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La Italia sistémica de Antonio Conte

Luego de superar claramente a España por los octavos de final de la Eurocopa, la labor del seleccionador italiano empieza a recibir su justo reconocimiento. El próximo entrenador del Chelsea inglés comprende mejor que muchos de sus pares lo que es el trabajo en equipo, de equipo y por el equipo.

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Fotografía AP

Natalia Balagué y Carlota Torrents, en su libro «Complejidad y Deporte», plasman la siguiente reflexión:

“En los sistemas vivos, a pesar de saber mucho sobre los componentes y subcomponentes que los forman, si no sabemos cómo interactúan entre ellos no podemos comprender como se comportan. En especial, no podemos explicar las propiedades emergentes derivadas de su interacción dinámica y no lineal”.

Mire que somos bravos los seres humanos. Vemos ganar a Italia y ante la imposibilidad de exponer las razones de esta victoria nos aferramos a expresiones vagas y banales. Una de ellas, quizá la más popular, es que Antonio Conte basa su éxito en una estructura defensiva comandada por futbolistas de la Juventus, club al cual comandó hasta hace dos años. Lo dicho, somos bravos y reduccionistas; creemos que un sistema dinámico puede ser descrito a partir de numeraciones temporales y accidentales, tales como un 4-3-3, 4-4-2 o 3-5-2.

Al ignorar la influencia del contexto, las nuevas responsabilidades que nacen con él y las emergencias y respuestas que derivan de una nueva convivencia con distintos compañeros, no hacemos más que exponer nuestras limitaciones; si la tarea de Conte es tan sencilla como convocar futbolistas que se conocen y vienen de algún contexto en común, pues que cada seleccionador llame jugadores del mejor equipo de su país y listo. Es más, ese trabajo lo pueden hacer hasta los dirigentes, al fin y al cabo lo que vale es llamar a una columna vertebral de un mismo conjunto.

Pero no es tan sencillo. Aunque muchos se resistan a la evidencia, un equipo de fútbol es por definición un sistema abierto (interactúa y es permeable a la influencia de todo lo que lo rodea), lo que nos obliga a considerar la siguiente reflexión de Balagué y Torrents:

“Asumimos que un sistema vivo es igual a la suma (o al resultado de algún algoritmo matemático computado en determinados centros de control) de sus partes e ignoramos el papel que juegan las interacciones y sinergias entre dichas partes”.

Aclararé antes que oscurezca. Por más que Buffon, Barzagli, Bonucci y Chiellini hagan vida 9 meses seguidos en el mismo contexto (la Juventus), la actualidad en la azzurra es distinta: cambian sus compañeros, cambian los rivales, cambian las maneras, cambia el modelo, cambia la convivencia, cambian los objetivos, cambia la táctica, cambian las respuestas y cambian las preguntas, ¡cambia la vida! Complejidad pura y dura.

Permítame volver al testimonio de Balagué y Torrents cuando describen los principios generales de las teorías de la complejidad, y hacer énfasis en el principio de emergencia espontánea:

“De las interacciones múltiples entre elementos aislados emerge una nueva entidad global (un sistema complejo), que es diferente que la simple suma de sus elementos… Por la integración de jugadores individuales y a través de la práctica puede emerger un juego de equipo, que presente propiedades excepcionales que ningún jugador aislado posee”.

Esta explicación se basta por sí sola para aproximarnos, dentro de la incertidumbre, a la consideración de que es imposible replicar con exactitud conductas humanas, y que el entrenamiento, aún cuando lo protagonicen futbolistas que “se conocen a la perfección”, es el único camino posible para encontrar respuestas a tantas preguntas.

Consciente de ello, Conte ha basado su trabajo como seleccionador en conceptos como la solidaridad, el esfuerzo, la noción de equipo y el juego como resultado de conductas colectivas, pilares que únicamente nacen y se cultivan el las sesiones preparatorias. Los carrileros, por ejemplo, no solo están para recorrer la banda: llegado el caso, pasan al centro del campo para generar superioridades numéricas y posicionales que vayan en beneficio de la meta colectiva.

Leonardo Bonucci, uno de sus “titulares, lo definía de la siguiente manera para el diario El País: “Estamos a total disposición de Conte porque creemos en lo que hacemos. El míster explica todo lo que ordena en los entrenamientos. Cuando juegas y ves que lo que has probado funciona, aumenta la confianza en él. Es un martillo: le da igual que sea un amistoso, un partidillo, pretemporada o competición oficial; él siempre es el mismo”.

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Ese nivel de exigencia explotó en la preparación de la Euro. Conte concentró al equipo en Florencia para machacar cada concepto y cada posibilidad; no podía llegar a un torneo de semejante prestigio sin la preparación debida. Pero aún así, el seleccionador italiano estaba consciente de que ningún organismo puede subsistir bajo regímenes que lo limiten, lo que en fútbol se explica así: la táctica son los jugadores, ya que ellos son los únicos con capacidad de autoorganizarse, que no es otra cosa que responder y adaptarse a cada una de las emergencias que nacen de las interrelaciones y la oposición, y generar cambios a partir de esas capacidades.

La autoorganización es un proceso en el que alguna forma global de orden o coordinación surge de las interacciones locales entre los componentes de un sistema inicialmente desordenado. Este proceso es espontáneo: no está dirigido ni controlado por ningún agente o subsistema dentro o fuera del sistema; sin embargo, las leyes seguidas por el proceso y sus condiciones iniciales pueden escogerse o ser causadas por un agente”.

El “sistémico” belga Ilya Prigogine citaba las conclusiones de C.K. Biebricher, G Nicolis y P. Schuster para ayudarnos a comprender eso de la autoorganización:

“El mantenimiento de la organización de la naturaleza no se consigue –ni se puede conseguir- con una dirección central; el orden sólo se puede mantener mediante la autoorganización. Los sistemas autoorganizativos permiten adaptarse a las condiciones externas”.

Pregúntese usted si la selección italiana posee esa virtud. En vista de las lesiones (Verratti, Motta, Candreva) y rendimientos que no convencieron (Darmian, Florenzi), el equipo, apoyado en la base sustentada por sus gladiadores defensivos creció, se adaptó y potenció el rendimiento de futbolistas que antes eran cuestionados.

A medida que Italia aparecía en la Eurocopa se fueron apilando las opiniones que coincidían en que a esta versión de la Azzurra le hacía falta algún futbolista que aportara belleza, algo sorprendentemente limitante y mal intencionado –no hay nada que nos desnude más que la imposición de criterios subjetivos- , ya que semejante denuncia no es más que un claro desprecio hacia manifestaciones tales como la salida ordenada de la pelota originada por los defensores, los recorridos de los carrileros, el renacimiento de De Rossi, el cooperativismo de Eder y Pellé, y hasta las apariciones de esa leyenda viva llamada Giangluigi Buffon, todas capaces de conmover a medio universo futbolístico. Ni hablar de la intensidad con la que Conte vive los partidos y que seguramente contagia a sus dirigidos.

La belleza en el fútbol no pasa exclusivamente por alguna filigrana individual; en un deporte colectivo, cualquier manifestación de respeto a los principios de este deporte y cualquier atisbo de asociación y solidaridad debe ser admirado de la misma manera que una acción aparentemente individual. ¡Es que hasta el gol de Maradona a los ingleses necesitó del apoyo de sus compañeros!

Esta Italia de Conte es un equipo integrado e integrador, en el que “lo importante son las relaciones y los conjuntos que a partir de ellas emergen”. Por todo lo que aquí describo (y por mucho más que mis limitaciones no me permiten identificar) es un perfecto ejemplo de cómo, a través de la sistémica, nos podemos aproximar a la realidad de las cosas.

Que las mentiras no nos limiten; el fútbol es más que un simple juego: de él, por él y con él aprenderemos, si así lo deseamos, sobre las dinámicas grupales. No es sólo ganar, sino cómo intentarlo y para qué emplear ese como. Es vida, nada más que eso.

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