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Mercedes Pulido, retrato de una iconoclasta

Disciplina, entereza, constancia. Son muchos los calificativos que evoca Mercedes Pulido de Briceño, una de las mujeres más importantes de la historia reciente del país. Este 23 de agosto, Venezuela se despidió de una figura que cambió paradigmas y desmontó prejuicios

Fotografía: Roberto Mata
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El fallecimiento de Mercedes Pulido fue inesperado. Una enfermedad desconocida para la opinión pública acabó con su vida este martes 23 de agosto, a sus 78 años. Un tweet de su hijo José Rafael Briceño, también profesor universitario y comediante, indicó lo ocurrido en los 140 caracteres permitidos por la red social: “Hoy a las 2 de la tarde ha fallecido en sana paz y en compañía de su familia Mercedes Pulido de Briceño. Docente, Política, Pensadora y Madre”, rezaba el mensaje de Twitter que se hizo viral ante la falta de información.

Su partida terrenal deja un vacío en las universidades donde impartió su sabiduría. El politólogo y ex candidato presidencial de Acción Democrática Claudio Fermín aún evoca cuando fue su alumno en 1968, en sus cátedras de Psicología y Psicología Social del posgrado en Ciencias Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). La recuerda estricta, disciplinada, alta, esbelta. “Una clase de ella era muy bien preparada, muy bien documentada, muy apasionada. Se tomaba la docencia muy en serio y eso lo hacía sentir a sus estudiantes”, explica.

Desde 1969 fue profesora titular de la cátedra Psicología Social de la UCAB, alma máter donde también impartió clases en la carrera de Comunicación Social. Además, enseñó en la Escuela de Psicología y de Derecho por seis y siete años, respectivamente, en la Universidad Central de Venezuela (UCV), entre 1972 y 1979. Pulido no se detuvo con estudiantes de pregrado: estuvo presente en el posgrado en Tecnología de la Conducta y de Ciencias Políticas en la Universidad Simón Bolívar (USB) entre 1989 y 2004.

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Quienes tuvieron la oportunidad de ser sus alumnos coinciden en que la inteligencia y dinamismo eran de sus mejores atributos. Ángel Oropeza, quien pasó de alumno a colega en la UCAB, estuvo bajo su disciplina cuando la conoció por primera vez en tercer año de su carrera en Psicología hace décadas. “Se distinguía por lo que hacía y lo que sabía. Sus lecciones eran una mezcla de conocimiento enciclopédico con una experiencia de vida que salpicaba todo. Esa era su gran ventaja, podía combinar sus vivencias con la teoría”, explica.

Incluso en sus últimos años de vida, sus clases son irremplazables para sus exalumnos. Alberto Martínez, actual tesista de Comunicación Social de la UCAB, cursó Psicología General, Psicología Social y Opinión Pública con Pulido. “Ella había vivido tanto que todo lo que daba lo relacionaba con su vida y la actualidad de Venezuela. En clases podía hablarte del papel que desempeñó en el Ministerio de la Mujer o en las Naciones Unidas y relacionarlo con algún episodio político actual. Más que ver clases, estabas viendo una cátedra de Historia Contemporánea del país”, argumenta. Sus acciones cambiaron la vida de muchos, al igual que la del joven ucabista, quien se encuentra próximo a entregar una semblanza de la fallecida profesora.

Hoja de larga vida

Mercedes Pulido ocupó cargos académicos, públicos e internacionales que la distinguieron de las mujeres de su época. Nacida en Mérida el 22 de marzo de 1938, obtuvo su licenciatura en Psicología en la Universidad Nacional Autónoma Iberoamericana de México y se especializó en Psicología social y Pedagógica, en Francia; y en Planificación y Cambio Social, en Estados Unidos. Desde temprana edad brilló fuera del país, cuando se le otorgó el PHD Honoris Causa John Dewey University Consortium de Estados Unidos. Con su regreso a Venezuela a mediados de su segunda década de vida, Pulido se inmiscuyó en las problemáticas sociales al punto de alcanzar cargos administrativos en distintas administraciones de Gobierno nacional.

Fue de esas mujeres que destacó entre su generación. Con un motor que nunca parecía apagarse, su interés social se evidenciaba en su trabajo académico, que mutaba en modalidades de campo. “Mercedes era como ese dicho que reza ‘nada humano es ajeno’. No solo llevaba a un nivel práctico lo que estudiaba, sino que lo vivía. Si tenía que hacer un estudio en un barrio, iba y extraía la información de primera mano”, explica el profesor Oropeza. Su vitalidad solo mermó con una caída que le fracturó la cadera hace cinco años, aproximadamente. A pesar de ello, se le veía recorriendo el campusucabista, primero en silla de ruedas y luego en muletas.

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“Era excepcional en sus preocupaciones por su país, no solo para analizarlas, sino también para actuar sin ser política de profesión”, explica el sociólogo y amigo cercano de la fallecida Ramón Piñango. Su amistad se remonta a 1967, cuando ambos encontraron afinidad en la arista social de sus respectivas disciplinas. Desde entonces, pudo presenciar cómo las inclinaciones de Pulido creaban cambios concretos en la sociedad criolla.

Su búsqueda por la igualdad de condiciones para el sexo femenino la guió como una brújula en una sociedad convencional. “Le encantaba burlar las reglas, romper los cánones sociales establecidos. Era una mujer muy inteligente, de una agudeza intelectual envidiable y difícil de imitar”, argumenta el psicólogo ucabista Oropeza.

En Venezuela, fue presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos de la Mujer y creó el Servicio Nacional Autónomo de Atención Integral a la Infancia y a la Familia (Senifa), caracterizado por su expansión de los multihogares y hogares de cuidado diario. Su participación en la reforma del Código Civil del año 1982 fue uno de los logros más tangibles para la mujer venezolana del siglo pasado, donde su igualdad jurídica se convirtió en una realidad. “Sin ser política de profesión, tenía habilidad para ello. Lo demostró de forma muy clara y muy efectiva, aunque mucha gente no esté consciente de lo que alcanzó hacer, como sucede con el Código Civil”, explica Piñango.

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Fuera de las fronteras nacionales, Pulido fue subsecretaria adjunta de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social y la Participación de la Mujer en el Desarrollo (1985-1989), Jefe de Delegación de la Conferencia Mundial de Población y Desarrollo realizada en El Cairo, Egipto (1994) y la Cumbre Mundial de Desarrollo Social, en Copenhague (1995). Además, fue presidenta de la Junta Ejecutiva de UNICEF (1996-1998).

Mujer y lectora del país

Con su agudeza al hablar, su ojo crítico, su comprensión y abordaje del acontecer nacional logró cambiar el paradigma de las mujeres venezolanas. Pulido fue la primera ministra del país, cuando obtuvo dicho cargo en 1979 en el Ministerio de la Participación de la Mujer en el Desarrollo, con el gobierno de Luis Herrera Campins. 15 años más tarde  estuvo a la cabeza del Ministerio de la Familia entre 1994 y 1996, con la segunda Presidencia de Rafael Caldera. Más allá de nombramientos, fue electa senadora de la República para el período entre 1989 y 1994, durante el segundo período presidencial de Carlos Andrés Pérez. También rompió paradigmas al ser la primera mujer en la directiva de la Revista SIC del Centro Gumilla (1996-2002), donde los padres jesuitas dominan el terreno.

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El volátil detrimento de la situación política del país la acongojaba. En artículos, publicaciones y entrevistas se evidenciaba su profunda preocupación por el cambio de rumbo gubernamental en el que se embarcaba el país. En un diálogo para el portal web Prodavinci, Pulido manifestó el pasado diciembre de 2015 su descontento con la problemática actual: “La política está en deuda con la democracia y la democracia está en deuda con la política. Una democracia exige debate. Exige aceptar que es una forma de construir y de transformar una sociedad y la política es el arte de hacer posible esas transformaciones. Si desconoces el potencial de ambas, no tienes más que una parálisis y la búsqueda de la autocracia, porque no podemos negar que la autocracia da seguridad. Aquí tenemos que aprender a caminar con la complejidad, con las dificultades”.

Su amigo y sociólogo Piñango lo ratifica: “Al final estaba casi espantada por lo que estaba viendo. Era una mujer profundamente preocupada por lo que estamos viviendo que muere antes de ver un cambio hacia un país más positivo. Es doloroso que no haya visto eso por lo que siempre lucho y anheló”.

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