1. Dudamel está protegido por el aceite del Monte de los Olivos. O dicho de manera bien vulgar: nació con el pipí de oro. Por supuesto, la buena suerte es incuantificable ni tampoco científicamente sostenible en el tiempo. Sin embargo, en dos amistosos que la Vinotinto probablemente perdió en las “tarjetas” ante Galicia y Panamá (si el fútbol fuera boxeo), o al menos en el conteo de ocasiones de gol, el nuevo seleccionador salió bendecido con dos empates. ¿Más orden defensivo? Por lo menos con Velásquez ante Panamá, un poco de eso. ¿Más concentración y menos errores de cajón? Puede ser, aunque seguramente siempre interviene algo el azar.
2. La selección es una familia grande. Se entiende que la Vinotinto que salió ante Panamá todavía es una máquina que no está totalmente enchulada. Hasta ahora no han jugado Rosales, Vizcarrondo, Rincón, Seijas, Guerra, Peñaranda o Salomón. Aún así, puede parecer una excentricidad que salieran a la cancha descartes del grupo de 23 de la Copa América Centenario: Víctor García, Arles Flores, Jeffren Suárez, Jacobo Kouffaty, Andrés Ponce. El mensaje de Dudamel es claro: no se desmotiven, los voy a seguir necesitando para la eliminatoria, ustedes siguen siendo parte de la familia grande. Como el título de la película que protagoniza Gael García Bernal, con ellos Dudamel fue Rudo y Cursi.
3. Arquímedes Figuera va a ser importante en la Copa Centenario. ¿Será titular al lado de Tomás Rincón? ¿Será empleado en los segundos tiempos como recambio de Luis Manuel Seijas? ¿Luisma se va a convertir en la merienda de un zamuro? Figuera es un futbolista modesto, empezando porque no tiene un nombre así súper exótico como Kiki Musampa. Sin embargo, viene despegando como un transbordador espacial desde la era San Vicente, tiene criterio, sacrificio, sabe lo que hace en la cancha y conoce sus limitaciones. También suele salir de casi todos los partidos con una tarjeta amarilla. Bueno, algún defecto tiene que tener.
4. Dudamel no viene a ganar el Premio Nacional de Poesía. El primer tiempo ante Panamá fue una declaración de principios bastante tajante: uso y abuso del pelotazo largo, muy poco tránsito por el mediocampo o juego por las bandas. Jeffren Suárez o fue invisible o lo invisibilizaron, o ambas cosas juntas. A Mikel Villanueva por lo visto le dijeron: quédese quietecito, no se vuelva loco atacando. Parece haber un énfasis en el orden defensivo. También es cierto que para el segundo tiempo hubo un cambio de actitud más o menos notable, lo que pudiera dar una pista acerca de al menos cierta capacidad de Dudamel para hacer lectura y recapacitar en el vestuario. El Tigre Rafael pareció gritarle al oído al desvaído Carlos Suárez: ¡Ááááááánimooooo! (lo que no funcionó con Arles Flores). Luego ingresaron Rómulo Otero, Figuera, Añor y etcétera.
5. Para generar juego ofensivo habrá que llamar a Wolverine. Una delantera no está formada por dos delanteros. Quiero decir, el ataque es un concepto integral: en teoría, va a haber más volumen de juego con Rosales o Alexander González en la banda derecha, con Tomas Rincón vandalizando el ecualizador del mediocampo, etcétera. Pero tampoco es que las opciones ofensivas que queda por ver en la Vinotinto de Dudamel son infinitas: Alejandro Guerra, Salomón Rondón (con todas las especificidades de su juego), Adalberto Peñaranda, Yonathan del Valle y hasta allí. A este equipo va a llorar sangre para hacer goles. Christian Santos solo apareció una vez ante Panamá, aunque casi hizo un pase de gol.
6. Con Dudamel siempre habrá un insólito universo. No sería demasiado extraño que Wuilker Faríñez se apodere de la titularidad en la portería. O que Ángel-Velásquez se convierta en la defensa central titular. O que suceda cualquier otra cosa que parezca relativamente desconcertante. Dudamel ya ha planificado la sorpresa con la que responderá a nuestra anticipación de sus sorpresas. Es como un jugador de Monopolio que ya montó apartamentos y hoteles en las avenidas más ranqueadas del Este de Caracas cuando apenas uno va por la casilla de “Váyase directo a la cárcel”. Le gusta despistar a la lógica convencional y que la prensa se vuelva loca. ¿Eso es bueno o es malo? No lo sé, pero al menos garantiza que todos nosotros, incluidos sus jugadores, nos despertemos sobresaltados de madrugada.
Mensaje final, por si me lee algún panameño: amigos, cuiden muchísimo su democracia y sus libertades, todo lo regalado al final sale bastante caro, piénsenlo veinte veces antes de votar por cualquier político que ofrezca barrer con el pasado o igualar a los mediocres con los talentosos. Y perdonen a los venezolanos impertinentes, no siempre son representativos. No se quejen, muchachos, ¿no vieron esas mamis Vinotinto en la tribuna del Rommel Fernández?