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El momento que "Chita" siempre esperó

No es el partido más importante en la historia de Venezuela, porque ese será el que pueda definir una clasificación al Mundial. Sin embargo, se le parece y mucho por el rival (Brasil), por las consecuencias del resultado y porque podría marcar un antes y un después en el proceso de Noel Sanvicente.

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En «Crónica del pájaro que da cuerda al mundo», Haruki Murakami escribe una frase sencilla pero oportuna para el día de hoy: «El destino es algo que se debe mirar volviéndose hacia atrás, no algo que deba saberse de antemano». Para una gran cantidad de personas, los periodistas somos una raza evolucionada de prestidigitadores. Unos videntes 2.0. De allí que la pregunta más escuchada es: ¿qué crees que va a pasar? En la fuente deportiva -que permite tanta especulación- la interrogante se repite hasta el infinito.

Realmente, es bastante probable que no sepamos más que cualquier fanático aplicado. Ya quisieran los propios técnicos prever lo que sucederá en el campo. Cierto, es atractivo especular con los escenarios. Pegar una alineación satisface al ego y un resultado mucho más. Sin embargo, son ejercicios infructuosos porque el peso del trabajo de un comunicador social no está en el fin del camino sino en el proceso. En explicar el cómo, el cuándo, el dónde y el por qué.

Estoy hablando de periodismo porque seguramente usted, que está leyendo estas líneas, le ha hecho click a esta nota simplemente para saber si  Venezuela va a ganar o no. Lamento decepcionarlo, pero la realidad es que no tengo la más mínima idea. Eso sí, pocas veces se presentan escenarios tan favorables para que la Vinotinto dé un carajazo y rompa la mesa. El problema es que los precedentes, cuando esa mesa está primorosamente servida, no son positivos. Dice un amigo y periodista colombiano que a Venezuela «siempre le falta una moneda para el pasaje». Se refiere a que se acerca a la gloria, pero por x o y, se cae en la frontera.

La ausencia de Neymar, los graves problemas de creación, la caduca puesta en escena de Dunga, hacen de este Brasil un equipo mediocre. El escritor Francisco Reginaldo de Sá, mejor conocido como Xico Sá, dice en El País de España: «El brasileño ya no se reconoce en eso que tenía como más sagrado y que maravillaba al mundo. Lo de ‘Pátria em chuteiras’ (patria con botas de fútbol), como definía el dramaturgo Nelson Rodrigues, ese Shakespeare de los trópicos, es ya una idea que carece de sentido». Y remata: «Brasil ganó con sufrimiento a Perú. Y Colombia le dio un baile táctico y técnico a Brasil. Brasil tiene miedo ahora hasta de Venezuela, el próximo adversario. El fútbol de la Canarinha ha vuelto a convivir con el viejo trauma del chucho callejero, del que hablaba también Nelson Rodrigues. La patria de las botas de tacos se ha transformado en patria en humildísimas sandalias franciscanas».

El Estudiantes de Mérida de Richard Páez, que dilapidó un 3-0 en Paraguay o el Caracas del propio Chita, que ganaba 2-0 en Brasil, contra Santos, para luego ser remontado, son ejemplos. Otros más: la Vinotinto de César Farías, que con un cupo más (Brasil era sede) y tal vez la peor Paraguay de una eliminatoria, no pudo clasificar al Mundial. En los 12 pasos se quedó también la histórica Venezuela de Farías en la Copa América (precisamente ante la albirroja). Y si seguimos no terminamos este párrafo.

Sin embargo, por esas casualidades que te permiten estar cerca de un entrenador en determinados momentos de su carera, puedo asegurar que Sanvicente deseaba este partido. Cuando soñaba tomar las riendas de la Vinotinto y dudaban de sus capacidades (empezando por el presidente de la FVF, Rafael Esquivel), él visualizaba este tipo de contiendas: ante un rival de pergaminos y una situación límite. Tal vez le habría gustado que el paso del sueño a la realidad se hubiera hecho en otro contexto. Con más amistosos y una preparación más larga. No obstante, ya sabemos que los sueños completos, como diría el viejo Calderón, «sueños son».

«Chita» aseguró en rueda de prensa que su lateral contra Brasil será Gabriel Cichero. Discutido por toda Venezuela, con el peor presente, le toca alinear ante una selección que regularmente desborda por los costados. Al menos en teoría. De esta decisión solo hay dos salidas posibles. Si el defensa cumple, Sanvicente será un genio para la prensa y para la opinión pública. Si le sale mal, la jugada será recordada hasta que termine el ciclo. Aseguran en el entorno que Cichero, sicológicamente, está preparado y que en los entrenamientos ha mostrado una cara diferente a la de los amistosos. Veremos. Ante Perú lo observamos pasado de revoluciones. Tanto, que pudo haber sido expulsado por un codazo.

Pero no es el lateral lo que, creo, definirá este encuentro. Hasta ahora, Venezuela ha sido un bloque solido. Defender, recuperar y, si se puede, tener el balón en el medio campo, fue la bandera ante los dos primeros rivales: Colombia y Perú (entendiendo el condicionamiento tras la expulsión de Amorebieta). De atacar, muy poco. De disparar al arco, mucho menos. Eso, a pesar de que en el campo hay piernas educadas y jugadores de probada calidad. Desde Seijas hasta Rondón. Fue, de hecho, con jugadores de calidad que los anteriores rivales colocaron tras las cuerdas a Brasil.

En Perú fueron Guerrero, Lobatón y Farfán los que se combinaron para generar constante peligro en el área de Jefferson. En Colombia fueron Teófilo y James. Es la hora, entonces, para que  Vargas, Arango y Guerra sean los socios que Rondón necesita. No se puede ganar un partido si no se tira el balón entre los tres palos. Esa tiene que ser la meta hoy. Si la jugada termina en gol, ya eso lo podemos discutir después.

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