Ceniciento: la mágica y acelerada historia de Dembélé

«Se pasaba el día jugando con el balón, yo era bastante estricta con sus salidas, pero lo aceptaba porque él solo quería jugar y jugar. Se pasaba horas. No era como otros niños, él era feliz con un balón y desde pequeño sabía que quería ser profesional», contó Fátimata Démbéle, la madre del futbolista, al diario francés L’Equipe.
«Dembouz», como le llaman sus allegados, nació en Vernon, un pueblo de 25 mil personas en Normandía, el 14 de mayo de 1997. La familia se componía del jugador y tres hermanos; dos hembras y un varón. Le atraía mucho el fútbol sala, de allí su capacidad para regatear en corto. Pero a los 13 años, cuando el Rennes lo sumó a sus filas, tuvo que tomar una decisión y se alejó de los partidos 5 contra 5.

La madre de Démbéle es de Mauritania, un país africano que acaba de aprobar una reforma constitucional que le permite al presidente, Abdel Aziz, suprimir al Senado y cambiar la bandera. Con Mali (de donde es el padre de Démbéle), es una de las grandes canteras de grupos radicales a favor del yidahismo.
Muchos niños en Mauritania no tienen ni tendrán la oportunidad de Démbéle. Por ley natural, si la madre es esclava, los hijos heredan ese estigma. Según la ONG Global Slavery Index, lidera el ranking mundial de países esclavistas, con 155 mil esclavos, equivalentes al 4% de la población. «Lo único que hizo la colonización francesa fue prohibir su venta pública en los mercados, pero perpetuó el fenómeno», dijo Biram uld Abeid uld Dah, activista de los derechos humanos, galardonado en 2013 por la ONU.
Biram, en 2015, fue condenado a dos años de prisión por organizar una caravana contra la esclavitud. «Tras su prohibición en 2007, un solo caso de esclavitud ha sido juzgado en los tribunales, y la condena de tres años al culpable no se cumplió, pues salió a los ocho meses», explicó Aminetu Mint Moctar, otra activista reconocida en el país. De acuerdo con cifras extraoficiales, que maneja la agencia EFE, el poder político, económico, jurídico o militar es manejado «por un 30% de la población que es blanca».
Tal vez por eso, agradecido por el futuro que encontró en Francia, el jugador llama a su mamá como «La patrona» o «Mi faro». Ella se encarga de su carrera, al lado del abogado Badou Sambague. Así, cada paso de «Ous», como le bautizaron los medios de comunicación, no ha sido casual.
Ante la ausencia del padre, fue el progenitor de un amigo, Moustpha Diatta, quien lo escribió en un equipo. A partir de allí, de jugar en canchas de tierra, su ascenso fue vertiginoso. En 2014, fue Fátimata quien le convenció  para que firmara su primer contrato profesional con el Rennes, a pesar del interés de media Europa en él. El jugador estaba molesto porque veía pocos minutos. El entrenador Phillipe Montainer no estaba muy de acuerdo con la idea por considerarlo físicamente débil. De hecho, Samuel Umtiti le dio la bienvenida al Barcelona llamándole «Mosquito», y eso que ha ganado casi 8 kilos en los últimos tres años.
A los 17 años convirtió 13 goles en 18 partidos con el filial del Stade Rennais, que milita en la Cf2 (quinta categoría del fútbol francés). Después de estampar su rúbrica, en la Liga 1 marcó 12 goles y asistió 5, para ser elegido el el Mejor Futbolista Joven, lo que le valió el llamado a la selección absoluta. Ningún otro director técnico debe estar tan contento con la «caída del cielo» de este fruto como Didier Deschamps. Imaginar lo que puede hacer al lado de Kylian Mbappé causa escalofríos.

Admirador de Beckham, «todo comenzó por un tío que me regaló una camisa de David», suele decir, su estilo está más cerca de la voracidad con la que Messi o Neymar se comen el último tercio de la cancha. De hecho asegura que estudia a esos dos jugadores. Y en muchas entrevistas ha respondido que es zurdo, ante la confusión por su capacidad para hacer goles con cualquier pierna. Sin embargo, muchos le comparan con el enemigo número 1 del club blaugrana: Cristiano Ronaldo. El también francés, Mikael Silvestre, exjugador del Manchester United, aseguró que le recordaba al CR7 cuando estaba con Los Diablos Rojos.
El 12 de mayo de 2016 y después de forzar su salida de Francia, firmó por 5 años con el Borussia Dortmund. La transacción fue por 15 millones de dólares. Apenas jugó una, tras anotar 10 veces y ceder en 21 oportunidades balones que traspasaron la raya, entre copas, liga y tornos internacionales. Ahora, llega al Camp Nou, con un enorme cero al lado de los 15 que canceló el equipo alemán (si sumamos las variables). Vestirá el 11, mismo número que Neymar dejó para irse, paradójicamente, a Francia.

El tiempo dirá si lo de Démbéle es un dinero bien invertido. Según la web especializada Transfermarkt su verdadero valor es de 33 millones de euros. Pero en la ley de la oferta y la demanda manda el que tiene lo que el otro desea y como están las cosas, parece que no hay cosecha en La Masía. Después de sacar 222 millones de euros para liberarse del Barcelona, la operación Neymar ha cambiado el mercado de al forma que los pobres no podemos entenderlo.
El tiempo también dirá si Démbéle ha entendido todo lo que ha pasado en apenas seis años y si su tendencia a amotinarse cuando le llega una nueva conquista se detiene al lado de Messi. No deja de ser sospechoso, en todo caso, que una directiva que no supo cuidar a sus mediocampistas esté dispuesta a pagar lo que sea por jugadores sin pausa, cuya única meta es el gol.]]>