Venezuela

José Tadeo Monagas, el militarismo y la Constituyente

Luego de la secuencia de gobiernos que entre Páez y Soublette transcurrieron de 1830 a 1847, el presidente llanero aún teniendo a mano ciudadanos ilustres en quien depositar su confianza para designar el próximo presidente, lo hizo en quien pensaba sería sumiso a sus deseos y no implicaba riesgos para su gloria. El sucesor, como muchos otros que juran lealtad al dedo supremo, resultó ser una calamidad para Páez y especialmente para Venezuela.

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foto: EFE/MIGUEL GUTIERREZ

La tiranía instaurada por José Tadeo Monagas lo llevó al atropello de las instituciones, llegando al extremo de enviar un grupo de bárbaros a asaltar el Congreso e inclusive a asesinar a varios de sus integrantes con el solo propósito de imponer su sola voluntad.
Luego de haber entregado el poder a su hermano José Gregorio Monagas y volver a éste por segunda vez, tras 12e años de latrocinio y abusos, José Tadeo inventa una reforma a la constitución de 1830, para permanecer en el poder. Hoy, otros siguen apelando al mismo recurso.
La reacción no se hizo esperar y se desataron nuevamente los demonios de las revoluciones en Venezuela. Sin que el mismo Monagas se percatara a tiempo de lo que pasaba en Venezuela, diferentes factores de la sociedad, dirigentes liberales y conservadores se unieron para poner fin a un régimen que tenía secuestrado al país al arbitrio de un solo hombre y que ahora pretende permanecer en el poder violando la primera constitución que nos dimos como república independiente.
Hoy la sociedad también ha reaccionado ante un régimen totalitario que pretende perpetuarse en el poder.
Bajo la voz de “mueran los ladrones”, Monagas es defenestrado. Junto con él, otros funcionarios se refugian en las legaciones diplomáticas de Francia e Inglaterra, y se genera posteriormente un afrentoso episodio diplomático en el que la soberanía de la República es mancillada ante la protección que las potencias le brindan a Monagas y sus secuaces.
Las potencias impidieron temporalmente que Monagas fuera sometido a juicio, cosa que no sucedió luego de el ex presidente salir de la legación. En represalia, los gobiernos de Francia y Gran Bretaña llegaron a fondear frente al puerto de La Guaira dos buques de guerra, para exigir el cumplimiento del acuerdo de protección a Monagas.
Es lamentable que sean gobiernos extranjeros los que pidan impunidad a nuestros gobernantes.
La modificación y la violación constante de la Constitución por parte de Monagas, junto con los atropellos y el despojo de los dineros públicos, llevó a una reacción nacional que también contó con el ejército de la época, contribuyendo a poner fin a una era tiránica. Una época que poco contribuyó al crecimiento institucional de la joven República de Venezuela, que apenas cumplía 28 años de existencia, sometida durante todo ese tiempo a los pareceres de Páez y Monagas.
Si bien la inconstitucional reforma que pretendía llevar a cabo José Tadeo Monagas para perpetuarse en el poder no era una constituyente fraudulenta, sí logró generar el rechazo de la sociedad y dar al traste con esa pretensión hegemónica, que contradecía los principios liberales y democráticos que imperaban en el país desde la reciente fundación de la República.
Era la lucha en un nuevo país que nacía marcado por diversos conflictos.
En una misma época confluían por un lado una profunda crisis social producto de la guerra de Independencia y por el otro la lucha permanente entre la barbarie y la civilización. Estaban confrontados caudillos guerreros, conquistadores de la libertad de América, con hombres de pensamiento político, empeñados en hacer de Venezuela un país donde junto con la igualdad social, imperara el respeto por los derechos y la libertades ciudadanas.
Es una lucha que no termina que requiere del compromiso de una sociedad por sostener su sistema de libertades.
Lo más interesante es que luego del derrocamiento de Monagas se instala la segunda constituyente de nuestra historia republicana, y marca un hito fundamental en la lucha de los venezolanos por alcanzar el sueño de ser una república de libertades ciudadanas y democráticas.
Aparte de dar mayor autonomía a las provincias, la nueva Constitución de 1858 consagra por primera vez el voto universal, directo y secreto para la elección del presidente y el vicepresidente de la República.
Pero los venezolanos nunca logramos ejercer ese derecho hasta 1946, cuando fueron los ciudadanos quienes eligieron por primera a los constituyentes que redactaron la Constitución de 1947, por la cual todos los venezolanos mayores de edad, y sin distingos de ningún tipo, eligieron por primera vez a su presidente.
La presidencia de Gallegos fue interrumpida nuevamente por la bota militar y es solo en 1958, cien años después de haberse consagrado por primera vez ese derecho al voto universal y directo, que los venezolanos, -gracias a años de lucha y al entendimiento de los líderes políticos, con base a los intereses superiores de la nación-, pudimos instaurar la alternabilidad democrática durante más de 40 años.
No podemos hablar de paralelismos en la historia, pero si podemos tomar lecciones de sus episodios, porque lo que sí se repiten son los errores, tal vez por pensar que la historia comienza con cada generación y no nos tomamos el tiempo de conocer los eventos anteriores.
La reforma de 1858 al menos constitucionalmente conquistó el voto universal, directo y secreto. Era una reforma revolucionaria para la época, que afectaba los intereses de los caudillos y de sus herederos, que aún estaban en plenitud de funciones y cuyo paradigma para entender el poder y la política, era el arte de la guerra y la derrota del adversario por la vía de la fuerza.
Esa conquista política no se pudo concretar, porque al poco tiempo estalló la Guerra Federal, producto de una lucha de egos entre líderes, que aún sabiéndose hacedores del país se olvidaron de las necesidades de la gente y de los supremos intereses de la nación.
¿Sería eso lo mismo que pasó en 1948 con la caída de Gallegos, o en 1998, con la caída del sistema democrático, en ambas ocasiones a manos de militares?
Lo cierto es que cada vez que un régimen pretende abusar de la constitución y del talante democrático de la gente, la sociedad reacciona de tal forma que determinan el fin de los regímenes autocráticos y militaristas. El reto está en que quienes conducen el país a nivel empresarial, político y social, sepan estar a la altura de la circunstancia histórica: poner a Venezuela por encima de sus egos y sus intereses y no repetir los errores divisionistas que le abren las puertas a la amenaza militarista y totalitaria que nunca descansa y que cada día pierde terreno frente a la convicción democrática y libertaria de los venezolanos.
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