Opinión

¿Estamos en medio de un ajuste?

Es común la discusión entre economistas si el gobierno de Nicolás Maduro está realizando un ajuste económico para estabilizar la economía y permitir superar la situación de grave crisis que vivimos.

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bolsas de comida CLAP
Por Asdrúbal Oliveros @aroliveros / Foto: RONALDO SCHEMIDT / AFP

Algunos signos y hechos llevan a considerar esto a saber:

1. En el primer semestre del año, el Ejecutivo recortó el gasto público en términos reales. La caída es de 40% comparado con el mismo período del año anterior.
2. Las importaciones de bienes y servicios en el mismo período se han contraído 46% en base interanual
3. La liquidez monetaria también está cayendo en términos reales, impactando el crédito y el mercado cambiario.
4. La tasa Simadi / Dicom se ha depreciado en forma significativa desde su puesta en marcha y se ha reducido la brecha entre ésta y la tasa paralela.
5. Los precios de una cantidad representativa de bienes y servicios se han venido ajustando, lo que sugiere un abandonado de facto del férreo sistema de control de precios vigente desde 2003.

Estos datos y muchos otros avalan la tesis de que el Ejecutivo viene realizando un ajuste macroeconómico que en el mediano plazo tendrá beneficios. Sin embargo, somos de la opinión que esto es una verdad a medias. Veamos por qué. Si bien El Ejecutivo ha recortado el gasto y las importaciones, ha reducido la brecha en el mercado cambiario, entre otros puntos, Venezuela se encuentra lejos de un programa de estabilización que permita recuperar la senda de crecimiento y generar bienestar a la población, que son los objetivos claves de un programa de este tipo.

¿Qué le ha faltado a este “ajuste”? Conviene señalar algunos elementos que faltan para lograr estabilizar la economía venezolana:
– En primer lugar, este ajuste llevado a cabo en la primera mitad del año se ha hecho en ausencia de liquidez externa dada la negativa del gobierno venezolano de acudir a los organismos multilaterales (FMI, BM, BID, entre otros) y la imposibilidad de acceder a los mercados internacionales dado nuestro nivel de riesgo-país. Esto ha provocado que el recorte de importaciones sea altamente costoso afectando al sector empresarial (ausencia de divisas para la compra de materias primas y bienes intermedios) y a los consumidores que se enfrentan a una menor cantidad de bienes y servicios profundizando la escasez y el desabastecimiento.

– No hay una política antiinflacionaria, que es el mayor flagelo que enfrentan los venezolanos, especialmente los más pobres. La inflación lejos de ceder se acelera: de acuerdo a la medición que realiza Ecoanalítica, en enero de este año la inflación interanual se ubicaba en 242,4 % y para agosto ya alcanza 452,5 %.

– Aunado a lo anterior, no hay una efectiva política social que permita mitigar los efectos de la aceleración de la inflación en los estratos más vulnerables. Hasta ahora, el Ejecutivo solo ha ensayado la puesta en marcha de los llamados Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) pero con un impacto limitado (menos de 5% de la población objetivo) y la entrega de las llamadas tarjetas de Misiones Socialistas a un universo de 500.000 hogares.

– Respecto al tema fiscal, si bien en la primera mitad del año se ejecutó un recorte del gasto público considerable, la situación ha empezado a cambiar en las últimas semanas, sugiriendo que el Ejecutivo se prepara a una mayor ejecución presupuestaria de cara al cierre del año y por los incentivos políticos presentes. En ningún momento hemos estado en frente de un proceso ordenado de corrección fiscal estructural ni mucho menos hemos realizado una reforma fiscal para optimizar el apartado de los ingresos y/o revisión de subsidios.

– En materia cambiaria, lo hecho en el Dicom dista mucho de ser una estabilización del mercado paralelo de divisas. El Ejecutivo sigue mostrando resistencia a unificar las tasas de cambio y si bien, el esquema ha tenido una depreciación significativa no opera como un verdadero mercado, ni siquiera una mesa de dinero. El esquema sigue siendo enteramente discrecional y poco transparente. Por otro lado, el grueso de las divisas, de acuerdo al Banco Central de Venezuela se siguen entregando a la “tasa protegida” (Dipro) de 10 bolívares por dólar.

-En materia de precios, más que un desmontaje del control lo que se ha producido es una implosión del mismo. Formalmente sigue estando presente en muchos bienes y servicios, mientras que otros son importados a tasa libre y otros son ofrecidos en mercados negros o informales. Lo grave de esta situación lo recogemos en Ecoanalítica a través de nuestro estimado de inflación subyacente cuya tasa interanual pasó de 414,5 % en enero de este año a 1.107,8 % en agosto, reflejando que el problema está lejos de resolverse.

Pudiéramos seguir enumerando otros factores que nos llevan a considerar que el Ejecutivo no está realizando un programa de ajuste y estabilización, pero estos nos parecen los más relevantes. Cabe preguntarse entonces: ¿Qué es lo qué está haciendo el gobierno? Para decirlo lo más sencillo posible lo que el gobierno hace es moverse en un horizonte de menores ingresos tanto externo como fiscales e intenta reducir y cerrar la brecha externa con un ajuste vía cantidades, sin cambios profundos en los postulados del modelo económico.

La consecuencia de esto es que si bien la economía se ha movido a una nueva posición de equilibrio, esta no es la mejor. Venezuela va a cerrar 2016 con una contracción económica de 11,3% comparado con 2015, una inflación superior a 500%, un recorte de importaciones cercano a 45%, elevados niveles de desabastecimiento y escasez y un sector privado operando a menos de 40% de capacidad. Un ajuste costoso e ineficiente. Incluso, un ajuste peor que los llamados ajustes neoliberales que el chavismo ha denunciado en el pasado: pues la gente sufre los rigores de las medidas sin un horizonte de mejora en el corto y mediano plazo.

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