Deportes

5 razones para hablar de fracaso en los Panamericanos

Mi trabajo, y mi deber, es advertirle que sí, que hay un fracaso de la política deportiva venezolana, incluso aunque los resultados de los próximos días en Toronto 2015 me cierren la boca y me dejen en ridículo.

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En las próximas horas, usted escuchará a las actuales autoridades deportivas desmintiendo que la actuación de Venezuela en los Juegos Panamericanos ha sido un fracaso. Hablarán de las dos medallas doradas de Rosa Rodríguez y Rubén Limardo de este martes, y de otras que casi con toda seguridad llegarán antes del domingo. Hablarán de las 14 preseas de plata, de las que unas cuantas estuvieron extremadamente cerca del oro (casos Alejandra Benítez y Andreína Pinto en los 400 metros estilo libre de la natación).

Mi trabajo, y mi deber, es advertirle que sí, que hay un fracaso de la política deportiva venezolana, incluso aunque los resultados de los próximos días en Toronto 2015 me cierren la boca y me dejen en ridículo. Después de todo, hay al menos cinco semifinalistas en boxeo, y es probable que caigan uno o varios títulos en deportes de combate. No se descarta otra figuración destacada en atletismo, además de la de Rosa Rodríguez. Ciertamente es una aberración estadística que amanezcamos el miércoles todavía debajo de Guatemala en el medallero general, un país con mucho menos podios en general (6-0-2 en cuenta de oro, plata y bronce, contra 5-14-10 de Venezuela).

Antes que nada, aclaratoria: incluso aunque Venezuela no gane más medallas de oro, ha conseguido hitos históricos en la ciudad con nombre del bombón favorito del ex presidente Luis Herrera. El de Rosa Rodríguez (lanzamiento de martillo) es el primer oro de la historia para el atletismo femenino, y lo mismo con Yaniuska Espinosa en el levantamiento de pesas. Wuileixis de Jesús Rivas también arrancó un honroso campeonato para la lucha, tradicionalmente marginada ante las otras disciplinas de combate. El ciclista de pista Hersony Canelón (7), la nadadora Andreína Pinto (5) y los esgrimistas Rubén Limardo (6) y Alejandra Benítez (4) ya están entre los venezolanos con más metales panamericanos de cualquier color de todos los tiempos, en el caso del primero, solo por debajo de los pesistas ya retirados Julio Luna (10) y Humberto Fuentes (9).

Y ni siquiera es una crítica directa contra el equipo del ministro del Deporte, Pedro Infante, que en todo caso es el menos responsable de los problemas actuales de la alta competencia, y cuya cabeza paradójicamente puede rodar si la cuenta de oros no aumenta mucho más. Su trabajo es defender lo poco defendible:

1. Colombia inalcanzable. Históricamente, la mejor ubicación de Venezuela en Panamericanos ocurrió en casa, cuarto lugar en Caracas 1983 (12-25-36, más dos oros en pesas por sanción de doping contra Cuba), aunque aquel triunfo de la distante IV República tuvo bemoles: siete campeonatos los ganó la exótica modalidad de lucha sambo, que solo se incluyó en aquellos Juegos para beneficiar al anfitrión. El mayor número total de medallas de oro se consiguió en los primeros años del chavismo, en Santo Domingo 2003 (sexto puesto general con 16-20-28).

En los Panamericanos, la competencia de Venezuela no es con las cuatro grandes potencias regionales (Estados Unidos, Canadá, Cuba y Brasil), sino con países equivalentes como México, Colombia y Argentina. Incluso aunque la delegación criolla gane un puñado de oros en Toronto antes del domingo, ya es improbable que alcance a Argentina (séptima con 11-22-24) y mucho menos a Colombia, que ya se ubica por encima incluso de Cuba y está consiguiendo una participación histórica (25 oros). Vale acotar que Colombia ni siquiera posee un ministerio del Deporte.

Por su potencial propagandístico, los regímenes socialistas siempre han puesto énfasis en las hazañas deportiva, pero la inversión económica que ha hecho el chavismo no ha dado los resultados esperados. Quizás es un asunto de planificación, más que de dinero, y en ese aspecto, parece que Colombia puede darnos una lección.

2. Sin generación de relevo. ¿Generación Dorada? Ciertamente, la hubo. La encabezaron atletas que ya están jubilados o al borde del retiro: el pesista Julio Luna (42 años), la ciclista Daniela Larreal (41 años), el nadador Albert Subirats (28 años), el gimnasta Régulo Carmona (34 años). Casi se puede decir lo propio del núcleo de la esgrima que ha conquistado logros históricos: el campeón olímpico Rubén Limardo (29 años), Silvio Fernández (36 años), la ex ministra y atleta activa Alejandra Benítez (35 años) y la ya retirada Mariana González (35 años). Que sean productos del socialismo es cuestionable, varios de ellos empezaron a competir en la IV República.  ¿Quiénes les han seguido? Una de las contadas excepciones es Hersony Canelón, que ganó dos oros en Guadalajara 2011, pero esta vez se conformó con dos platas y un bronce. ¿Hay una sustituta que venga pisándole los talones, por ejemplo, a Alejandra Benítez? La natación no consiguió medallas de ningún color en pruebas de relevo por primera vez desde La Habana 1991, lo que habla de la depresión colectiva de toda una disciplina crucial.

3. Un supermercado sin variedad. El deporte venezolano se ha vuelto como un abasto Bicentenario cuyos anaqueles están abarrotados con un producto de una única marca. ¿Quiere que le eche un cuento? En los Panamericanos de 1999, 2003, 2007 y 2011 conseguimos medallas de varios colores en deportes como los siguientes: tenis (hasta tres preseas doradas), gimnasia artística (cuatro oros), velerismo (dos oros), triatlón (un oro), judo, tenis de mesa, tiro con arco, remo, racquetbal, canotaje, patinaje o pelota vasca. Y usted me dirá: “El velerismo, el tenis o el racquetbal son disciplinas elitescas, eso no lo juega nadie en este país”. Cierto. Sin embargo, de manera similar a una democracia, la salud de un sistema deportivo depende en buena medida de la fortaleza de las disciplinas minoritarias (como muestra, un documental aleccionador sobre el windsurf en Margarita: El Yaque). Es cierto que Venezuela siempre ha sido sobre todo potencia en deportes de combate y en el tiro (lo que se presta para más de un chiste cruel), que junto con las pesas suman 63% del total de 91 oros históricos hasta el martes,  pero últimamente ni siquiera ha emergido una figura de los polígonos. La puntería también anda deprimida.

4. Fracaso en deportes de conjunto.  Los deportes de conjunto solo ganan una medalla de oro por equipo, aunque son mediáticos y también hablan mucho de la salud de un país. Las dos principales hazañas de Venezuela en Juegos Panamericanos son los campeonatos del beisbol en Chicago 1959 (la generación de Dámaso Blanco) y el voleibol masculino en Santo Domingo 2003. Es cierto que en Toronto, de manera inesperada, los “cerveceros” del softbol masculino se metió una plata muy meritoria (se trata de un deporte que recibe muy poco apoyo del Estado, como lo han denunciado los medallistas). ¿Pero hubo continuidad con el voleibol, después de aquel triunfo heroico de 2003? ¿O con el softbol femenino que clasificó a Beijing 2008? ¿La habrá con el fútbol femenino y sus éxitos recientes? El decaído baloncesto, que cayó el martes ante Estados Unidos (85-62) y va hoy ante Brasil, la tendrá muy cuesta arriba para clasificar.

5. Dirigencia farandulera. Pedro Infante, nombrado  el pasado abril, es el funcionario de más bajo perfil y con mayor recorrido en los despachos que ha ocupado el puesto de ministro del Deporte. ¿Pero a quién sustituyó? A un pelotero últimamente más famoso como figura farandulera, Antonio “Potro” Álvarez, sobre quien cae en realidad la responsabilidad de lo que ocurre en Toronto. ¿Y a quién sustituyó Álvarez? A una esgrimista que ni siquiera se había retirado como atleta activa y seguía compitiendo mientras mandaba, Alejandra Benítez. ¿Y antes? Héctor Rodríguez, el dirigente universitario que se hizo famoso como respuesta chavista a Jon Goicoechea y su combo, y sin la más mínima experiencia en la actividad atlética. Vale más que nunca decir que la juventud, por sí sola, no es una virtud, sobre todo en lo que se refiere a cargos de gerencia. ¿Quién fue, por cierto, la primera autoridad deportiva que eligió Hugo Chávez? La profesora de aeróbicos de su esposa, Francis Terán. El chavismo-madurismo no solo ha fracasado rotundamente en la selección de cargos, tampoco les ha dado continuidad. Paradójicamente, quizás la decisión más sensata ahora sea permitir a Infante que desarrolle, mal que bien, una gestión.

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