INFORMACIÓN: ROBERT BURRISS, PSYCHOLOGY TODAY | FOTOGRAFÍA: JAN DE BONT
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La ‘femme fatale‘ es un personaje clásico de las películas noir y las historias de detectives. Estamos hablando de la dama seductora que envuelve a los hombres en una trampa de su propia creación. Al final del cuento, los hombres por lo general se sienten culpables por cometer actos criminales, y se preguntan cómo fueron convencidos de acceder a realizar este tipo de acciones que van en contra de sus principios morales.
Por supuesto, la audiencia nunca tiene la menor duda de cuál fue la razón: el pobre individuo tenía sexo en su cerebro. Y al lado de una femme fatale, nuestro héroe nunca perdió un chance en la intimidad.
Todo esto está muy bien siempre y cuando hablamos de casos ficticios. Sin embargo, ¿una femme fatale puede dominar a un hombre en la vida real? ¿Un buen tipo puede convertirse en un ser despiadado gracias a las artimañanas de una dama sexy?
Esta es una pregunta que se le ocurrió a Wen-Bin Chiou, un psicólogo de la Universidad Nacional Sun Yat-sen en Taiwán. Para responder a la interrogante, Chiou llevó a 74 hombres heterosexuales a su laboratorio. Al principio, a los voluntarios se les mostraron fotografías de mujeres, de las cuales se les pidió que evaluaran su sex appeal. La mitad de los voluntarios vio a un grupo de mujeres sensuales (calificadas previamente por el científico), y la otra mitad vio a un grupo de mujeres no tan agraciadas.
Luego, a estos hombres se les otorgó un sobre que contenía una recompensa por su participación. Todos ellos esperaban recibir 120 dólares taiwaneses (4 dólares estadounidenses). No obstante, una moneda extra de 50 dólares se había colado en sus sobres. ¿Los tipos regresaron el efectivo sobrante?
Bueno, esto dependió de las fotos que vieron. El 78 por ciento de los tipos que vieron las imágenes de las mujeres menos atractivas devolvieron la moneda. Mientras que solo el 54 por ciento de los hombres que vieron las fotografías de las mujeres sexies fueron honestos.
En un segundo estudio, Chiou le mostró las mismas fotos a un grupo de 90 hombres. Posteriormente, se les pidió resolver una serie de problemas matemáticos. Por cada problema que resolvieran en menos de cinco minutos, el investigador les prometió pagarles 20 dólares. Después de los cinco minutos, se les preguntó cuántos problemas habían resuelto. El 60 % de quienes vieron las fotografías de las chicas atractivas ganaron más dinero al mentir sobre el número de los problemas resueltos. Mientras que el grupo de hombres que vio las imágenes de chicas poco agraciadas, solo el 33 % de ellos fue capaz de aprovecharse de esta situación.
En otros estudios realizados por Chiou, demuestran que las mujeres sensuales pueden causar un completo descontrol en los hombres. Por otra parte, otros estudios también afirman que las mujeres heterosexuales no les ocurre el mismo efecto, por el contrario, el hecho de ver un hombre atractivo no hace que pierdan su empoderamiento.
Al parecer, una femme fatale puede hacer que un hombre abandone toda su moral. Pero, ¿por qué?
Chiou cree que es porque las fotografías de estas chicas hermosas hacen que los hombres piensen en sexo y en la manera más fácil de obtenerlo. Sin embargo, a las mujeres no les atraen los hombres muy atractivos. Una investigación realizada por Chiou ha demostrado una y otra vez que ellas valoran a un hombre con recursos. Y para un hombre, actuar deshonestamente es la manera más fácil de impresionarlas.
«Dado que la deshonestidad sirve como una herramienta conveniente y de bajo presupuesto para adquirir recursos como poder, estatus y reputación, los hombres con una motivación elevada pueden comprometerse con comportamientos deshonestos para exhibir estas características a las mujeres y así promover su atractivo hacia ellas», afirma Chiou.
El hecho de que la mayoría de las mujeres no se sientan motivadas en tener una relación con un hombre atractivo, esto no hace pensar en cuán vulnerables pueden ser los hombres solo por una cara bonita. Quizás por esta razón el «homme fatale» (hombre fatal) nunca será el prototipo de villano hollywoodense.
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