Venezuela

Otros retos

La tosca maniobra oficialista del asalto a la Asamblea Nacional con uso intensivo de fuerza militar y policial tiene todo el aspecto de haber sido una jugada de altísimo costo, hasta ahora con saldo negativo

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Jugó rudo el grupo en el poder para sacar a Guaidó de la Asamblea y desmoralizar a la oposición
Daniel Hernández

Jugó rudo el grupo en el poder para sacar a Guaidó de la Asamblea y desmoralizar a la oposición. Va siendo un mal negocio. El liderazgo de la mayoría parlamentaria y el centenar de diputados fieles a su mandato, en cambio, se han revaluado con gestos valientes. Ahora vienen las definiciones que marcarán el sentido político de 2020.

La tosca maniobra oficialista del asalto a la Asamblea Nacional con uso intensivo de fuerza militar y policial tiene todo el aspecto de haber sido una jugada de altísimo costo, hasta ahora con saldo negativo. No mejoró su reconocimiento internacional y, al contrario, los gobiernos de México y Argentina han hecho pronunciamientos que censuran ese proceder y en Uruguay, en el rechazo a lo ocurrido están de acuerdo el gobierno saliente de Tabaré Vásquez y el entrante de LaCalle Pou.

El Grupo Internacional de Contacto de la Unión Europea, del cual forman parte Francia, Italia, Alemania, Holanda, Portugal, España, Suecia y el Reino Unido, así como gobiernos latinoamericanos de Bolivia, Costa Rica, Ecuador y Panamá, emitieron una categórica declaración que demuestra que no aceptó la validez de lo ocurrido en el Palacio Federal Legislativo y reconoce a Guaidó como Presidente de la Asamblea. El uso desproporcionado despliegue militar evidenció lo impresentable de la acción. Y el control aparente de la Asamblea, garantizado a extranjeros interesados, ha quedado muy mal parado.

El mismo día, la mayoría impedida de sesionar en el Capitolio se reunió y eligió y el martes sesionó en el hemiciclo como si nada, precedida de imágenes desdorosas para el señor que colocaron en el papel de presidir el cuerpo y su séquito, así como para los modestos guardias nacionales a quienes se encomendó la triste tarea de impedir que los diputados entraran a su salón de sesiones.

¿Por qué el grupo en el poder tomó ese atajo de alto riesgo? Evidentemente porque sobrestima la impunidad que le da el poder y subestima a sus adversarios ¿Para qué lo hizo? He escuchado varias explicaciones verosímiles, pero creo que su motivación principal es dividir y desmoralizar a la oposición y dinamitar el camino de solución política y electoral, al que le tienen verdadero pavor.

Los gestos de Juan Guaidó y los diputados, gallardos probadamente, han fortalecido su imagen. Eso da una ventaja coyuntural importante. Hay que cuidarla y aprovecharla, porque puede desgastarse y con maña y fuerza el poder trabajará en ello. Es la hora de otra valentía.

La mayoría parlamentaria y los diputados opositores que sin formar parte de ella han rechazado el asalto y apoyado la directiva legítima, tienen ante sí dos desafíos. Uno, mantener la vitalidad del cuerpo sin poder contar con las instalaciones y el personal a su servicio; para eso, mucho contacto con la gente y sus duras realidades. Otro, fortalecer su legitimidad; para eso, tomar iniciativas políticas que ofrezcan un camino de solución a la crisis. No es cosa testimonial ni menos de apuestas a la incertidumbre. En un cuadro que será complejo y crecientemente exigente, la experiencia nos enseña qué puede funcionar y qué no ha funcionado.

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