De entrada, es importante resaltar que desde el mes de septiembre se ha acrecentado la protesta laboral en todo el territorio nacional, llegando a registrarse según el OVCS hasta 100 manifestaciones diarias de trabajadores en exigencia de sus derechos, y por otra parte se han desarrollado no solo en la capital de la república, también en el Oriente, Occidente, Sur y centro del país.
A la protesta sindical y gremial se añaden las manifestaciones ciudadanas ante el deterioro de los servicios públicos, bien sea por transporte, ya que chirrincheras y perreras sustituyeron a las unidades autobuseras públicas y privadas por la escasez de repuestos y cauchos, por electricidad ante los cortes permanentes denominados ahora con el pomposo nombre de programas de administración de carga, que traducido en criollo no es más que un vulgar racionamiento por un servicio obsoleto y ruinoso, por la falta de gas comunidades enteras, quienes han retornado a la edad de piedra al fogón y leña, o por la escasez de agua y la sequía prolongada agrava las condiciones de vida, junto al apocalipsis de la salud, la educación, la seguridad ciudadana y la escasez de alimentos.
Este cuadro dantesco confirma por una parte el fracaso rotundo del publicitado programa de recuperación, crecimiento y prosperidad económica, ante la devastadora inflación a 2 meses y medio de su implantación, y por la otra la reacción masiva de repudio de los trabajadores y de la población en general, quienes no se han comido el cuento del carnet de la patria, las cajas CLAP, y los bonos compra conciencia.
¿Qué es lo que ha hecho falta ante tanta conflictividad laboral y social?. La necesidad de lograr un espacio donde puedan reunirse y movilizarse sectores sindicales, gremiales y sociales, que en primer lugar no se les descalifique por ser opositores, chavistas o independientes, y en segundo lugar que no se les manipule en función de objetivos e intereses partidistas.
A lo largo de 2018 ha habido varios intentos de organizar la protesta laboral, hasta el reciente surgimiento de la Intersectorial de Trabajadores de Venezuela, que ha recogido en las primeras de cambio la participación masiva de trabajadores del sector público y del sector privado, cuyo primer paso augura para los trabajadores venezolanos la conformación de una nueva referencia en el contexto sindical y gremial, que agrupe sin exclusiones a todos los sectores laborales que se plantean confrontar la nefasta política económica gubernamental.
Esta unidad de los trabajadores es fundamental para hacer retroceder al régimen madurista, empeñado en imponer las tablas del hambre que precarizan el trabajo digno, conquista universal garantizada por la OIT en sus convenios y en las luchas desarrolladas acá en Venezuela en un siglo de luchas laborales.]]>