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¿Por qué Colombia votó NO en el referendo?

“Pienso que los peores males del Siglo XXI son los mismos que siempre han habido, desde que el ser humano habita la faz de la tierra: no ser capaces de entendernos a nosotros mismos, no poder comprender lo que somos en realidad. Ese el peor mal, porque nos distanciamos de nuestra verdadera naturaleza. Nuestra naturaleza es la paz, no la guerra” Maharaji.

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Álvaro Uribe RAÚL ARBOLEDA | AFP

Para sorpresa de muchos, el domingo 2 de octubre, ganó por estrecho margen el NO, en el plebiscito convocado por el gobierno colombiano para refrendar el acuerdo con las FARC. Lo “políticamente correcto”, sobre todo después de la firma del Acuerdo de Paz en Cartagena, acto al que asistieron varios líderes y personalidades mundiales, hubiera sido que ganara el SI, pero es que la Sra. Paz, y la Sra. Justicia, son aliadas inseparables, y llevan en Colombia muchos años distanciadas.

Entrar en detalles sobre si ha debido ganar el SI o el NO, es caminar en un terreno en donde hay que estar en los zapatos, no solo de los colombianos, sino de todos aquellos que han sido víctimas de las actividades de este grupo guerrillero. Ese mismo terreno, es el que obliga a conjugar visiones de corto plazo, con las de largo y mediano plazo. Es decir, la paz no se impone, la paz se construye, y ese proceso toma tiempo.

Uno de los problemas principales que experimenta la búsqueda de la paz, es que en las manos de los políticos, fundamentalmente, su aproximación es instrumental y dicotómica. Instrumental, porque su búsqueda podría no obedecer a convicciones morales e inclusive espirituales, sino a fines tácticos e inclusive estratégicos, que permitan alcanzar otros objetivos, no necesariamente pacíficos. Por eso es que Jiddu Krishnamurti decía que la paz no es un producto de la razón, sino del corazón.

Dicotómica, porque si solo se trata buscar la paz, como simple ejercicio de oposición a su estado contrario, el de la guerra, muy fácilmente, se podría convertir el ejercicio en un movimiento pendular, que algunas veces oponga al estado de paz, el estado de guerra, la pasividad a la actividad y otras veces lo contrario. Negando radicalmente una en pos de la otra. Si definimos la paz, como la ausencia de guerra, la definición de paz, va a depender de la definición de guerra. Las semillas de la compasión y de la violencia siempre podrían estar prestas a germinar y crecer.

Para complicar las cosas, se podría decir que no solo hay paz justa y guerras injustas, sino también paz injusta y guerras justas. Esto ameritaría otro análisis, no solo filosófico, sino inclusive jurídico y político.

Para Gandhi, quien fue uno de los grandes promotores de la no violencia, la paz no era su palabra predilecta. Más importantes para él eran la verdad, la pureza y la dignidad humana. Sobre estos pilares podría construirse la paz verdadera y duradera, sin ellos, la paz solo sería una mera declaración de buena voluntad.

El resultado del plebiscito en Colombia podría ser muy bien explicado por el jurista y politólogo italiano, Norberto Bobbio. El decía que sólo la paz con justicia merece ser llamada propiamente paz, mientras que la paz injusta es sólo un simulacro de paz, una paz aparente, una paz impropiamente dicha. La mayoría de los colombianos querían una paz justa, y en Cartagena, alienados por la razón y no por el corazón, se firmó una paz aparente. La paz no es monopolio de políticos, ni de guerrilleros, sino de los corazones de los individuos que creen en ella con convicción.

La paz no tiene que ver solo con el mundo, con sus efectos en la política y la economía mundial, sino con los individuos. Olvidamos, y quizás se olvidó en la negociación y firma del acuerdo en Colombia, que en este mundo de economía, política, guerra, y diversidades, algunas veces anulante y aniquilante de creencias religiosas, lo más importante por sobre todo los acuerdos, es el individuo, el simple caminante.

Si por un lado algunos querían la paz por un redito político, por una alimentación del ego, coronada por un posible premio, y otros por una tregua, por una oportunidad de descanso, la paz sería y será siempre escurridiza.

“Los seres humanos son como lámparas sin encender que necesitan iluminarse. Si uno aspira a que haya paz en el mundo no se puede empezar por el mundo. La paz comienza por cada individuo. Son las personas las que necesitan la paz.” Prem Rawat

No está todo perdido, el proceso de paz en Colombia ya comenzó, quizás de forma irreversible. Al menos, como en la canción de John Lennon, todo lo que dijo el pueblo colombiano, los que votaron por el sí, por el no y los que se abstuvieron fue “démosle una oportunidad a la paz” (All we are saying is give peace a chance)

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