Deportes

Mineros de Guayana: los números y las excusas

El futbolista, al igual que cualquier otro deportista, tiene como meta principal la victoria, pero su único objetivo no puede ser ese, dado que en una competencia solamente hay un vencedor. Aquel que no le da valor al camino recorrido ni a las herramientas utilizadas en la búsqueda de ese triunfo está condenado al más rotundo de los fracasos. ¿Cuántas veces hemos escuchado o leído aquello de que “ganar es lo importante”? O peor aún, “lo que vale es ganar, no importa cómo, pero ganar”. Quienes afirman eso son normalmente protagonistas que están siendo superados por su propia actualidad y sienten que sólo la alegría de una victoria puede camuflar la pobreza de sus argumentos. Vuelvo y repito para que no se mal interpreten mis palabras: todo deportista tiene como objetivo principal alcanzar la victoria, de la misma manera que un estudiante debe aprobar sus materias o un ingeniero completar el puente que le fue encargado. Pero ese como sea no existe en la vida real; más allá de los entrenadores de fútbol, el periodismo y el aficionado -al que se ha pervertido con estos discursos o con la aceptación de que su aliento es vital para conseguir la tan ansiada victoria. Un puente construído como sea seguramente caerá produciendo alguna catástrofe; un estudiante que se copia para así aprobar como sea se hace trampa así mismo y la vida se lo hará saber.

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Foto: AP

Me corresponde, cuando la situación deportiva no es la correcta, poner el cargo a la orden, a la disposición de los dirigentes que ellos determinen si ellos quieren que esto suceda, me manifestaron que no. La idea es que pudiese continuar, que esto era un proyecto que esto había comenzado con la idea de que pudiéramos darle un poco de orden institucionalmente al equipo”.

El actual conductor del equipo negriazul pretende que el público crea que su llegada fue para salvar al club de algo parecido a la desaparición; sus palabras desconocen que bajo la conducción de Richard Páez y su cuerpo técnico, Mineros de Guayana ganó el torneo Apertura 2013 con treinta y ocho puntos, quedó segundo en el Clausura con treinta y siete unidades, lideró la tabla acumulada de la temporada 2013-2014 con setenta y cinco puntos y, cómo si fuera poco, se quedó a las puertas de la estrella por diferencia de un gol en aquella magnífica final que disputó ante el Zamora de Noel Sanvicente. Más aún, ese desbarajuste físico al que hace mención Mathías –obviando convenientemente que no se puede separar lo físico de lo futbolístico ni de lo mental/emocional- ayudó a que ese grupo que hoy conduce clasificara a la Copa Libertadores, lo que le permite al equipo guayanés obtener los dólares norteamericanos que tanto se necesitan para subsistir.

Mathías fue parte de un equipo de trabajo que únicamente sustentaba su validez en esa filosofía -si es que a eso se le puede denominar como una reflexión filosófica- de que el triunfo es lo único que vale. Su paso por la selección Sub-20 no se adecuó a esa manera de entender el fútbol y por ahora, en Mineros de Guayana, tampoco ha encontrado que su equipo tenga la estabilidad ni los resultados que sí logró bajo la tutela de Páez y todo su cuerpo técnico. Pero peor aún, su estadía no ha dejado más que acusaciones y señalamientos a ese equipo que lo contrató, porque cuando el ex ayudante de César Farías tomó las riendas de Mineros, allá por finales de Septiembre de 2014, el señor Juan Pereira, quien hoy funge como directivo de Mineros, era el gerente deportivo de la institución, lo que hace suponer que ese desbarajuste económico e institucional –el desbarajuste físico no pareciera ser su culpa- eran responsabilidad suya. ¿Cómo se sentirá Pereira ante esta acusación?

Pero vayamos a los números, ya que por lo que uno lee y escucha, estos, según Mathías, explican el valor de una conducción.

Bajo su mandato –Mathías asumió en la fecha nueve del Torneo Apertura 2014– Mineros de Guayana ha disputado un total de cuarenta y ocho puntos, de los cuales han conseguido veinticuatro, es decir, exactamente la mitad. En Copa Libertadores, luego de haber enfrentado dos encuentros apenas suman un punto, lo que a priori no pareciera una cosecha como para sacar pecho o señalar al pasado como culpable de este presente. Es por ello que ante sus señalamientos hacia el ciclo anterior uno debe levantar la voz, no para establecer gustos futbolísticos sino para recordar que, si hoy Mineros de Guayana participa en un torneo internacional, es gracias a esa conducción que Mathías desacredita cada vez que puede, o cuando cree que así lo amerite la situación.

Dado que vivimos en una sociedad histérica y llena de jueces sin mayor preparación que la exposición pública de sus propias miserias, me veo en la obligación de afirmar que me alegra que Marcos Mathías siga en Mineros, que no le hayan aceptado la renuncia y que le respeten los plazos de su proyecto; no por ser critico se es mal intencionado. Sí me parece pertinente recordar que el pasado allí está y no se puede borrar a nuestra conveniencia, ni si quiera repitiendo mil veces una mentira, por más blanca que algunos la consideren. Si Mathías tiene alguna rencilla por resolver con Páez o su cuerpo técnico, ésta debe dirimirla en el ámbito privado y no explotarla como excusa de una por ahora pobre actualidad.

«Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti». Friedrich Nietzsche

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