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Francesco Stifano: El nuevo caudillo de la dictadura zamorana

El historiador venezolano José Gil Fortoul, describía al militar criollo Ezequiel Zamora como un hombre nacido para la acción, que luchó en sus mejores años por derrocar el predominio de una clase social usurpadora. Una actitud valiente que se formó en el autodidacta sentimiento de justicia que el líder radical adquirió a partir de su cercanía con la gente y que enarboló en la Guerra Federal.

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Sin querer entrar en comparaciones políticas y de “fundamentalismos” (si así se puede llamar) recientemente distorsionados, este Zamora, el equipo de fútbol, muestra esa misma característica desde hace un buen tiempo, enarbolando la misma justicia en su epónimo.

Los mejores momentos de la institución barinesa en su interrumpida historia le han servido para romper con el orden autoritario de un fútbol venezolano donde el fuerte movimiento de los maletines cargados de plata había sido el factor clave de garantía predominante para la obtención de los títulos.

La reiterada atribución de responsabilidades al éxito deportivo de los zamoranos que recae en Noel Sanvicente poco a poco se va transformando en una cadena de trabajo que se extiende a las distintas partes que conforman la institución.

El ex seleccionador se mantiene aún como el consejero de lujo del cuadro llanero, pero el cordón umbilical se ha cortado poco a poco para que un nuevo nombre surja con conceptos propios que, partiendo del legado “Chita”, pula y mejore la máquina de un ocho cilindros que ha mejorado su fidelidad.

Francesco Stifano tiene un mérito tremendo en extender el dominio autoritario de un equipo que fue, golpeó a la puerta de forma abrupta y se metió a la casa para mandar.

El joven estratega caraqueño, que había surgido del fútbol colegial y formativo, se labró un paso poco reconocido por equipos modestos y llegó al cuadro blanquinegro con el aval de ser un trabajador incansable y obsesivo, además del vital apoyo promocional de Sanvicente.

El técnico campeón del Apertura 2016 no descansa. Tozudo en no dejar al aire ningún detalle, tampoco teme en consultar a colegas cercanos cuáles pueden ser las mejores decisiones en sus estrategias. Heredó un equipo armado y campeón, sí, pero ha sabido darle continuidad a lo que ya andaba bien y con los toques necesarios para que el fútbol sea más arrollador.

Para muestra, no uno, sino dos botones: convirtió a Gaby Torres en un delantero centro letal (22 goles) y no le tembló el pulso en aguantar a Johan Moreno como titular mientras Pedro Ramírez encontraba su mejor forma a su regreso de Suiza, una decisión que pudo ser controversial por marginar al ídolo de Barrancas.

A lo largo de este primer semestre, el técnico decidió hacer variantes para poder contrarrestar a los rivales que ya le habían descifrado la idea desde el Torneo Adecuación.

El equipo cedió más la pelota y volvió a ser la tromba contragolpeadora que aquellas versiones de Sanvicente asestaban goleadas por doquier. La permisividad de un nuevo formato hizo que el equipo pudiera relajarse en algunos compases del torneo, pero con la prudencia necesaria como para dominar cómodamente el campeonato de la regularidad en 19 jornadas.

El lujo de ir avanzando cerrando las llaves como local fue un factor que supo aprovechar, porque, cual alumno dedicado, adelantaba la tarea en el camino a casa. Ganó en Valera, en Caracas y empató en Puerto La Cruz. Salvo el susto ante Trujillanos, el resto era explotar las necesidades del rival de salir a anotar en La Carolina y acribillarlo a mansalva.

Esperar, reaccionar y matar. Tres pasos difíciles, pero que un plantel con el rodaje de Zamora hace verlo muy sencillo.

El equipo prácticamente sigue siendo el mismo. Carlos Salazar, Pedro Ramírez y Gaby Torres llegaron para mejorar lo que ya había, sin necesidad de muchos cambios. Faría – Perozo – Osorio y Ovalle siguen conformando la línea defensiva, Luis Melo y Arles Flores resolvieron sin problema la larguísima ausencia de Lucho Vargas y en ataque, uno de los mejores cuartetos ofensivos de la historia del fútbol venezolano con cinco nombres: Torres, Ramírez, Yeferson Soteldo, Ricardo Clarke y Yohan Moreno.

Mantener la competitividad será el reto de Stifano en el Clausura. Las salidas de Soteldo al fútbol chileno y la más que probable venta de Torres hacen que el equipo vuelva a pensar en la cantera para sostener el proyecto que, de esta manera, le ha dado buenos frutos.

Ronaldo Lucena y Erickson Gallardo van tomando los minutos necesarios en Primera para heredar la responsabilidad ante el préstamo a Huachipato de Soteldo, pero será necesario que este equipo se refuerce seriamente si quiere traspolar ese grosero dominio local en el ámbito continental, su materia pendiente, dado que el semestre que viene será muy apretado con tres competiciones (Torneo Clausura, Copa Venezuela y Copa Sudamericana).

Escribí en diciembre pasado, ocasión del título zamorano del Adecuación, que este equipo pide a gritos exposición internacional y la va a tener en apenas un par de meses.

Un proyecto que ha confiado ciegamente en la baja inversión y el sustento con extranjeros baratos (pero muy rendidores) y jugadores formados en sus entrañas, requiere de un plus para poder afrontar con seriedad el paso siguiente, el que exige un público que no se cansa de celebrar a nivel doméstico.

Extender ese autoritarismo territorial de lo local a lo internacional requerirá de algo más que el trabajo ordenado y serio hecho hasta ahora.

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