El futuro de Venezuela continúa por un recorrido oscuro, incluso hasta finales del Siglo XXI. Sin embargo, elementos de la ciencia ficción más conocida en la cultura quizá es capaz de transformar el pasado con robots y viajes en el tiempo. Esta es otra entrega del vaticinio distópico e insondable del futuro.
Sí hay mal que dure cien años. Para el año 2092 el chavismo se mantiene en el poder y el lugar de Venezuela en el mapamundi es representado básicamente con un hueco. No hay manera de obtener información sobre los 30 millones de habitantes que allí vegetan nutriéndose sobre todo por fotosíntesis. Un grupo de científicos en el exilio encabezados por Leopoldo Reif, sobrino-biznieto del recordado ex presidente del MIT , decide que muerto el perro se acabó la rabia y desarrolla el T-1958, un cyborg de metal líquido y apariencia moldeable que puede enviarse a través del tiempo para acometer cirugías plásticas del pasado.
Misión Niña Bonita
Los cerebros venezolanos, que tal como ocurrió con la MUD hace 80 años nunca se terminan de poner de acuerdo, votan en principio por evitar un uso indiscriminado de la violencia cibernética que deje traumáticas secuelas históricas y envían en principio un T-1958 con la apariencia de Jesús Miranda, alias “Chino”, popular cantante de boleros de principios de siglo. Su objetivo es llegar al estado Barinas en 1952, seducir a la mamá de Chávez, Elena (entonces una llanerita de 17 años no demasiado atractiva) y convencerla de la importancia de la planificación familiar.
Lamentablemente la misión fracasa cuando el futuro papá de Chávez, el joven aspirante a maestro y simpatizante copeyano Hugo de las Reyes, una vez que le han soplado el bistec, adquiere condiciones extraordinarias para la composición musical y empieza a cantarle a Elena un tema irresistible cuya letra dice: “Las lagrimas aprenden a reír” . Hugo y Elena se casan y la dama llanera procede a parir como coneja hasta seis muchachos, entre ellos el segundo, Huguito.
Misión Santos Luzardo
Un segundo robot T-1958 que puede adquirir la apariencia de Emilio Lovera, principal pensador de finales del siglo XX, es enviado al año 1965, cuando Huguito tiene 11 años. Su objetivo es hacerse pasar por maestro de primaria e inculcarle al niño la noción racional de la inexistencia de los iluminados. La misión marcha a la perfección hasta que, durante el período vacacional, el pequeño se baña en un pozo barinés y se le aparece una rara visión de Simón Bolívar con efecto de halo que le declama unos versos de Silvio Rodríguez.
Misión Base por Bola
Un tercer robot T-1958 con el aspecto de Omar Vizquel, recordado jonronero de un deporte descontinuado llamado béisbol, es enviado al año 1972 con la misión de hacerse pasar por scout de Grandes Ligas, suministrarle al adolescente Hugo en la cachapa sustancias ilícitas que incrementan el rendimiento deportivo (entonces indetectables), ponerle a lanzar una recta de 101 millas por hora, convencerle de que tiene futuro como pitcher zurdo y postergar lo más posible su ingreso a la academia militar. Justo un día antes de firmar con los Medias Rojas de Boston sale a festejarlo con Castigo Pacairigua, una noviecita de increíble belleza a quien desde ya mientan la Ornella Muti venezolana, al prospecto de 18 años se le destrozan los ligamentos del codo luego de una sesión particularmente violenta de sexo sadomasoquista, se retira de manera prematura y poco después se hace cadete.
Misión Avatar
Los científicos venezolanos empiezan a perder la paciencia (y los reales) y mandan un cuarto robot T-1958 similar a Juan Requesens, el más papeado e intimidante de los diputados opositores que lucharon para deponer al chavismo a principios de este siglo y murieron en el intento. La misión del T-Requesens es llegar a 1983 y derribar el Samán de Güere en el que los comandantes golpistas están a punto de hacer su famoso juramento. Lamentablemente, Arias Cárdenas convence a última hora a Hugo de que, en vez de un juramento en un samán, es mejor ir a hacer un todos contra todos con unas ficheras de Turmero en un burdel llamado El Araguaney.
Misión Conatel
Posteriormente un T-1958 con la contextura del célebre mártir del periodismo, el casi venezolano Fernando Del Rincón, es enviado al 4-F de 1992 para tratar de tumbar la señal de TV con un pulso electromagnético justo en el momento en que Chávez se rinde y dice “Por ahora”. Sin embargo, por una sospechosa orden del ejecutivo de RCTV Marcel Granier, que luego desaparece sin dejar rastro aquella misma noche, el video es transmitido en cadena en el horario de la telenovela estelar y con remix.
Misión Bera
Ya desesperados, los científicos venezolanos en el exilio deciden enviar por primera vez una T-X, es decir, una Terminatrix. Tiene la apariencia de la recordada vedette venezolano-dominicana Diosa Canales, que en 2018 rompió el récord Guinness de los orgasmos múltiples, y reúne las mejores cualidades de los más destacados políticos venezolanos del siglo XX: el sentido histórico de Rómulo Betancourt, la terquedad de Rafael Caldera, el arrojo de Carlos Andrés Pérez, el sentido común de Eduardo Fernández, el humor de Luis Herrera, la cultura de Uslar Pietri y la capacidad de darle un tatequieto verbal a los chavistas de Henry Ramos Allup.
La misión de la T-X es competir en las elecciones de 1998, ofrecer dinero, bienestar físico y placeres intelectuales a los votantes y ganarle a Chávez con sus mismas armas populistas. Lamentablemente, el papa y futuro santo Juan Pablo II, que entonces todavía tiene una fuerte influencia sobre una entonces popular tribu urbana llamada los católicos, condena desde Roma a la Súper Candidata Demócrata por hacer un mitin en la avenida Bolívar sin ropa interior e insólitamente llama a votar masivamente por Chávez, de quien dice que le vio la paloma del espíritu santo en sueños.
Misión Día del Juicio
Para febrero de 2093, los científicos venezolanos ya están completamente desquiciados y están a punto de enviar al T-Requesens a la toma de posesión de 1999 con una bomba nuclear Satán 2, capaz de destruir un país completo cuando algo tan simple como un viejo detector de metales de los que se usaban en las camionetas para Guatire confirma lo que ya varios sospechaban: que el tal Leopoldo Reif en realidad es un impostor, el Chabusador, un cyborg que tiene incorporado un chip con las múltiples capacidades de transformación de cierto payaso infantil al que conocían como el Moreno Michael y que había sido enviado por el chavismo con los últimos dólares que le entraron a PDVSA con la misión de destruir el futuro y de enchavar todas las anteriores tareas de los T-1958.
Así que toda esta franquicia cinematográfica necesitará lo que en Hollywood llaman un reboot.]]>
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