Cultura

Van Gogh, el sueño inmersivo: ¿vale la pena asistir a la exposición de Caracas?

La exposición que llenó a cientos de expectativa por fin se inauguró. Las críticas han sido polarizadas y en esta nota damos detalles de lo que podrán encontrar quienes asistan y la opinión de varios espectadores

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Desde que salió la noticia de que la exposición inmersiva de Van Gogh llegaría a Caracas, se convirtió en una cita pendiente para cientos de seguidores del pintor neerlandés. La expectativa creció rápido y con razón: en la ciudad no había una propuesta de ese tipo desde hace mucho, hacía falta. 

Sin embargo, los comentarios tras la inauguración de Van Gogh, el sueño inmersivo, han generado debate: ¿vale la pena pagar 25 dólares por la exposición de Caracas? En esta nota, El Estímulo responde esa pregunta a través de las opiniones de personas que asistieron y lo que se vio durante el recorrido.

Exposición de obras emblemáticas de Van Gogh y sus respectivas fichas técnicas. Foto: Betania Ibarra

¿Qué puedes ver en la experiencia de Caracas?

Lo primero que debes saber es que la exposición se realiza bajo una inmensa carpa ubicada en el helipuerto del Hotel Tamanaco. Antes de entrar, te espera el equipo de cada tickera para chequear tu código QR, poner la pulsera, y guiarte al inicio del recorrido, que empieza frente a un largo pasillo.

Esa gran tienda está dividida en tres salas: el espacio de «realidad virtual», donde un joven Van Gogh cuenta su vida artística desde sus inicios hasta su muerte; la habitación de girasoles; y la sala de proyección, donde se reflejan en las paredes los catorce capítulos de la galería que conforman la exposición.

En el pasillo de entrada hay una pared con la explicación de cómo nació la exposición y de qué trata cada capítulo que se presenta en la sala de proyección. Foto: Betania Ibarra

También hay un salón donde se exponen las réplicas de obras emblemáticas con sus respectivas fichas técnicas y un lugar acondicionado como la habitación de Van Gogh.

Habitación de Van Gogh. Foto: Betania Ibarra

Algo importante a destacar es que, desde que entras, se escuchan las piezas musicales de Debussy y en las paredes comienzan a contarte cómo se creó la exposición.

¿Por qué la sala de girasoles fue criticada?

En redes sociales, la sala más criticada hasta los momentos fue la de girasoles. Los comentarios, más que enojo, mostraron mucha desilusión porque es pequeña y la cantidad de flores es mínima en comparación a la de otros países.

«No les pedimos que usen girasoles de verdad, pero tampoco usen unos que compraron en promo en Mango Bajito. Además, quedaban muchos espacios vacíos en el suelo…», escribió una joven que asistió a la exposición en Twitter.

Proyecciones en la sala de girasoles. Foto: Betania Ibarra

De hecho, en ese espacio, las paredes son espejos y eso hace sentir al espectador como si el lugar de girasoles fuera más amplio. Sin embargo, al entrar se puede ver que no es así.

La sensación y apreciación se transforma al entrar a la sala de proyección de los catorce capítulos con las obras más famosas de Van Gogh.

La sala tiene espejos que dan la sensación de ampliar el espacio. Foto: Betania Ibarra

La sala de proyección: el espacio de las fotos

La Noche Estrellada, Molinos, Lirios, La sala de artes, Paisajes marinos de Saintes – Maries, El sembrador, y la serie de Girasoles se van proyectando cada cierto tiempo en la sala de video. Cada imagen, que sale al ritmo de la música de Debussy, logra abstraer a las personas de la realidad para comenzar a apreciar cada pieza. 

La galería de varias obras de Van Gogh abstrae a cualquiera que entre al gran salón de proyección. Todas comienzan a salir junto con sus frases más famosas. Foto: Betania Ibarra

La sala impresiona a niños y adultos. Todos pueden conectar con los colores y los sonidos; y si eres seguidor de Van Gogh, probablemente con todo lo que hay detrás de sus obras y su vida.

Durante el recorrido, El Estímulo conversó con una mujer que llevó a su nieto: «Él tiene dos años y esta es una experiencia maravillosa para ellos porque los estimula».

Es un espacio hecho para todos. Niños y adultos. Es reconectar con el arte de una forma más tecnológica. Foto: Betania Ibarra

Ricardo Molinet, un joven fotógrafo que fue a la exposición, expresó: «Es más de lo que tenía en mente. Realmente, es algo que no se suele ver mucho aquí en Caracas, o en Venezuela en general. Es algo diferente y me siento satisfecho con lo que vine a ver. Es diferente a las fiestas y discotecas, a todo lo que siempre hay para hacer».

Este es el capítulo ocho, dedicado a las obras de interiores. Los objetos floran al ritmo de Debussy. Foto: Betania Ibarra

Cintia Rojas, otra espectadora, coincidió: «Es muy bello. Era más de lo que yo esperaba porque yo tenía una imagen de que iba a ser lindo, pero no sabía hasta qué punto de lindura iba a llegar y en Caracas no he visto nada que se le iguale»

¿Vale la pena invertir los 25 dólares?

Depende de las posibilidades y ganas de cada espectador. Sin embargo, vale la pena hacer una comparación con lo que se presenta en otros países y lo que se ve en Caracas.

«Van Gogh, el sueño inmersivo» es quizás la cita perfecta para los amantes del arte. Foto: Betania Ibarra

En Miami, la página oficial de la experiencia inmersiva de Van Gogh, tiene precios que van desde $26,90 por la entrada de niños hasta $44,60 por la de adultos. Mientras que las VIP van desde $46,90 por menor de edad hasta $64,90 por adulto.

En Venezuela, vale 25 dólares y es una entrada general que incluye el recorrido y el pago del estacionamiento. Sin embargo, para la mayoría el precio no va acorde con lo que se publicitó.

Todas las obras flotan para los espectadores. Foto: Betania Ibarra

Una persona que asistió a la exposición de Miami y a la de Caracas dijo a El Estímulo: «Me pareció una experiencia básica para todo lo que tiene que ofrecer el arte de Van Gogh. Fue muy corta y pudieron haber contado más cosas, tener un par de salas más (…) No creo que valga los $25 porque la experiencia es reducida».

El desaire de querer ver más

De hecho, eso es algo que se notó y no hacía falta ser seguidor o no del pintor. Cuando ya se estaba acabando la proyección, que dura alrededor de media hora o 40 minutos, varias personas caminaron fuera del espacio y se encontraron con el área de bar y salida. Ninguno podía regresar una vez se traspasaran las cortinas. Aunque no lo expresaron, en sus rostros se evidenciaba un desconcierto que podría traducirse en una pregunta: «¿Esto es todo?».

«Te lo venden como una súper experiencia, pero yo creo que es algo más instagrameable. Al final todo se redujo a dos salas, porque donde estaba Van Gogh dando la bienvenida, no cuenta. Era una sala completamente oscura cuando, si veías alrededor, estaba ambientada con la Noche estrellada y eso no todo el mundo lo percibió», expresó la misma persona que visitó la experiencia en Miami.

Sale el sol en el salón. Foto: Betania Ibarra

En Miami, por ejemplo, la exposición incluye lo siguiente: 1.500 metros cuadrados de proyección de las obras de Van Gogh; experiencia de realidad virtual (con los lentes) que te permite caminar por los espacios de sus ocho pinturas más importantes; habitaciones ambientadas como sus espacios de trabajo y descanso a escala y distribución real; actividades creativas para pintar que luego son proyectadas en las paredes.

Eso sin contar el área de souvenirs, que en el caso de Caracas se redujo a un pequeño stand con pocas opciones: una libreta grande por $15; tazas por $10; $6 por mini libretas y $20 un kit de pintura. 

Stand de souvenirs. Foto: María José Dugarte.

La calidad o la ausencia de espacios: el debate real

Comparar la experiencia de Venezuela con la de otros países donde se ha hecho la exposición puede llegar a ser excesivo o innecesario para algunos, pero siempre es bueno reflexionar: ¿Realmente nos encontramos con una exposición de características? ¿O la ausencia de espacios culturales nos hace conformarnos con una propuesta un poco más sencilla? ¿Se puede mejorar?

Varias obras del pinto. Foto: Betania Ibarra

Seguramente, cada espectador tiene una respuesta. La más obvia, y quizás generalizada para alguien que ha seguido la obra del pintor y se llenó de expectativa con lo que se vivió en otros países, es que sí. No se niega la inversión de tiempo y recursos, tampoco que el equipo de logística fue atento, pero varias personas sintieron que hizo falta mayor intervención artística para que la inmersión fuera, quizás, más profunda.

Réplica de la «Noche estrellada». Foto: Betania Ibarra

Y esa es la queja de varios: si hubo tiempo extendido, ¿por qué hay personas quedaron con la sensación de que no se cumplió el 100% de lo prometido? 

Aquí dejamos algunas opiniones de usuarios en redes sociales:

«Para mí la entrada no vale $25»

«Si tienes algo de dinerito, aprovecha y vive algo distinto»

«La inmersión es un plan distinto»

«El sueño inmersivo de Van Gogh es todo lo que esperaba»

«Estaba predispuesto por lo que vi en Twitter, pero la pasé genial»

«No es coherente con el precio»

«La gente que dice que no le gusta, es porque simplemente les da igual el artista»

«Nada que ver con las presentaciones en el extranjero»

«Siento que no me pierdo de nada»

«Básicamente un video beam, pero así son todos los shows inmersivos»

«Las visitas de colegios es mejor que se organicen en días/horarios específicos»

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