Venezuela

La ruta del pran: "El Curí" manda en la vía entre Sucre y Monagas

La carretera nacional Troncal 10 entre los estados Sucre y Monagas está tomada por una banda delictiva con la que lugareños y viajeros se ven forzados a negociar para no ser asaltados, secuestrados o asesinados: se necesita escolta de la GNB para pasar por allí. Derwing Vizcaíno Guerra, alias “El Curí”, impone su voluntad

El Curí
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Luis Gómez decidió dejar sus comodidades a un lado e intentó parecer una persona de bajos recursos, a pesar de que tiene buena posición económica. Se vistió con un pantalón deportivo, una franela vieja y una gorra, puso unas pocas pertenencias en un morral sencillo y maltratado y salió desde Maturín, en el estado Monagas, rumbo a Cariaco en el estado Sucre. Su objetivo era pasar y salir ileso por los pueblos Costilla de Vaca y la Sequia, en el municipio Andrés Eloy Blanco (Sucre), un territorio hostil tomado por una banda de delincuentes comandados por “El Curí”.

Luis quería visitar a su madre sin el riesgo de ser asaltado, secuestrado o tener que entregar su vehículo para salvar la vida.

Desde el año 2017 hay reportes de robos y actos violentos en la zona. El peligro es conocido por todos aquí. Ya para entonces se contaban unas cuantas víctimas de esa banda de hombres jóvenes que se escondían en el monte, aparecían de sorpresa y obligaban a detenerse a los conductores que transitaban la carretera nacional Troncal 10 apuntando armas largas.

Así fue al comienzo. Lo que Luis vio en la última semana de junio de 2021 lo dejó sin aliento y con más temor del que tenía antes de emprender el viaje.

“Si me voy por la vía de Costilla de Vaca en mi carro, estoy robado en el mejor de los casos, o secuestrado”, contó.

Hizo dos trasbordos en carritos por puesto y en el último tramo tomó un autobús. A partir de ahí lo que describe es así: “Desde Caripito hasta Cariaco lo que hay es una carretera completamente sola, no pasan camionetas por puesto, ni carros particulares. En el momento en el que fui, cuando pasé por Costilla de Vaca vi a los malandros apostados en las orillas de la carretera, con armas de guerra: pistolas nueve milímetros y ametralladoras. Tenían un armamento similar al que usan en el Ejército. A ellos hay que rendirles pleitesía porque se creen los dueños de esa zona”.

Costilla de Vaca es un caserío situado a 28 kilómetros de Casanay, capital del municipio Andrés Eloy Blanco, situado a dos horas de recorrido desde Cumaná, la capital de Sucre. Se trata de una zona rural fronteriza con el estado Monagas que otrora era conocida por la venta de dulces típicos y artesanía y que ahora es escenario de cruentos enfrentamientos entre bandas delictivas y funcionarios de seguridad del Estado venezolano a lo largo de una ruta con un tráfico numeroso. O al menos así solía ser: ahora hay que evitarla al máximo.

Algunos de estos sucesos son reflejados en los medios. Por ejemplo, el 4 de marzo de 2020 el diario regional La Virtud contó parte de lo ocurrido el día anterior en Costilla de Vaca: un vehículo de la Guardia Nacional fue atacado por un grupo de más de 20 hombres armados. La reseña es confusa: al parecer, hubo 3 muertos y 3 miembros de la GNB resultaron heridos.

En octubre de 2019 el diario oficialista Últimas Noticias publicó una breve denuncia: «Una banda de asaltantes de carretera tiene azotados a quienes circulan entre Carúpano y Casanay, estado Sucre, y vía Caripito, municipio Bolívar del estado Monagas. Los conductores señalan que hay, por lo menos, siete tramos críticos, tomados por las bandas armadas que obligan a los choferes al pago de “vacunas”, por lo que piden más vigilancia», dice la nota: «Las zonas peligrosas, según los conductores del Terminal Urbano de Maturín, son: La Pega, La Acequia, Valencia, Río Grande, Remigio, Espuga y Costilla de Vaca, la más temida».

Y añade un dato: «El tramo Costilla de Vaca tiene un reductor de velocidad y allí ocurren entre tres y cuatro atracos a la semana. “Después que sales de Caripito viene la parte más peligrosa hasta llegar a Casanay por el mal estado de la vía”, indicó Luis García, transportista de la ruta Maturín-Carúpano».

En los medios regionales es poca la cobertura de este problema. Solo se publica lo que logra trascender a través del reporte de organismos policiales. El imperio del miedo que ha impuesto Derwing Vizcaíno Guerra, alias “El Curí”, evita que periodistas locales den cobertura a la situación. “En 2019 reporté sobre la muerte de un miembro de la banda en un presunto enfrentamiento con la Guardia Nacional. El Curí me mandó a decir que esa no era la verdad y amenazó con matarme si volvía a escribir sobre eso. Preferí dejar eso así y conservar mi vida”, contó un periodista de Sucre, quien solicitó omitir su nombre por seguridad.

“El Curí” es la autoridad en la zona. Y quienes están obligados a transitar por allí a diario tuvieron que idear una manera de sobrevivir.

Un transportista que cubre con su autobús la ruta Casanay-Cariaco a quien llamaremos “Joel”, ya que pidió anonimato por temor a represalias, contó que un grupo de choferes solicitó una audiencia con el líder delictivo. No fue sencillo, pero tras insistir en la reunión, fueron atendidos.

Le plantearon al jefe de la banda la necesidad de que sacara a los autobuses de la lista de asaltos diarios. Alegaron que quienes se transportan en las busetas son personas de bajos recursos quienes ya sufren los embates de la pobreza que reina en la zona.

“Curí aceptó, a cambio de un pago de vacuna. Desde entonces no asaltan los buses”, aseguró Joel.

No todos tienen la misma “suerte”.

Aunque los transportistas lograron un acuerdo que les permite una especie de inmunidad para ellos y sus pasajeros, los gandoleros, camioneros y los conductores particulares deben acogerse hoy a otro sistema de protección implementado recientemente: esperar a que se organice una de las caravanas para avanzar por la carretera custodiados por la Guardia Nacional, añadiendo el temor de quedar atrapados en medio de una balacera.

A mediados de junio de 2021, Marcos debía transitar en su carro por esta vía para tratar asuntos de trabajo. Para poder salir ileso del viaje tuvo que formar parte de la caravana de convoys de la Guardia Nacional.

A las siete de la mañana los convoys salen desde Caripito, según el testimonio de Marcos. Esperan a que una cantidad de choferes -entre vehículos de transporte pesado y particulares- llegue al sitio, se organizan y salen desde allí, pasan por la zona de peligro y llegan a Campearito, un poblado rural a media hora de Cariaco.

En lo que llegan al sitio de destino, hacen el mismo recorrido de retorno para custodiar a los que van de Sucre a Monagas.

Marcos contó que hay horarios establecidos: “El primero es a las siete de la mañana, el segundo turno es a la una de la tarde y el último a las cinco de la tarde”.

Y así resumió la expriencia: “El viaje que uno hacía antes por esa zona, comprando frutas, flores, majaretes y arepas de maíz, ya no existe. Se acabó la paz”.

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