De Interés

Yo no sé, yo sí sé

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Yo no sé si hubo o no hubo reunión. No sé por fin quiénes fueron, quiénes dejaron de ir y a quiénes no invitaron. No sé si hablaron o no hablaron, oficial o extraoficialmente. No sé si unos fueron con buenas intenciones o si otros fueron solamente para destrozar a sus adversarios. No sé si Zapatero es la persona idónea para llevar el diálogo, dado su encanto con Chávez.

Lo que sí sé es que en algún momento oposición y gobierno tendrán que sentarse a conversar, antes de que más sangre llegue al río. Y si es para evitarla, hay que hacer lo que se pueda. Como dijo el Nuncio “el instrumento es el diálogo”. Venezuela es una olla de presión y la pregunta que me hago todos los días no es qué más tiene que pasar para que explote, sino que por qué no ha explotado.

Los representantes del alto gobierno saben que no tienen vuelta atrás y huyen hacia adelante, no importa el costo para el país. Yo no sé si ya están llegando al fondo de la calle ciega, pero sí sé que la calle no tiene salida. Su afán de mantener el poder está por encima de cualquier otra consideración y eso los hace aún más peligrosos. Pero hay otros, de menor jerarquía, que son “salvables” si se devuelven. No sé si lo harán, porque no entiendo el proceso de pensamiento de los chavistas. Aunque debo confesar que tampoco entiendo el de la oposición, aunque me considero opositora.

En abril de 2002 escribí que los errores que no existían, los inventaron. Se cometieron tantos, que atornillaron al chavismo por quince años más (y lo que falta, que espero no sea mucho). El peor error, a mi manera de ver, fue el que cometió Pedro Carmona, quien se deslindó de sus aliados, montó tienda aparte, desoyó todos los consejos, advertencias y hasta amenazas, se coronó rey y precipitó el regreso de Chávez en menos de veinticuatro horas. Porque el golpe de estado no fue el 11. El 11 de abril hubo una multitudinaria marcha que pedía la renuncia de Chávez. El golpe de estado fue el decreto de Carmona. Pero eso es historia pasada y como historia pasada sólo sirve de referencia para no volver a incurrir en los mismos errores. Y eso puede pasarnos hoy.

La MUD ha sido un milagro, pero no sé hasta cuándo durará. Sí sé que el trabajo de filigrana de Ramón Guillermo Aveledo, Chúo Torrealba y otros está a punto de perderse, porque la MUD está pegada con saliva de loro. Demasiadas cabezas, demasiados egos, demasiados intereses, demasiadas diferencias, demasiada impaciencia. No hemos salido de este gobierno y ahí están a cuchillazos, viendo cómo se destrozan. No sólo creen que saldrán ilesos, sino que podrán solos. Y sin unidad no vamos a salir de esto. Ya lo vivimos… ¿lo tenemos que volver a vivir para convencernos? ¿Nos salen quince años más, por la medida bajita?

Yo no sé si quienes hoy se pelean entre ellos dentro de la oposición se dan cuenta de que el adversario real, el más fuerte, el que no tiene límites ni escrúpulos, el peor, no es el que tienen al lado, sino el que tienen enfrente. Salgan de ése primero y luego, si quieren, mátense entre ustedes. Pero sí sé que no es justo que el pueblo vuelva a pagar por sus errores. El pueblo no aguanta más. Y el pueblo cobra. Eso ya deberían saberlo.

La soberbia de nuestros dirigentes la hemos pagado carísima. Ya basta. Termino con unas palabras del presidente guatemalteco Alfonso Portillo. Portillo fue un pésimo presidente que en su discurso de toma de posesión dijo una gran verdad: “nadie es tan fuerte para hacerlo solo; nadie es tan débil para no ayudar”.

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