Venezuela

Cuatro verdades que los políticos no nos dicen

Las consecuencias políticas, económicas y sociales de lo que ocurra el 20 de mayo nos afectarán a todos por igual en Venezuela. La crisis generalizada que vive el país se acelerará, sin duda alguna, cualquiera que sea el resultado político. No tenemos en Venezuela a dirigentes políticos que nos digan las verdades de este momento, necesarias de discutir por más incómodas que terminen siendo para los ciudadanos.

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FOTOGRAFÍA: ALEJANDRO CREMADES | EL ESTÍMULO

Primera verdad: No hay un plan para sacar rédito a la abstención. La alineación mayoritaria de las fuerzas políticas de oposición a la tesis de la abstención en este 2018 ha ocurrido casi que por inercia. Los dirigentes que estaban a favor de acudir a las elecciones, y convertir al 20M en una fecha de lucha por las condiciones quedaron atrapados en el discurso de que primero tienen que haber condiciones justas para ir a elecciones.
Nadie nos dice que va a pasar si efectivamente hay una abstención que sea mayoritaria; por ejemplo, que sólo vote el 30 por ciento (cosa que las encuestas ponen en duda), y peor aún nadie nos dice qué hará el liderazgo político el día después para encausar la lucha política democrática.
En este momento todo parece reducido al no vamos a votar, pero sigue sin alcanzarse una hoja de ruta -consensuada en el seno de las fuerzas democráticas- sobre el cómo y hacia dónde tratar de conducir el proceso de cambio democrático.
Segunda verdad: Nadie vendrá a salvarnos. No existe ningún plan en la administración de Donald Trump para enviar a unos marines y ponerle fin con una invasión al régimen de Nicolás Maduro. Salvo algún tuit incendiario de Trump, los cuerpos de inteligencia de Estados Unidos no se pasean por el escenario de la invasión a Venezuela. Lo que sí se comenta con fuerza, es que en respuesta a un esquema de fraude el 20M se aplique un embargo petrolero a Venezuela, con detalles que aún se estudian.
En los procesos de transiciones democráticas el papel de la llamada comunidad internacional, por sí sólo, no lleva al cambio. Y en este caso en particular, el país que podría liderizar una mayor acción sobre Venezuela tiene francamente otras prioridades (Siria, Corea del Norte).
La ausencia de Trump en la Cumbre de Lima y la suspensión de su visita también a Colombia, para atender la crisis en Siria, deja claramente en evidencia cuáles son las prioridades para Washington.
Tercera verdad: Aún en el caso de que efectivamente gane, Falcón no tiene como cobrar la victoria. Lo que dicen las encuestas es cierto, Henri Falcón tiene posibilidades reales de obtener más votos que Nicolás Maduro. Ello no se debe precisamente al gran éxito de Falcón como político, sino a que Maduro es sinónimo de desastre nacional.
Falcón tiene que vencer a la abstención, que es su principal enemigo, más que Maduro. Para que el ex gobernador de Lara se acerque al triunfo electoral el 20M tendría que votar al menos un 60 por ciento de venezolanos.
Lo que no nos dicen es que Falcón tiene, en este momento, una casi nula capacidad de resguardar los votos. Los partidos que avalan su candidatura carecen de maquinaria y logística, por lo que Falcón y su equipo apuestan a que puestos en disyuntiva sean los efectivos de las Fuerzas Armadas los que custodien un eventual triunfo opositor.

Cuarta verdad: Un triunfo de Maduro no le traerá tranquilidad a nadie, ni siquiera al reelecto. Si el 20M se cumple el escenario del fraude masivo y descarado, para torcer la voluntad popular que está mayoritariamente a favor del cambio, lo que nos viene será más crisis e ingobernabilidad. Una nueva presidencia de Maduro será desconocida por la comunidad internacional, que sí tiene recursos para tratar de asfixiar financieramente al régimen, como ya lo ha venido adelantando Estados Unidos. Una Venezuela ya caótica y sin ingresos será el escenario de mayor conflictividad social.
Si Falcón se la juega para consolidarse como líder opositor a futuro, estará a partir del 21 de mayo encabezando las protestas para denunciar el fraude. Unos resultados electorales fraudulentos podrían ser el foco que reagrupe a toda la oposición, que reunificada tendría como bandera la exigencia de nuevas elecciones. Teniendo este objetivo, se podrían conectar tanto protestas de calle como presión internacional y la actuación del poder legítimo que reconoce la comunidad internacional, la Asamblea Nacional.
La eventual reelección de Maduro más que entronizarlo en el poder por otros 6 años, en realidad acelera la crisis en todos los ámbitos. Y ¿qué hacer entonces? dependerá de nuevo de la capacidad de nuestra dirigencia opositora (la actual o una que surja para buscarle salidas a la crisis).]]>

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