Entrevista

Érika Ordosgoitti llama a emanciparse de la dictadura

Érika Ordosgoitti no se inhibe. Con expresiones plásticas hace frente a las injusticias en Venezuela. Artista conceptual, ha estado detrás de dos campañas que se hicieron virales en las redes sociales: “Salimos del Guaire limpios de conciencia” y “Pude haber sido yo”. Arriesga el pellejo con mensajes contestatarios en tiempos de represión. Recuperar el espacio público para la protesta es su norte

Portada: Andrea Hernández | Fotografía de campaña Pude haber sido yo: Jaime De Sousa | Fotografías de intervenciones: Cortesía
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Piedras por ideas; balas por creatividad. La propuesta de Érika Ordosgoitti para salir de la dictadura se distancia de muchas agendas políticas. En un escenario que muchos anhelan que se tiña de rojo, la artista plástico y poeta desecha la violencia como un pincel desplumado. Reconoce la indefensión del bando opositor ante un combate con las fuerzas armadas del Estado: “Ellos tienen tanquetas, nosotros no tenemos nada”, se lamenta. Es por ello que aboga por la lucha creativa, con actividades pensadas y sorpresivas: “No podemos enfrentarnos cuerpo a cuerpo con unos tipos que nos llevan ventaja. No podemos usar la misma estrategia pensando que puede tener resultados diferentes”.
En su búsqueda por el asombro colectivo y estatal, Ordosgoitti ideó dos campañas propagandísticas con el rigor artístico propio que la esculpe. Junto a demás colegas del gremio, campeó: “Salimos del Guaire limpios de conciencia”. El río que atraviesa Caracas ha sido protagonista en las pasadas manifestaciones opositoras: heridos cayeron en sus aguas por los embates de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y el 19 de abril la represión fue tal que decenas de personas se vieron obligadas a surcarlo casi a nado. El ministerio de Cultura, desde su cuenta de Twitter, se mofó de las terribles abluciones o más bien naufragios: “Al Guaire lo que es del Guaire”. Este mensaje acompañaba una invitación al Festival de Teatro 2017. Para mayor vergüenza el presidente Maduro retuiteó el agravio.
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¿Qué hacemos? Fue la pregunta que comenzó a rondar en la cabeza de Ordosgoitti ante el atropello y el descaro gubernamental. Luego de una lluvia de ideas, un pequeño grupo de artistas se plantó el 21 de abril a las afueras del Teatro Municipal de Caracas con una pancarta que rezaba: “#Salimos del Guaire limpios de conciencia”. La digna emboscada al evento que daba bienvenida al Festival Internacional de Teatro se documentó y prorrumpió en retweets en las redes sociales. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que los participantes fueran blanco de la violencia roja, a medida que la tensión aumentaba y los presentes lograban descifrar el mensaje. Duraron 20 segundos en el sitio, recuerda Ordosgoitti: “Los que estaban en la cola comenzaron a insultarnos. Nos gritaban ‘váyanse de aquí, mayameros, escuálidos, basura’. Nosotros seguíamos callados con nuestra pancarta. Cuando la cosa se puso más tensa, yo fui la primera que dije que nos fuéramos. Nos movimos con la pancarta desplegada. Cuando llegamos a la esquina, la doblamos, la cargué y ahí comenzaron a perseguirnos los que estaban en la cola”. Huyeron en distintas direcciones, escabulléndose de los enardecidos, la GNB y la policía. Nada les pasó.
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“Pude haber sido yo” fue la segunda intervención del espacio público en la que la artista estuvo detrás. Esta vez, a las afueras de la Defensoría del Pueblo. Ese 28 de abril, estaba custodiada por la Guardia, “armados con equipo antimotín y motos”, recuerda. Acompañados de expertos en Derechos Humanos, Ordosgoitti y catorce artistas más negociaron su estadía temporal en las inmediaciones de la institución —pese a que la cabeza del pelotón verde se las había negado. En el tejemaneje, se plantaron cada uno con una franela blanca que tenía pintada una letra azul del mensaje que se dispersó por Twitter, Facebook e Instagram.
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Ni siquiera allí, en el espacio por excelencia para el amparo de las garantías de la ciudadanía, pudieron hacer valer su derecho, al menos por un minuto, a la protesta pacífica —contemplada en la Constitución. La tensión entre la GNB y la Defensoría por permitirles permanecer allí fue más que suficiente para irse luego de cumplir su cometido. “Ambas protestas han sido para la foto. Así estamos mandando una alerta, un llamado, en un espacio físico y virtual. Es un despertador a la sociedad de que sí se puede manifestar en el oeste. Nosotros usamos mensajes que no son insultantes, violentos ni de atropellos, sino que llaman a la reflexión”, indica.
La artista sabe de sorpresas. Ordosgoitti es reconocida por los performances que ejecuta por doquier, su desnudez transgrede la cotidianidad. Su empoderamiento del espacio público y de su propio cuerpo le ha valido reconocimientos nacionales e internacionales, como el Premio Artista Joven, Fundación MISOL para las Artes, Bogotá, (2014); la Primera Mención de Honor, Salón SuperCable de Jóvenes con FIA, Caracas (2011); la Mención honorífica, 34 Salón Nacional de Arte Aragua, Maracay (2009); y el Premio Universitario, Primer Salón Nacional de Arte Universitario, Caracas (2009). Su arte es potente, sincero, sin coberturas ni capas que tapen su esencia.
Sin embargo, su desnudez molesta e incomoda. Ha sido tildada de «loca» y la han condenado a «ir al manicomio». Así sucedió la noche del 8 de mayo en un post de Instagram del programa Con el mazo dando, donde aparecía Ordosgoitti durante su irrupción en la plaza Bolívar. «La leyenda de la fotografía que decía algo como ‘ella es una iconoclasta que trabaja con excremento. No volverán’. Antes de eliminar la publicación tenía como 500 comentarios y 800 me gusta. Cuando pasan esas cosas le bajo un poco al protagonismo, pero me mantengo activa. Mi prioridad es que prevalezcan los objetivos para que el desenlance necesario se dé y que la gente asuma lo que tenga que asumir».
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Reconoce el mandato de Maduro. Sin caretas que lo encubran, especialmente luego de que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) emitiera las sentencias 155 y 156, las que birlaron las funciones legislativas de la Asamblea Nacional (AN) y otorgaron aún más competencias al Ejecutivo. “Ya es un logro semántico el hecho de que la sociedad lo catalogue como dictadura”, argumenta Érika. Desde su perspectiva, es el primer paso colectivo para hacer frente a la coyuntura. La resistencia como forma de protesta en búsqueda de libertad. “Una forma que tiene el ciudadano de oponerse al régimen es no aceptando la neolengua. No admitir ninguna de las formas de hablar de la dictadura. No dejar que te lleven a ser como ellos, irrespetuosos. Cuando veas que se esté cometiendo un acto injusto, quéjate, así no pase nada con la queja. La gente subestima la queja, pero hay países en los que la queja está prohibida. Es una forma de libertad”, afirma.
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Está consciente de que la vida es algo más que hacer colas en busca de productos regulados. Para ella, la vida es libre o nada. Sin sometimiento alguno. Prefiere arriesgarse y asumir retos a coexistir en el confinamiento. “A través del cuerpo debe darse la emancipación de las fuerzas dictatoriales. La única forma que tiene el poder de dominarte directamente es infligiendo daño, hambre, exclusión, heridas, muerte; o amenazándote de que te van a pasar esas cosas. La vida es una constante búsqueda de poder hacer actos libres. Lo demás es esclavitud y, por lo tanto, muerte”.
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Halla la libertad en la organización individual y colectiva. Explica que en las distintas profesiones se puede encontrar el filón para oponerse al régimen castrocomunista. “Si eres artista, tienes que dejar que te afecte. Pero el truco está en cómo lo reviertes, en cómo lo conviertes en un triunfo”. Ella lo hace a través de su arte. Además de las dos campañas anteriores, ha asistido a diversas movilizaciones con un montón de cartones, latas de spray y stencils para repartir mensajes subversivos en contra del Ejecutivo. “Nosotros hacemos la pancarta en ese momento y la entregamos. La gente la pide. Hasta se forma una cola”, apunta. Arte en caliente, para llevar.
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A pesar de sus irrupciones artísticas, también actúa desde la formalidad de los procedimientos. La comunidad cultural venezolana, ella incluida, entregó a la AN un documento por la reestructuración de la República y del orden constitucional en Venezuela. Incluso, llegó a las manos del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro. Está firmado por más de 6 mil personas, entre las que destacan personalidades como Ibsen Martínez, Inés Quintero, Carlos Oteyza, Oscar Marcano, Vasco Szinetar, Teodoro Petkoff. En la sinergia encuentra una gran oportunidad: “Los políticos son accesibles. Están ávidos de propuestas. Creo que no son personas de muchas ideas, porque todo lo que hacen no sorprende. Ya no queremos más niños muertos, es muy doloroso. Tenemos que hacer otras formas de protestas más eficientes”.
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Menos es más, si impacta a quienes están en el Ejecutivo y a la población en general. Un cartel, un grito, una caminata, una idea. Todo es un pequeño gesto de emancipación para Ordosgoitti. “Esa es la mejor cura de tu frustración. No permitas que te lleven a la amargura ni a la tristeza. Es lo que necesitan para inmovilizarte. Si no lo hacemos ahora, esto se va a poner muy gris. Este es el momento, que nos quede bien claro. Es luz o es oscuridad”.
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