Opinión

Ecarri y "lojanalistas", silencios y contradicciones

Los partidos de oposición tienen una larga lista de desaciertos, pero no es el gobierno quien lleva esa cuenta y se encarga de recordárselos, al menos no directamente. Esa tarea pareciera ser exclusiva de Antonio Ecarri y de “lojanalistas”, quienes no solo coinciden en las críticas hacia María Corina Machado, sino también en varios elementos de un discurso que aquí intentamos identificar

ecarri
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Aunque parecieran deambular por senderos diferentes, Antonio Ecarri y un grupo de analistas sobre política en X y cuentas desinformativas aparecidas de repente -les llaman lojanalistas– comparten varios argumentos discursivos. Y no solamente en relación a las críticas que le hacen a la campaña del candidato unitario Edmundo González Urrutia, como antes también lo hicieron con la elección y el resultado de la primaria del 22 de octubre, con la inhabilitación del Tribunal Supremo de Justicia, la sustitución por Corina Yoris, con el supuesto llamado a la abstención y hasta con la reunión con Manuel Rosales que finalmente pasó el 19 de abril. No, la relación entre ambos sobrepasa eso y deja ver una prepotencia argumental de su narrativa entre tweets y tweets.

Tanto Ecarri como lojanalistas hablan desde una supuesta superioridad moral. El primero se refiere a una “doble dictadura” (señalando a los partidos de oposición de ser cómplices de los crímenes de lesa humanidad cometidos en el país) para intentar proyectarse como una tercera vía en nombre de la educación.

Los segundos se dan aires de supremacía intelectual, mirando más allá del bien y del mal y exigiendo la eliminación de las sanciones porque debemos comprender al otro, aunque “el otro” sea responsable de la migración de más de siete millones de venezolanos y de una emergencia humanitaria compleja generada antes de las primeras acciones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos sobre la economía de Venezuela.

Luces para un pueblo inepto

Empecemos por el primero. Desde que comenzó el año 2024, un par de cosas resaltan en el discurso de Ecarri cuando habla de su candidatura: educación y referencias históricas.

La primera, en efecto, es un problema y los datos la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de 2023 así lo demuestran. Pero pareciera que ese no es el fondo de la preocupación de Ecarri, quien más bien repite con un estilo populista de los 90, la vieja idea positivista del siglo XIX que justificó a Antonio Guzmán Blanco y legitimó a Juan Vicente Gómez: la política solo sirve para los más aptos, el pueblo es inepto y por eso necesita luces (Simón Bolívar dixit). Algo con lo que simpatizaba la imagen estelar de su tolda: Arturo Uslar Pietri, quien se negaba a la ampliación democrática en los años 40.

Lo otro tiene que ver con las referencias históricas: Ecarri, quien debería estar por cumplir los 50 años, se esfuerza mucho por sonar como un señor que ha leído bastante de historia, lo cual no ponemos en duda, pero eso es una cosa y descontextualizar el pasado con fines populistas es otra muy diferente.

Por ejemplo, el 10 de abril de este año declaró ante Unión Radio que quería seguir los pasos del presidente Rómulo Betancourt, con quien Uslar Pietri no solo tuvo varias discrepancias, sino con quien el mismo Ecarri ha dejado claro que no comparte ideas: en un tweet el 4 de febrero de 2024 dijo que no celebraba golpes y comparó el intento de golpe de Hugo Chávez con el 18 de octubre de 1945, fecha cumbre en la trayectoria política de Betancourt. Y el 27 de febrero, a propósito de los 35 años del «Caracazo», no tardó en criticar la democracia renacida en 1958 por el Pacto de Puntofijo, que fue firmado también por Betancourt y su partido.

Todo eso aparte de las constantes exaltaciones que hace de la figura de Simón Bolívar y el procerato de héroes de la Independencia, una constante en la forma de hacer política en Venezuela, al menos desde el siglo XIX. En este sentido, el planteamiento histórico de Ecarri no es nuevo, no está descubriendo el agua tibia: es igual de contradictorio y partidista como otros relatos políticos del pasado.

Ni buenos, ni malos

Lojanalistas también hacen lo suyo, pero en lugar de referirse a ejemplos históricos, lo hacen con teorías de las ciencias políticas: que si realpolitk para acá, que si Maquiavelo para allá, citas de consultores políticos en inglés y en español, fotografías con tazas de café con el Ávila o el Parque del Este de fondo y una larga lista de elementos que, para ellos, probablemente signifiquen una cosa: que gozan de autoridad intelectual, de un conocimiento superior al que los mortales no podemos acceder porque nos expresamos solo desde la emoción y la búsqueda de likes, como si eso pudiera invalidar nuestras opiniones. O peor: como si ya no hubiera suficiente censura en los medios como para que también debamos limitarnos en las redes.

Hay una contradicción en los argumentos esgrimidos por lojanalistas contra quienes no apoyan sus ideas en X: el primero es que afirman que la sociedad venezolana está harta de la política (otra vez la idea del pueblo inepto) y solo está pendiente de resolver su día a día, a la vez que dicen que hay una recuperación económica en marcha porque Zara vendió más de 1,3 millones de dólares en cuatro días y Karol G llenó el Estado Monumental de Caracas. ¿Si hay recuperación económica por qué la gente busca resolver su día a día?

Aparte, señalan a las redes como una burbuja mínima que no refleja un porcentaje importante de la población, pero, ¿acaso ellos no viven ahí todo el día intentando posicionar en la opinión pública matrices interesadas? ¿Por qué?

¿Silencio cómplice?

Aunque venían desde hacía varios meses mostrando las mismas costuras, Ecarri y lojanalistas se empataron en octubre de 2023 cuando se anunció el referéndum consultivo en torno a la situación con el Esequibo.

Estuvieron entre los primeros en defender la jornada convocada por el gobierno, haciendo gala de un exagerado y sorpresivo nacionalismo, señalando de apátridas a todos aquellos que cuestionasen esas nuevas y sospechosas preocupaciones. Y la respuesta de ese chovinismo no podía ser más clara: ambos exigían desde muchos medios el fin de todas las sanciones sin distinción, institucionales e individuales, yendo a programas afines a la narrativa oficial y atacando a los periodistas críticos.

Sin embargo, en ese extraño discurso nacionalista hace falta algo: al menos una mención, por pequeña que sea, de la sistemática violación a los derechos humanos en el país y que ha sido ampliamente denunciada en largos y numerosos informes documentados, expuestos en organismos internacionales.

Pocas veces, por no decir nunca, se les lee a Ecarri y a lojanalistas algún tweet denunciando las persecuciones políticas contra los ciudadanos, o alguna crítica a una declaración de algún funcionario del gobierno que socave los derechos fundamentales. La mayoría de los dardos van dirigidos a los partidos tradicionales, a enumerar sus muchos desaciertos, siendo el flanco principal su cabeza actual: María Corina Machado.

Sobre todo lo demás, silencio…

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