Nacido en Tenerife, España, en 1946, Rafael Esquivel Melo llegó a Venezuela con apenas 4 años de edad. Dueño de un pasado futbolístico que nadie conoce, el margariteño por convicción llegó a la dirigencia futbolística en 1972 cuando asumió la conducción de la Asociación de Fútbol del Estado Nueva Esparta, y no es sino hasta 1987 cundo por fin se hace con la silla que aún ocupa: la presidencia de la Federación Venezolana de Fútbol.
Durante su mandato, Esquivel ha escalado posiciones hasta llegar a integrar dos veces la Comisión de Disciplina de la FIFA, puesto que le ha valido sumar amistades tan importantes como la de Jesús María Villar, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, o el mismo Josepp Blatter, quien ya salió en su apoyo cuando el gobierno de Hugo Chávez Frías intentó deponerlo de su trono.
Padre de seis hijos, Esquivel no pasa nunca por un campo de fútbol criollo. Conoce el rechazo que su figura genera pero aún así siente que el fútbol es él. Durante su estadía han sido muchos los fracasos y escándalos que ha protagonozado el fútbol venezolano, como hechos de dopaje, falsificación de documentos de identidad, presión a medios de comunicación, etc.
En estos 28 años, Rafael Esquivel ha manejado todos y cada uno de los detalles del fútbol venezolano. Su papel no se ha limitado a designar entrenadores de las selecciones criollas sino que su injerencia ha estado hasta en las designaciones arbitrales de partidos del torneo local, así como la desaparición de clubes y de la misma Liga. Llegó al poder en un momento en que Venezuela era la cenicienta continental y, salvo por esporádicas actuaciones de las seleciones nacionales, lo resultados señalan que es el único país sudamericano que aún no logra clasificar a un mundial de mayores.
El escándalo que vive hoy el presidente de la FVF no es el único problema que afronta por estos días. Dos de sus hijos más queridos, César Farías y Lino Alonso, le han declarado una especie de guerra a muerte y prometen no rendirse hasta ocupar la silla que hoy, aún pertenece a Esquivel.
En el aniversario 28 de su asunción a la silla presidencial, Esquivel parece que no tendrá torta que picar ni invitados con quien celebrar.