Arte

El arte latinoamericano, la mina de los coleccionistas

¿Una obra maestra por menos de un millón de dólares? Imposible en el arte europeo o estadounidense, con precios estratosféricos, pero factible en el latinoamericano, lleno de gangas y donde incluso pueden hallarse obras de artistas tan cotizados como Diego Rivera, Frida Kahlo o Rufino Tamayo por ese precio o menos

Fotografía: AFP
Publicidad

El arte latinoamericano ofrece una excelente relación calidad-precio, aseguran casas de subastas, galeristas y coleccionistas. «Con un millón de dólares te puedes comprar realmente obras maestras», cuando en el arte moderno o contemporáneo europeo o estadounidense el mismo dinero «no te lleva muy lejos», dijo Virgilio Garza, jefe de arte latinoamericano en Christie’s de Nueva York.

Una escultura en acero del estadounidense Jeff Koons se vendió en Christie’s por 91,1 millones de dólares, un récord para un artista vivo. Una pintura del francés Claude Monet, de la serie «Meules», fue subastada en 110,7 millones de dólares por Sotheby’s.

Las estrellas latinoamericanas, en cambio, fueron una icónica pintura de sandías del mexicano Rufino Tamayo que se remató a 4,9 millones de dólares, y «Construcción en blanco» del uruguayo Joaquín Torres García, que se vendió en 3,4 millones, ambas en Sotheby’s.

En Christie’s despuntó una obra de la artista española-mexicana surrealista Remedios Varo, «Simpatía (La rabia del gato)», que se vendió el miércoles de noche a 3,13 millones.

Para empezar a coleccionar

Garza cree que el arte latinoamericano es perfecto «para alguien que empieza una colección», porque «hay cosas muy buenas con precios razonables». Un retrato de la hija mayor de Diego Rivera, el pintor mexicano mejor cotizado en el mundo -seguido por sus compatriotas Frida Kahlo y Rufino Tamayo- estaba estimado en hasta 700.000 dólares en Sotheby’s pero no halló comprador.

«Mujer con Rebozo», de Tamayo, se remató a 495.000 el miércoles de noche en Christie’s, cuando estaba estimado en hasta 700.000.

Un monumental tríptico del cubano-estadounidense Carlos Alfonzo, que tuvo una carrera distinguida pero breve porque murió a los 40 años de sida, se vendió a 350.000 dólares en Christie’s, un récord para el artista en subasta. Un gran desnudo del colombiano Fernando Botero, «El baño», a 519.000. «Constructivo a cinco tonos con dos figuras discutiendo», del uruguayo Joaquín Torres García, se vendió a 175.000 dólares.

En Sotheby’s, una obra abstracta del venezolano Jesús Soto se subastó en 800.000 dólares, un autorretrato de Tamayo a 275.000 y la escultura de aluminio «Animal» de la brasileña Lygia Clark a 90.000.

Nuevos clientes

El apetito por el arte latinoamericano «está en alza» entre coleccionistas europeos y estadounidenses, concuerda Anna Di Stasi, directora de arte latinoamericano de Sotheby’s en Nueva York. De los artistas latinoamericanos, el más apreciado en Asia es el colombiano Fernando Botero, según Garza.

«La demografía de nuestra clientela ha cambiado: ya no es más latinoamericano comprando latinoamericano, es más global», indica Garza, y recuerda que en este momento hay una gran exposición sobre Matta en el Museo Estatal Hermitage, en San Petersburgo.

«Existen maravillosas oportunidades en el arte latinoamericano (…) porque los precios están buenísimos», coincide el venezolano Henrique Faría, dueño de una galería de arte en Nueva York especializada en arte latinoamericano.

Faría cree que la subvaloración del arte latinoamericano «es un reflejo de lo que están viviendo la mayoría de nuestros países a nivel económico y político, y el resultado de una falta de apoyo de las instituciones culturales o incluso los propios coleccionistas» a la «marca nacional América Latina».

El galerista y también coleccionista hace hincapié en la importancia del arte latinoamericano para «descentrar» visiones europeas o estadounidenses del arte.

«Eso es lo que significa coleccionar, encontrar piezas (…) para que los diálogos se abran», apuntó Faría. «Es lo que buscamos hoy en el mundo, romper barreras, ser iguales, competir de manera igual, que haya oportunidad de inclusión, pluralismo, diversidad. Coleccionar no es acumular. Es tejer».

Publicidad