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Cerro, éste es Farías; Farías, esto es Cerro

Pocas veces pasa algo así. El jueves pasado, en las redes sociales circulaban dos fotos con el documento en el que César Farías y Karim Assafo como intermediario establecían las condiciones económicas para que el técnico asuma el banquillo del paraguayo Cerro Porteño. Es posible que la filtración haya sido inducida. Las cosas con Farías son siempre muy particulares.

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Con su arribo al cuadro guaraní, el ex seleccionador venezolano alcanza una de sus tantas metas establecidas. Aspirante a la presidencia de la Federación Venezolana de Fútbol (hay elecciones en 2017), actual presidente de Zulia FC, equipo de Primera División en Venezuela y dueño de la academia de fútbol llamada Ciudad Vinotinto, tantas responsabilidades y proyectos no le quitan su ambición de dirigir y de cumplir uno de sus sueños: ganar la Copa Libertadores.

Esa miel la saboreó el 2004 cuando con Deportivo Táchira trascendió hasta Cuartos de Final de la máxima competencia continental de clubes, algo extraño para un cuadro venezolano. Desde entonces, pregona la importancia que para él tiene levantar este título, a pesar que aún no ha conseguido ninguno con los equipos que ha dirigido. Eso sí: llegó a semifinales de la Copa América en 2011 con la Vinotinto y clasificó por primera vez a una selección nacional (Sub 20) a un mundial de fútbol, hechos también inéditos en el país del beisbol.

Tras su salida de la selección de mayores en 2013, ha dirigido en México (Tijuana) y la exótica liga india (North East), experiencias donde los resultados no acompañaron sus objetivos pero que han servido para aproximarlo más al primer mundo del fútbol. Acercamientos con importantes técnicos y empresarios deportivos han hecho hoy de Farías un tipo polifacético y cosmopolita. Su éxito es mayor fuera de las canchas.

El reto de Cerro Porteño lo acerca de nuevo a la ilusión del banquillo. Su propuesta en el terreno siempre será la misma: equipos equilibrados, no vistosos pero muy bien plantados en lo táctico que parten su juego desde la firmeza defensiva. Elocuente, obsesivo, trabajador, detallista al extremo, provocador y polémico, como José Mourinho gusta resguardar a sus jugadores de la presión mediática y enfrenta los micrófonos y a los periodistas con su particular personalidad y verbo, asumiendo todas las responsabilidades de su entorno. No en vano, sus futbolistas suelen crear sólidos vínculos afectivos con él.

A Farías le espera bastante trabajo. Primero, cambiar el prejuicio del aficionado paraguayo por su nacionalidad. Le toca hacerlo ganando, con resultados, con una vara bastante alta dejada en un Cerro que es campeón del Apertura y que aspira, en una milagrosa final en el clásico ante Olimpia, a reeditar el título este miércoles.

Segundo, levantar de una vez por todas la Copa Libertadores. A Cerro Porteño ya no le bastan los 31 títulos domiciliarios y las seis veces en las que su pase a la final del torneo continental se ha visto frustrado. La sombra de un Olimpia tricampeón de América y una vez del mundo es demasiada incomodidad para el equipo más popular del Paraguay. De entrada, la alianza es perfecta: un técnico y un equipo obsesionados por la Copa.

Tercero, rejuvenecer el plantel. Cerro tiene un equipo para competir a nivel local, pero poco profundo para sostener el desempeño en los dos frentes (jugará Libertadores y Sudamericana en 2016). Diego Lugano (35), Carlos Bonet (38), Jonathan Santana (34) y Jonathan Fabbro (34) son los pesos pesados del equipo pero su edad compromete la solvencia en un exigente año próximo. Además, el riesgo de perder a los cotizados Sergio Díaz y Bruno Valdéz hace imperiosa la atención en los refuerzos. Un defensa central que actúa en Europa, un volante recuperador y un atacante son las prioridades, amén de las inminentes llegadas del venezolano Juan Arango, Hugo Aquino, Marcelo Báez, Raúl Cáceres y Néstor Camacho.

Farías llegará a Paraguay con un cuerpo técnico altamente capacitado, donde destaca su hermano Daniel, técnico campeón con el Táchira que casualmente sacó a Cerro de la Libertadores 2015. No quiere dejar nada al azar en su máximo reto profesional luego de la Vinotinto. Sabe que no hay margen de error y deberá aprovechar la confianza que Juan José Zapag, el boyante empresario petrolero que preside al equipo de Barrio Obrero paseando un Ferrari por Asunción, le ha brindado.

El aval del presidente cerrista es el mayor activo para Farías, incluso por encima de su paso por la Selección de Venezuela. Zapag ha confiado en el cumanés, jugándosela por él cuando también manejó la posibilidad de contratar a los hermanos Barros Schelotto o al laureado Edgardo Bauza. Lo hizo porque su poder es amplio, a pesar que se le critique su capacidad de liderazgo: La consecución de cuatro títulos (a las puertas de un quinto) en cinco años y la solvencia económica de la institución azul y grana han servido para ganarse el apoyo de la parcialidad cerrista, al punto de no tener rival que le haga frente en el próximo proceso comicial, a realizarse el venidero martes 15 de diciembre.

La gloria está un poco más cerca para César Farías. Está convencido en que puede, lo quiere demostrar y ya mandó un viaje: “En Paraguay me ven como un antipático y ahora les voy a demostrar quien soy”, ha dicho. En Cerro esperan también con la pasión de 32 mil hinchas en “La Olla” de Barrio Obrero que esta riesgosa apuesta los lleve a su gloria.

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