es utilizar “una serie de esponjas que absorben el hidrocarburo”, declara el doctor.
El profesor recordó una dinámica utilizada anteriormente en casos similares, en las que Venezuela se encargaba de contener un fenómeno determinado, ocasionado en otro país, y después “pasaba factura” a la nación responsable.
Explicó que ésta pudo haber sido una opción viable: Venezuela habría controlado el derrame, y una vez que esto fuese exitoso, se habría desarrollado “una demanda del Gobierno venezolano contra Trinidad para resarcir los daños causados por esa refinería”.
Estas medidas pudieron haber funcionado de haberse puesto en práctica inmediatamente por PDVSA y el Gobierno en vez de haber esperado a que el derrame se extendiera a lo largo de casi toda la costa venezolana.
Las condiciones meteorológicas y la ubicación geográfica de nuestro país tampoco ayudaron a la contención del petróleo. Márquez comentó que el periodo anual en curso es fundamental a la hora de combatir un derrame.
“Los vientos alisios soplan muy fuerte en Venezuela desde finales de noviembre hasta mayo”, dice el profesor. El derrame ocurrió cuando los vientos soplaban con intensidad y el hidrocarburo se desplazó rápidamente por las aguas venezolanas.

En este caso no vale un “más vale tarde que nunca”. Al darse cuenta de la magnitud del accidente, PDVSA procedió frenéticamente a intentar resolver la catástrofe y a evitar malos rumores en la opinión pública, asegurando a través de Twitter que todo se estaba solucionando.
“Las labores de saneamiento involucran el esfuerzo de 500 personas agrupadas en diferentes frentes de trabajo”, manifestó la petrolera en el comunicado del 29 de abril, acompañado de fotos de trabajadores recogiendo el crudo manualmente en las costas de Paria.
“La recolección manual pudiera ser una vía”, confirmó el Dr. Márquez, pero el daño ya está hecho. “Mientras más pase el tiempo de ese hidrocarburo en el ambiente, es más nocivo y más difícil de sacar. Suele formar una emulsión que cuando se consolida, pasa a ser un producto muy viscoso y difícil de retirar”, manifiesta.
Los afectados

Hay causas y hay consecuencias. El derrame afecta a múltiples ecosistemas, principalmente marítimos, cuya recuperación podría tardar de 10 a 20 años, según aseveró Márquez.
A simple vista, uno de los efectos de un derrame es el bloqueo de la luz solar por parte de la mancha de crudo. Esto impide que organismos como el fitoplankton y el zooplankton se nutran a través de fotosíntesis.
Estos organismos componen la base de la cadena alimenticia en el océano, además de que producen la mayor cantidad de oxígeno que nosotros mismos respiramos.
También afecta gravemente a los moluscos como mejillones y pepitonas, especies “filtradoras”. Si existe una capa de hidrocarburos que está alterando la composición del agua, las capacidades de filtración de los moluscos se ven disminuidas y, por extensión, la misma población se reduce.
Las aves que sobrevuelan el mar no se escapan de este problema. “Al posarse sobre el agua, absorben la capa de crudo y su capacidad para volar se ve inhibida”, afirmó Márquez. También pueden sufrir hipotermia ya que la capa de crudo altera su temperatura corporal.
Hasta los delfines, cetáceos que abundan en las aguas de Paria, son agraviados por el petróleo. Su sistema respiratorio, ubicado en la parte dorsal del cuerpo, se ve bloqueada por la película de hidrocarburos. Además, se quedan sin alimento al tiempo que la población ictícola muere por falta de plankton que comer.
Incluso los manglares, centro de reproducción de peces, se ven afectados por la saturación del agua gracias al crudo. Igualmente, los arrecifes coralinos pueden estar sujetos a muerte por asfixia debido a que el petróleo en el agua no deja que pase oxígeno al mar.
Es importante recordar que este desastre ocurrió en la temporada de desove de tortugas marinas en el estado Sucre. Esta especie, en peligro de extinción, y vulnerable en extremo desde el momento en que salen del cascarón y se arrastran hasta el agua, es todavía más propensa a ser alimento de depredadores porque el petróleo impide su ya lento movimiento.
Mirando hacia adelante

El desenlace de este fenómeno todavía se ve borroso. Como ya se mencionó, un derrame de esta magnitud puede tardar hasta 20 años en solucionarse a través de las medidas mencionadas anteriormente.
Sin embargo, en Paria es más grave. Las corrientes marítimas, que entran por Boca del Dragón y salen por Boca de la Serpiente generan remolinos en las aguas del golfo antes de salir al Caribe. Esto permite el crudo pase más tiempo en el ecosistema.
Además, el problema no está sólo en la columna de agua, sino que cuando se emulsiona, va al fondo marino. El ecosistema del fondo marino es uno «muy sensible, en el que se afecta a una variedad de organismos que forman la base de la pirámide alimenticia”, concluye el profesor Márquez.
Él cree fervientemente que las medidas debieron implementarse temprano, pero no queda más que solucionar el accidente y prevenir reincidencias futuras.]]>

Publicidad
Publicidad