Economía

Una brecha difícil de cerrar

Los economistas lo repetimos hasta el cansancio: Venezuela tiene un grave problema externo, un déficit de balanza de pagos que ronda los $15.000 millones para este 2016. ¿Qué significa esto?

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puerto cabello
Por Asdrúbal Oliveros @aroliveros

Este año los ingresos en divisas por exportaciones (la mayoría por petróleo) estarán en torno a $25.000 millones, mientras los egresos en divisas (principalmente importaciones de bienes y servicios y pago de servicio de la deuda externa) será de $40.000 millones.

Es importante tener en cuenta el orden de magnitud de lo que aquí hablamos: esos $40 mil millones implican una contracción de más de 45% en las importaciones de bienes y servicios en base interanual, un ahorro de un poco más de $3.000 millones en el servicio de la deuda de Venezuela con China y la entrada de capitales por parte del sector privado. Sobre este último punto, es importante destacar que 55% de las importaciones del sector privado en el primer semestre fueron financiadas con divisas propias o mercado paralelo.

Dicho de otro modo: con todo lo que el gobierno ha hecho (y con la cuota de sacrificio que implica para el país y su gente) la brecha externa no desaparece y se mantiene en torno a los $15 mil millones. Por supuesto, en un escenario en que no hubiese habido recorte de importaciones y otros ajustes, el déficit externo estaría más cercano a los $ 0.000 millones.

¿Qué implicaciones tiene el déficit externo para la economía del país? Lo primero es que no podemos esperar que las divisas fluyan y más cuando el sector público concentra para sí la mayor parte de ellas (en el primer semestre de este año, 65% de las importaciones fueron hechas por el Estado de acuerdo a los datos recabados por Ecoanalítica), por lo que tampoco la situación de escasez y desabastecimiento va a tener una mejora estructural.

Segundo, la presión sobre la inflación seguirá estando presente, además de la presión sobre los mercados negros e informales pues continuará el descalce entre la oferta y la demanda.

Tercero, la posición de activos líquidos externos de la República quedará bastante disminuida y con poco margen de maniobra de cara al 2017.

La gran pregunta actualmente es si el Ejecutivo podrá repetir en 2017 la fórmula aplicada en 2015-2016 y seguir recortando importaciones y desacumulando activos externos. Una cesta petrolera que promedia en lo que va de año un poco más de $32 por barril y una producción petrolera con tendencia a la baja, configuran una contracción aun mayor de nuestros ingresos en divisas.

Por el lado de los egresos, tenemos que nuestras importaciones se encuentran ya en torno a niveles mínimos, por lo que es crítico y riesgoso para el Gobierno seguir apelando a la contracción de las compras externas para generar base de caja, ya que podría acarrear (o agravar) la crisis alimentaria y sanitaria en el país. Aunado a un complicado cronograma de pagos de deuda externa para el próximo año, con pagos de $10.384 millones (sin incluir el servicio de la deuda con China), y con una posición externa mucho menos sólida, plantea una situación mucho más complicada de la que vivió el país este año, especialmente si no hay cambios en el modelo económico.

El Ejecutivo frente a este problema se aferra a dos elementos: el primero, las inversiones externas en el Arco Minero y una subida en el precio petrolero. En el primer caso, es prematuro evaluar su impacto financiero en el flujo de caja pues la mayoría de los acuerdos son preliminares y no se han concretado. En el caso del petróleo, si bien los analistas esperan un leve repunte para 2017, esta alza es insuficiente para que Venezuela pueda cerrar la brecha externa y postergar medidas dolorosas.

Venezuela necesita un cambio de timón en el manejo económico que permita con reformas estructurales y acceso a recursos externos cerrar la brecha externa y resolver los desequilibrios macroeconómicos que permitan sanear la economía, para generar bienestar en los agentes económicos. La restricción externa no podrá resolverse con paños calientes, y más en un contexto en que la nación no cuenta con activos líquidos en el extranjero para liquidar y seguir corriendo la arruga.

Con otro equipo, con un plan coherente y creíble y una excelente estrategia de comunicación, Venezuela puede superar esta grave crisis que vivimos, acceder a los mercados y entrar en una senda de crecimiento que permita al país recuperar el tiempo perdido. Cuanto antes, mejor.

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