El Estímulo

Vinotinto: la delgada línea entre el éxito y el fracaso

Luego del caso FIFAgate, el fútbol venezolano vive bajo el más sospechoso de los silencios. Nada se supo sobre las ofertas para retransmitir nuestro torneo a nivel internacional, y tampoco se han dado a conocer mayores planes que vayan más allá de la contratación de futbolistas. Es casi como si aquellos meses no hubiesen existido y todo siguiese su curso normal, entendiendo normalidad como el estado de desprecio que vive este balompié y que arrastra a la Vinotinto.

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(Salva Izquierdo/AP)

Tras el arresto de Rafael Esquivel, y a la espera del proceso judicial que determine si es culpable o inocente, aquí nadie mueve un dedo. No hay cambios sino continuidad; se repiten las conductas que nos han llevado a fracasar en las competencias internacionales de clubes y selecciones, y lo único que realmente se conoce es la desesperación de algunos en hacerse con la silla de Esquivel, cueste lo que cueste.

Mientras tanto, la selección regresa cabizbaja de la Copa América y no parece abrirse el necesario proceso de reflexión que identifique las claves de la derrota. Por ahora conviene vender la simpleza de que se perdió únicamente por la expulsión de Amorebieta, para así esconder que a este equipo NO le consiguieron partidos de ensayo previos al torneo en Chile. Y peor aún, se muestran tan contentos y cómodos nuestros dirigentes en este estado de descomposición que al equipo nacional, a la gallina de los huevos de oro, le regalan un partido amistoso contra Jamaica y posiblemente otro contra Haití. Más de lo mismo.

Comparémonos con Chile. Cuando Richard Páez asumió la conducción del equipo nacional, la “Roja” vivía sus horas más bajas, de hecho, en ese camino al Mundial de 2002, se le ganó un partido allá, lo que elevó la moral criolla y sepultó a los australes en una profunda depresión de la cual salieron con planificación y mucho estudio. 14 años después, Chile ha competido en mundiales sub-20, clasificado a dos copas del mundo consecutivamente y es semifinalista de su Copa América. ¿Venezuela? Con los altibajos de siempre se mantiene en el mismo lugar, salvo por el cuarto lugar alcanzado en la Copa América 2011.

«Nosotros logramos que el jugador chileno fuese competitivo, es decir, lograr una selección competitiva. Lo digo con todo el respeto: no era cuestión de jugar todos los días con Jamaica, Canadá, Honduras o Guatemala… Nosotros estuvimos tres años para lograr que España jugara con Chile. España no quería jugar con Chile porque no era rival. Es más, la primera vez que fuimos a España y jugamos en Villarreal, Chile perdió plata por ese partido porque España no le pagó nada. O sea, la federación invirtió para que Chile compitiera».

El testimonio es de Luis Bonini, preparador físico argentino, y mano derecha de Marcelo Bielsa en el proceso que llevó nuevamente a Chile a la élite. En él hay un término que resume la diferencia entre lo conseguido por los chilenos y lo que aún nos falta a nosotros: inversión. No se trata exclusivamente de dinero sino de tiempo y horas trabajo.

César Farías convenció a la FVF de que sólo enfrentándose a los grandes se podía generar una mejoría cualitativa notable en nuestros futbolistas, pero pareciera que desde el órgano rector de nuestro fútbol no comprendieron que, la no clasificación a Brasil 2014, fue un llamado de atención: hay que redoblar los esfuerzos.

Hoy, a Noel Sanvicente le toca remar sólo y contra la corriente gobernante de nuestro fútbol, esa que espera y no actúa, esa que olvida que en la vida hay que hacer que las cosas pasen. Hoy, en nuestro fútbol, no se trabaja para igualarse a los mejores sino para mantener el status quo y promover esa mediocridad que suma y suma adeptos con el paso de los minutos.

Rusia queda tan lejos..

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