Política

Mitos y verdades sobre la desconfianza en el CNE

No hay elección en la que no surjan nuevas dudas, miedos y mitos que lejos de desmentirse para muchos parece confirmarse con cada evento comicial. Unos claman por el voto manual, pues la desconfianza en el sistema automatizado se ha instaurado con base a medias verdades e imprecisiones. Pero el CNE, que genera dudas hasta en 70% del país, tampoco ayuda a aclararlas

PORTADA: EFE, CRISTIAN HERNÁNDEZ | FOTOS EN EL TEXTO: AGENCIAS
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“Esos bichos son capaces de cualquier cosa”, suelta Juan Carlos Castillo al pensar en todo lo que las malas lenguas dicen que hace el gobierno para lograr más votos en las elecciones, y así cantar una victoria que la oposición siempre ha catalogado como fraudulenta. Para él, sufragar en Venezuela no es una opción que respete de la A a la Z la democracia pues la desconfianza que tiene en el proceso es aún mayor que su convicción de que el voto siempre será necesario.

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Ha votado antes “sabiendo que cualquier cosa pudiera pasar… con inseguridad”, y la decepción se ha repetido año tras año. No puede certificar que hay una inyección de votos luego del cierre de mesas, que los muertos votan o que en la sala de totalización los resultados son alterados; pero lo que muchos líderes dicen le basta para saber que “no hay condiciones para estas elecciones y creo que están en lo cierto. Para qué votar sabiendo que, aunque pierdan, cambiarán los resultados”.

Yanet Arias lo acompaña en su pensar. “Si no tenemos miembros de mesa y no hay nadie imparcial que vele por los intereses no gubernamentales, lo tienen regalado”, expresa al hacer referencia de que cualquier trampa es posible.

Son muchas las sospechas que persiguen el sistema automatizado electoral venezolano, declarado por expertos como “seguro y confiable”. Nicanor Moscoso, presidente del Consejo de Expertos Electorales de Latinoamérica, previo a las elecciones municipales del pasado 10 de diciembre de 2017, aseguró que “todo el sistema es automatizado (…) los resultados nunca han sido rebatidos formalmente. Es el proceso más auditado en el mundo”. Obvió, claro, lo ocurrido en el estado Bolívar apenas dos meses antes cuando el candidato Andrés Velásquez denunció, actas en mano, alteración de resultados. Moscoso será acompañante internacional del 20 de mayo.

El estudio sobre Percepciones Ciudadanas del Clima Preelectoral coordinado por el Proyecto Integridad Electoral del CEP UCAB, cuyo trabajo de campo fue realizado por la empresa Delphos del 9 al 23 de abril de 2018, revela que solo 14% de los encuestados señalaron tener “mucha confianza” y 10% “algo de confianza” en el Consejo Nacional Electoral. Por el contrario, 60% de los venezolanos tienen “nada de confianza”, mientras que 13% dice que “poca”. “Esto nos dice que 3 de cada 4 venezolanos no confían en el Consejo Nacional Electoral”, señaló Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos de la UCAB.

CNEfoto5Smartmatic, la empresa que se encargó del software de las máquinas desde que se implementó el mecanismo automatizado, denunció que los resultados anunciados por el CNE el 30 de julio no coincidían con sus registros: se abultó la cantidad de votos. De inmediato el Gobierno dio fin al convenio con la firma y la sustituyó por ExClé S.A., “una empresa de origen portugués, pero con asiento, desde 1998, en Buenos Aires, Argentina, y ofrece el servicio de manejo del sistema biométrico en 4 países de América Latina” y que desde 2004 ha trabajado con compañías y entidades gubernamentales, según reseña el diario El Nacional.

A pocos días de llevarse a cabo unas votaciones presidenciales, marcadas por irregularidades y violaciones a la ley, como lo especifica el Observatorio Electoral Venezolano en un informe de 50 páginas publicado recientemente; los mitos crecen y entran en el debate sobre si participar o no.

Previo al día de las elecciones 

Elisabetta Parra no duda que los simulacros que realizan durante la campaña electoral sirvan como un proceso para recolectar votos a favor del Gobierno. No confía en el Consejo Nacional Electoral y la insistencia del oficialismo aumenta sus sospechas. “Cómo me consta a mí que en ese simulacro la gente no está votando, o cómo me consta que esa gente no es cuadrada y ponen su voto, que pueden tener dos cédulas y que en el simulacro pueden votar con la de mentira y en las elecciones con la verdadera”.

Los expertos en la materia derrumban la creencia: las máquinas son formateadas previo a la fecha al evento comicial. “El simulacro es una prueba técnica de comunicaciones, lo que hace es verificar las conexiones de las máquinas de votación con el centro de totalización. Ahí no se recoge votos, no se instala para eso. En la sala de totalización del CNE, para el día de las elecciones, todas las bases de datos de votos son puestas a cero, significa que en esos archivos no existe ningún voto registrado”, indica el coordinador de asuntos electorales del partido Un Nuevo Tiempo, Vicente Bello.

El exrector del CNE Vicente Díaz aclara que el día de los comicios, y una vez que se realiza el cierre de las mesas, “se contabiliza el número de electores que se presentaron a votar contra el número de votos. Si hubiese votos registrados en la máquina, entonces habría más votos que votantes”. Aunque descarta la ocurrencia, de presentarse la situación “se hace un acta y a esa mesa se le puede impugnar la votación”.

El domingo de las elecciones a las seis de la tarde, hora en la que por ley deben cerrarse todas las mesas de votación a menos que haya votantes en la cola, “se abre el sistema para que las máquinas puedan transmitir los datos de las mesas a la sala de totalización”, indica Vicente Bello. Previo a esto, no hay ningún voto contabilizado.

Durante las elecciones

Pedro Contreras, dirigente estudiantil de la UCAB, dice conocer con precisión la falsedad de cada mito de las elecciones; pero considera que el sistema “tiene fallas desde la composición del poder electoral”. Recuerda su participación como miembro de mesa en los comicios del 10 de diciembre de 2017, cuando su centro fue reasignado dentro de otro en el barrio 5 de julio de Petare. “Hubo momentos de tensión entre el Plan República y los testigos de mesa, pues ellos no querían cerrar las mesas alegando que el CNE no había dado la instrucción. La ley eso no lo dice, pero el Plan República dice que debe hablar el rector”.

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Él y sus compañeros hicieron el cierre de las mesas tal como la ley lo indica para proceder al proceso de contabilización de los votos. “El otro centro estuvo abierto hasta las ocho y media de la noche con la maquina prendida. Nunca hubo un llamado del CNE para cerrar. Ahí no había ni testigos de mesa ni nadie de la oposición, incluso hasta estaban haciendo un sancocho, bailaban, y uno a ellos no puede decirles nada”, comenta. Pedro niega que sea posible inyectar votos al sistema, pero advierte que todo depende de la presencia de veedores que velen por el correcto proceder. “La máquina se desbloquea por el presidente de la mesa” si no reconoce la huella; “en muchos casos habrá el testigo que impida el acto, pero en otros no”.

Así pues, en la psique de gran parte de la población se ha sembrado la falsa creencia de que es posible aumentar la cantidad de sufragios registrados posterior al cierre de las mesas, un voto realizado por una persona a la que no le corresponde la cédula, una persona que vota por un muerto o que tiene doble cédula y marca dos veces. Después de todo, la máquina puede activarse aun cuando el control de identidad no haga match con la huella dactilar del elector.

CNEFoto4Bruno Gallo, analista político y conocedor de los procedimientos, admite que el sistema automatizado no es distinto al manual pues “las trampas no son tecnológicas, son humanas”. Insiste en que la inyección de votos no existe, así como tampoco es posible que alguien más pueda votar en nombre de otra persona ya que en el sistema de cada mesa tiene cargadas todas las huellas correspondientes a las cédulas que deben votar allí; es decir que una persona puede ir y poner su huella, pero el sistema no va a hacer match porque no encuentra correspondencia. Admite lo que el dirigente estudiantil asoma: “el presidente de la mesa puede autorizar un número limitado de veces que aun cuando no haya match la mesa pueda ser abierta”, aunque asevera que se ha solicitado al CNE que el límite de veces por mesa sea cuatro, ya que la misma entidad ha emitido que la data de casos que se presenten debe ser inferior a 161 mil electores, “eso incluye a la gente que no tiene manos, las personas que no se le lee la huella por la vejez o la gente que tiene un trabajo muy rudo y han perdido las huellas y por lo tanto la máquina nunca hace match”.

Vicente Díaz expone que una vez que la mesa es cerrada no hay manera de volver a abrirla. El software lo impide. Aclara, sí, que el mecanismo de una posible trampa está en dejar las máquinas abiertas y movilizar a personas para que acudan a votar fuera de hora. Concuerda con Bruno Gallo al acotar que “ellos (los partidos oficialistas) hacen ese último esfuerzo organizacional basado en el chantaje, el reparto de dinero”.

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Los casos en los que la máquina deba abrirse de manera manual, y no a través de huella, son registrados en el cuaderno para luego realizarse una auditoría de incidencia de cada mesa de votación, que es donde “se verifica que las huellas dactilares no se repitan”, indica Díaz. En caso de que alguna lo haga, el CNE debe enviar el asunto a la Fiscalía pues se trata de un delito de usurpación de identidad. “Si hay complicidad del presidente de la mesa o los testigos, obviamente habrá votos con gente multi cedulada o gente que no presentó la cedula de identidad. Es importante que esa auditoria se haga y que estén presentes representantes de la oposición y técnicos para verificar que estos casos no suceden”, agrega el exrector.

En cuanto los rumores sobre personas con dos números de cédula distintos, el sistema no podría detectar la repetición de una huella pues las mesas solo tienen registrada el total de huellas que corresponde a la misma. Es por ello que previo a los comicios se realizan la auditoría de huellas dactilares donde “cada huella se compara con la de 21 millones de electores. Si hay coincidencia pasan a una mesa técnica donde unos dactilógrafos dicen ‘sí, hay que sacarlos’, o dicen ‘no hay que sacarlos porque hay puntos de coincidencia, pero también de diferencia”, explica Bruno Gallo.  Asimismo, aclara que las especulaciones sobre votantes con número de cédulas de personas fallecidas son posible solo si una persona registra su huella dactilar con la cédula del difunto. Indica que esto requiere de un esfuerzo mayor, pero que puede pasar como consecuencia “de un desorden administrativo desorganizado. Hay que insistir auditorias de registro electoral más profunda; habría que insistir en que los familiares vayan al CNE con el acta de defunción para que se excluya a la persona del sistema e incluso lo lógico es que el Registro Civil semanalmente pasara al CNE un registro de las defunciones y que automáticamente fuese excluida, pero eso no está pasando con la seriedad que debería ocurrir”.

¿Voto secreto?

En diciembre de 2005 se llevaron a cabo en Venezuela elecciones parlamentarias. En aquel entonces una alerta de la oposición comenzó a tomar las calles: no había garantías ni confianza en el CNE y se colocaba en tela de juicio la certificación de que el voto se mantenía secreto. “Se demostró que podía quedar clara la secuencia de voto, es decir si pasaste por la maquina A de primero y el primer voto es de Pedro Pérez, de ahí en adelante el orden en que habían ido entrando los votos quedaban registrados”, recuerda Bruno Gallo. El analista detalla que pese a que los técnicos del CNE informaron que generarían un software que mantuviera aleatorio el orden de los votos, “la oposición insistió que se iban a abstener porque se estaba violentando el derecho al secreto del voto”. Así ocurrió.

CNEfoto3Fue entonces cuando Gallo decidió elaborar un folleto denominado Mitos y realidades del sistema electoral venezolano del que se imprimieron “diez millones de copias; pero, después el CNE lo sacó de circulación porque estoy convencido que a ellos le interesa que la gente se crea los mitos, entonces no quiere desmentirlos”, agrega. En el compendio, Gallo explicaba que al momento en que se generó la polémica los técnicos del CNE “de inmediato comenzaron la elaboración del software que lo que hace es romper la secuencia del voto y el elector”. Es decir, en las elecciones de 2005 ya se contaba con un sistema que registraba de manera aleatoria los votos de cada elector. “Tampoco es que era preciso averiguar quién votaba por quién porque en la cola se cambiaban los votantes o en la mesa se adelanta un elector a otro, pero se podía intuir”, manifiesta.

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Declara, además, que con los años el sistema ha ido obteniendo mejoras, y ahora conocer por quién vota cada ciudadano “es algo imposible (…) a menos que alguien te acompañe a votar y ese alguien sabe por quién votaste; esa es la razón por la que se insiste tanto en evitar el voto asistido”.

El exrector del CNE Vicente Díaz insiste en que se debe impedir el voto supervisado, un trabajo que le compete directamente a los testigos de las mesas. “Es responsabilidad de los miembros de mesa y los testigos evitar que se obligue a las personas a ir con un acompañante profesional puesto por el gobierno para que la gente vote por el gobierno. Debe pararse el acto de votación inmediatamente si ocurre”.

Asimismo, Díaz sostiene que el secreto al voto no es vulnerable; ni siquiera si se presentara una situación en la que una mesa debe ser impugnada por irregularidades con las auditorias de huellas digitales en las que conste que un elector votó en dos ocasiones. Aunque Díaz mantiene que este hecho “ha sido nulo, marginal”, si llegase a ocurrir no puede anularse el voto de un elector puesto que “no sabes a quién se lo dieron y puedes perjudicar a un candidato”. “El voto es sumado y queda de parte del CNE y los partidos que estuvieron presentes en la auditoría tomar acción de ello”, añade Vicente Bello.

CNEfoto2La solicitud para que se reglamente el voto asistido ha sido una lucha que no para, pues los expertos aseguran que es la única manera en que el secreto del voto sea vulnerado. “En un país donde el gobierno insiste que no hay analfabetismo, solamente el que es ciego debe tener voto asistido. Nosotros creemos que debe reglamentarse y establecer claramente cuáles son las condiciones para que se aplique. El porcentaje de ciegos, ancianos y analfabetas no es tan alto como para que en una mesa se asista a 30 o 100 personas”.

La «caja negra» de la totalización

Los rumores corren como pólvora cuando de contar los votos se trata. No hay quien detenga las especulaciones que afirman a puerta cerrada los resultados cambian. “Mejor no votes nulo porque igual usarán tu voto”, fue el consejo que Josefina Uriarte dio a su hermana quien aún duda de si es correcto participar o no el 20 de mayo.

La Ley Orgánica de Procesos Electorales establece que los votos serán nulos cuando “el elector o la electora no seleccione candidato alguno o candidata alguna”, cuando “caduque el tiempo previsto para ejercer su derecho” o cuando “la boleta electoral se encuentre mutilada o destruida con pérdida de sus datos esenciales impidiendo la determinación de la intención de voto del elector o de la electora”. Para efectos de sumar puntos a un candidato, si el comprobante del voto presenta los elementos anteriormente mencionados, el voto no tendrá incidencia.

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“Los votos nulos sí son contados, pero no eligen”, dice con calma Vicente Bello. Bruno Gallo, por su parte, explica que el ticket que emite la máquina de votación identifica si el voto es nulo en el sistema por lo que “si es utilizado entonces estaría existiendo una inconsistencia en la totalización; y algo que nunca ha pasado es que haya inconsistencia numérica. Nunca ha pasado que entre lo que está en la máquina y lo que está en la caja no coincida, ni siquiera en el caso de Bolívar porque lo que pasó fue otra cosa”.

El 15 de octubre de 2017 Tibisay Lucena anunció como ganador de las elecciones regionales en Bolívar a Justo Noguera, el del PSUV. Andrés Velásquez, su contendor, denunció fraude y, días más tarde, mostró actas impresas por las máquinas que evidenciaban números distintos a los reflejados en la página web de resultados oficiales del ente electoral. Siete meses después, el CNE no ha dado respuesta a la impugnación.

Vicente Bello esclarece que en la sala de totalización -donde hay presencia de testigos de los candidatos nacionales- los votos no pueden ser cambiados. Explica que, en el caso de Bolívar, los registros que tenían a la mano los testigos de Andrés Velásquez no coincidían con “los resultados publicados por el CNE”, pero que la trampa no estuvo en Caracas sino en la Junta Regional del estado Bolívar, donde los reportes de once mesas fueron alterados.

Por otro lado, Vicente Díaz insta a que los resultados se comuniquen mesa por mesa, pues fue justamente lo que no se hizo el 30 de julio con las votaciones para la asamblea constituyente, cuando “la sala de totalización arrojó un resultado y luego se leyeron otros”. “Eso fue lo que denunció Smartmatic y tiene que ver con una manipulación con la comunicación; informan un resultado diferente al que dio la sala de totalización y para ocultarlo no dan el resultado mesa por mesa, sino un total nada más”.

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El exrector, considera que si el proceso electoral se realiza como está previsto en las leyes, todo debería funcionar sin manipulaciones ni inconsistencias. Alerta que “mientras más tenga el gobierno en contra a la opinión pública, peores van a ser las condiciones electorales” ya que el oficialismo quiere ganar “en la mesa técnica lo que se le dificulta ganar en la calle”. No obstante, invita a los venezolanos a superar esas dificultades con el voto. “Desde el primer día que entré como rector dije que el proyecto político tenía como objetivo hacer que el venezolano se desenamorara del voto, conducir a Venezuela a una institución como la de Cuba donde la creencia de que el voto es el mecanismo para lograr los cambios desaparezca”.

Los vaticinios que se equivocan

Las campañas siempre van acompañadas de análisis y encuestas que favorecen a los candidatos. En octubre de 2017, la afirmación de que la oposición podría obtener 18 estados si la participación superaba el 65% se diluyó en un abrir y cerrar de ojos. De 24 estados tan solo 5 fueron conquistados. En 2018 el asunto vuelve a decirse públicamente, cuando se afirma que con una participación superior a 65%, Henri Falcón pudiera dar el batacazo y sacar más papeletas que Nicolás Maduro.

Roberto Abdul, director de la Asociación Civil Súmate, infiere que afirmar que un candidato tiene ganada las elecciones según lo que arroje una encuesta es “una simplificación y un error metodológico fundamental”. El problema no se presenta en el número de personas que pueden participar en el sufragio sino en quiénes lo hacen. “Las encuestas son estudios de opinión y la gente puede cambiar su opinión en el transcurso del tiempo”, comenta.

CNEfoto1Para Abdul, hay una serie de elementos que interfieren y que pueden generar que el final no sea el proyectado en un estudio: omisión de su verdadera intención en la encuesta, que se retractara a la hora de participar o que su opinión fuese influenciada por un factor externo. Detalla también que la diáspora es un componente importante a la hora de elaborar escenarios. “Hay gente que la sitúa sobre los dos millones o tres millones de personas; eso podría hacer que el registro no sean 20 millones sino 18 millones porque hay personas que aparecen inscritas en Venezuela y no pueden ejercer el derecho al voto en el exterior. Entonces te lanzas unas proyecciones con base a una población que no está allí”.

Por su parte, Félix Seijas, director de la encuestadora Delphos, aclara que “los estudios lo que hacen es mostrarte una fotografía del momento y los comandos de campaña los utilizan para reforzar sus estrategias para atraer votos a su favor”. Recuerda que hay factores que surgen y “que pueden sorprender” tomando en cuenta que los resultados que se dan cerca de las elecciones “pueden ser más significativos”, pero al final del día no son necesariamente irreversibles.

Puntualiza que en octubre ocurrieron tres cosas: “Primero, hubo un voto dormido del chavismo que se pensó que no se activaría y se activó. Segundo, el Gobierno complicó en las regiones urbanas la asistencia a los centros de votación reasignándolos. Y, por último, la migración”. Especifica que este último es un gran detalle “sobre todo en elecciones que son grandes y puede terminar importando en espacios reducidos”.

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