Seguro el reportero de turno encargado de entrevistar a Renée, para cumplir con el cuestionario de rigor, que incluye, entre otras fatuas preguntas, la tradicional: ¿De quién estás vestida hoy?, se vio más que tentado por saber el nombre del cirujano plástico, que el del diseñador del trapo que nadie recordará. Es que la actriz asistió al evento acompañada no solo con su esposo Doyle Bramhall sino también con una nueva cara.
Ella es famosa por sus constantes cambios corporales para la interpretación de personajes variopintos, que van desde una regordeta solterona inglesa en busca del amor, en Los diarios de Bridget Jones, hasta una sensual asesina de diminutas proporciones en Chicago. Lo que nadie imaginó es que, cansada de numerosas variaciones en su peso, optaría esta vez por modificar su rasgos más característicos: sus ojos achinados y sus pronunciados pómulos. El cambio de look la dejó luciendo como una versión avejentada de Cameron Diaz y su blanca piel se ve ahora como la de una persona que fue expuesta sin precaución a la inclemencia del sol tropical.