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Portugal como ejemplo de nuestro tiempo

La selección lusitana clasificó a cuartos de final tras vencer agónicamente a Croacia un gol por cero. Las probabilidades de seguir avanzando en la Eurocopa son cada vez más altas pero aunque muchos no deseen verlo, este equipo no es ni equipo ni tiene un plan en el que apoyarse.

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Los resultados tapan o desnudan. El fútbol es esto, el perfecto ejemplo de que la justicia y la linealidad son cosas de Hollywood, no del día a día.

Marcelo Bielsa lo explica como nadie:

Cuando yo era chico, y vivía en un barrio, la gran novedad o logro era tener un auto, y cuanto más lujoso era el auto más reconocimiento para la familia que lo había obtenido. Pero había una distinción para nosotros, el reconocimiento a la familia era en función de qué había hecho para conseguir ese auto. Había familias que trabajan padres e hijos y se compraban un Seat. Y había familias que se ganaban la lotería y se compraban un Mercedes Benz. Y nosotros valorábamos al que trabajaba mucho y se había comprado el Seat. Le doy ese ejemplo porque a partir de ahí aprendí que no se evalúa lo conseguido sino lo merecido. Primero hay que ver si el medio está de acuerdo con que se evalúe lo merecido y no lo conseguido, la respuesta es no”.

Esta versión de Portugal salió con dos variantes en cuando al partido frente a Hungría que terminó en un empate a 3 goles. Lo primero fue la posición de Cristiano Ronaldo, ubicado casi como un centro delantero, lo que le permitía desconectarse un poco del resto de sus compañeros, en un intento de hacerlo más influyente en los recorridos finales; por otro lado, el equipo lusitano adoptó una actitud más conservadora que en su última presentación, cediéndole la mitad de terreno a Croacia, presta para aprovechar a CR7 y al mismo Nani en las transiciones.

Dejarle tanto protagonismo al rival es un riesgo muy peligroso: eso de jugar a aprovechar los errores del contrario supone que el contrincante es quien va a llevar la iniciativa y debe equivocarse para así poder accionar. La estrategia es tan válida como cualquier otra que se ajuste al reglamento, pero en el caso portugués conlleva en sí misma un obstáculo por ahora indomable: en el proceso de convencer a Cristiano Ronaldo de convertirse en un delantero de área no ayuda que el 7 pase tanto tiempo corriendo detrás del balón o viendo como sus compañeros la ven pasar.

Y es que uno de los mayores daños que han hecho los medios de comunicación, y quienes trabajamos en ellos, es vender el gol casi como un hecho aislado y único momento de valor del fútbol. Generaciones de televidentes, radioescuchas y lectores han crecido observando resúmenes en los que se destacan las anotaciones y su diferentes tomas o ángulos, pero se ha menospreciado el juego, aupando la estupidez de que ganar es lo único que vale, como si el resultado no fuese hijo de todo un proceso anterior conocido como juego. Tan es así que se valora la pelota parada, la táctica fija, como una conducta planificable y ejecutable a la perfección, sin dependencia del rival.

El otro aspecto que se ha menospreciado en estos tiempos de gritos, redes sociales y fama es la importancia del contexto. Y ojo que el término ha sido manoseado a más no poder en los últimos seis años, pero aún así algunos olvidan que la repetición de términos o pautas conductuales, si no llega de la mano de la comprensión, no se traduce en aprendizaje. Ninguno de nosotros será el mismo en lugares distintos o en condiciones diferentes de trabajo, mucho menos cuando cambian los compañeros, las relaciones y los interlocutores. ¡Carajo, es que ni siquiera somos los mismos de un día para otro!

Queremos que el fútbol sea lo que no podemos ser y lo que la vida jamás será: ejemplo de linealidad. En la selección de Portugal tenemos la muestra perfecta de esto que describo. Los lusitanos no son más que un puñado de buenas individualidades que hasta los momentos no construyen un colectivo. ¿De qué importa que tal o cual futbolista juegue en tal o cual club si luego, cuando se pone la camiseta de la selección, no hay un contexto que permita el desarrollo de sus cualidades?

Vayamos a los nombres que acompañan a Cristiano Ronaldo para comprender mejor. Ricardo Quaresma, Nani, Renato Sanches, Joao Moutinho, Pepe y Ricardo Carvalho son muy buenos futbolistas. Ninguno es crack como el 7, pero todos podrían brillar bajo la libertad que propone todo ordenamiento táctico.

Sí, aunque los comerciantes vendan otra noción, la táctica no debe ser limitante sino «potenciadora» de las cualidades de cada uno de los integrantes de un sistema, o en este caso, de un colectivo. Diría Óscar Cano que los entrenadores son «estimuladores de lo disponible».

Por ello no se deben fomentar las explicaciones que conduzcan a rápidas respuestas individuales sino que lo conveniente es abrazar la incertidumbre e ir a lo colectivo para comprender el problema portugués, que es el mismo que sufre el 98% de las selecciones nacionales.

«Nuestro sistema de enseñanza nos enseña a aislar los objetos de su entorno, a separar las disciplinas, a desunir los problemas más que a unir e integrar. Nos ordena reducir lo complejo a lo simple, es decir, a separar lo que está unido, a descomponer y no a recomponer, a eliminar todo aquello que aporte desórdenes o contradicciones a nuestro entendimiento». Edgar  Morin

Permítame recurrir a la definición de Holismo para explicar aún mejor lo que trato de explicar:

«Es una posición metodológica y epistemológica que postula cómo los sistemas (ya sean físicos, biológicos, sociales, económicos, mentales, lingüísticos, etc.) y sus propiedades, deben ser analizados en su conjunto y no solo a través de las partes que los componen. Pero aún consideradas éstas separadamente, analiza y observa el sistema como un todo integrado y global que en definitiva determina cómo se comportan las partes, mientras que un mero análisis de éstas no puede explicar por completo el funcionamiento del todo. El holismo considera que el «todo» es un sistema más complejo que una simple suma de sus elementos constituyentes o, en otras palabras, que su naturaleza como ente no es derivable de sus elementos constituyentes. El holismo defiende el sinergismo entre las partes y no la individualidad de cada una».

¿Cómo analizamos las probabilidades de cada selección antes de un torneo? Basados casi exclusivamente en rendimientos individuales que se producen en otros contextos y realidades (clubes), con otros compañeros y con distintas dinámicas de vida y de competencia. Por ello vale la pena continuar conociendo sobre holismo para comprender en qué nos estamos equivocando, tanto entrenadores, analistas e hinchas (dejo por fuera a los expertos, porque con esos no se puede):

«En el campo científico, el reduccionismo es con frecuencia considerado el opuesto del holismo. El reduccionismo científico postula que un sistema complejo puede ser explicado mediante una simple reducción del mismo a las partes que lo componen. Por ejemplo, los procesos biológicos son reducibles a la química, y las leyes de la química son explicadas por la física. Desde una perspectiva holista, por el contrario, los sistemas funcionan como conjuntos y su funcionamiento no puede ser plenamente comprendido si sólo se tienen en cuenta sus partes componentes.

En las ciencias sociales, en especial en la sociología, el opuesto al enfoque holista sería el individualismo metodológico. Un enfoque sociológico holista considera y analiza el comportamiento de los individuos como una consecuencia de la matriz social en la que se encuentran, mientras que el individualismo metodológico privilegia en su análisis la interpretación subjetiva de los hechos sociales«.

La conclusión inmediata es que jamás podremos evaluar un equipo desde el rendimiento de una de sus piezas, mucho menos cuando esas actuaciones nacieron en un entorno completamente distinto.

Cuando Portugal celebre sus triunfos o llore la eliminación de su equipo, y sus dirigentes no comprendan aún la importancia de un plan de acción, como bien demuestran el caso alemán y español, nosotros, observadores de los toros desde la barrera, antes que señalar a Cristiano Ronaldo y compañía, debemos preguntarnos si es posible saber realmente de fútbol, ejemplo perfecto de las ciencias de la complejidad, o si, escudados en las urgencias de la banalidad, la precocidad y el individualismo preferimos seguir siendo parte de la manada que camina alegremente hacia el precipicio.

La respuesta está en el juego. Usted decide…

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