Pero había adoptado a Panamá como una segunda residencia en los últimos años. En una entrevista en febrero de 2015, Cruz-Diez relató que venía a la capital panameña, donde vive uno de sus hijos, para escapar del frío invierno parisino y disfrutar del «encanto que tiene el trópico».
En 2009, este artista cuya interpretación del color adorna pasos peatonales en ciudades como Los Ángeles (EEUU), el piso del aeropuerto Simón Bolívar de su natal Venezuela o la impresionante Cinta Costera de la capital panameña, abrió en Panamá el atelier Articruz, dedicado a la producción de arte contemporáneo.
Y ha sido este taller el que ha preparado la exposición «Cruz-Diez: El color haciéndose», abierta desde el pasado 25 de junio en el Museo de Arte Contemporáneo de la Ciudad de Panamá.
La muestra, que cerrará el próximo 18 de agosto, se propone evidenciar el gran aporte de Cruz-Diez a la composición del color en la historia del arte: que el color no es un hecho dado y estable, ni un mero complemento de la forma sino una realidad cambiante, que se modifica según las circunstancias, afirma el MAC.
Es «el mejor regalo que pudo haber hecho a Panamá», comentó sobre la exposición la directora del MAC, Luz Marie Bonadíes, tras recordar que «el mismo maestro confeccionó algunas de las instalaciones de la cromosaturación especialmente» para esta muestra, una de las ocho de Cruz-Diez que hay ahora abiertas en todo el mundo.
«Sentimos mucha tristeza (por la muerte del artista), porque esta exhibición se hizo de manera muy colaborativa con la familia Cruz, el taller Articruz y el MAC», añadió la directora del museo, que es privado y fue inaugurado en 1983.
La exposición «Cruz-Diez: El color haciéndose», consta de 39 creaciones y es una revisión comprensiva de la obra y las investigaciones del maestro a lo largo de los últimos 60 años, dijo el MAC.
Cisco Merel, un joven artista panameño, aseguró que trabajó con Cruz-Diez, lo que tildó de «gran experiencia». Este creador también ha sido parte de Articruz, que funciona en el área de Tocumen, en las afueras de la capital panameña.
El «gran maestro siempre nos motivaba, era una persona superlinda, bondadosa, que realmente quería ayudar a los artistas a crecer y a seguir en sus investigaciones», dijo Merel.
Para Damián Pérez, un fotógrafo argentino que ha producido sus obras en el taller Articruz, la muerte de Cruz-Diez deja una «sensación extraña, tristeza», aunque valoró que el maestro «vivió como quiso, y pudo hacer las obras que deseaba. Hasta sus últimos días hizo lo que quiso».
En la entrevista en febrero de 2015 en la capital panameña, Cruz-Diez confesó haberse sentido un incomprendido durante décadas, pero que ya estaba «muy feliz» porque «las nuevas generaciones han comenzado a ver» lo que había «propuesto, una invención, un descubrimiento».
Una de las obras de Cruz-Diez, la «Cromovela», adorna el moderno paseo marítimo de la capital panameña conocido como Cinta Costera III. Es una estructura de acero de 11 metros de alto diseñada en 2014 para generar colores que cambien según la perspectiva.
La Cromoestructura Smithsonian es una valla inaugurada en enero de 2018 de 60 metros de largo y 2,5 metros de alto, que acompaña al caminante o al vehículo hasta la entrada de uno de los centros ubicado en la Ciudad de Panamá del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.
La fachada del estacionamiento de la torre Kenex Plaza, que resalta por su colorido en un entorno gris de cemento y vidrio en el antiguo barrio financiero de la capital, es otra obra de Cruz-Diez.
Estas piezas que adornan el espacio urbano panameño fuero hechas en Articruz, que lleva 10 años «impulsando el arte de Panamá», dijo Merel. El taller presta servicios a los artistas para que produzcan sus obras, con instalaciones y un equipo cualificado. No solo produce arte para Panamá, también para el resto de América