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Caída vinotinto: en el juego están las respuestas

La derrota venezolana 2-0 ante Colombia no es una causa sino una consecuencia: se jugó mal y se repiten vicios del pasado. Por más que algunos se empeñen en maravillarse con actuaciones individuales, este deporte no puede entenderse sino de manera colectiva, y allí, en la puesta en práctica de una idea estuvo la principal falla criolla en tierras colombianas.

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(AP)

Rafael Dudamel avisaba en la rueda de prensa previa al partido que cuando el referí indicara el inicio de los noventa minutos, poco y nada importarían los antecedentes entre ambas selecciones, o el nombre de los clubes en los que hacen vida los futbolistas. Su afirmación no es más que una muestra de coherencia, ya que cada episodio de este juego, al igual que cada momento de nuestras vidas, es único e irrepetible. Así como no pesaba el pésimo inicio en las eliminatorias, tampoco lo hacía la buena actuación en la Copa América Centenario. Cambiar es la esencia de la raza humana, y solamente a través del cambio se justifica nuestra existencia.

Ahora bien, aún cuando en estos momentos está muy fresca la derrota en Barranquilla, es muy importante revisar lo sucedido hoy y compararlo con las actuaciones en suelo norteamericano, porque aunque suene incómodo, se parecen mucho más de lo que deseamos aceptar. No olvidemos cómo nos apretó México ante nuestro propio arco, y tampoco dejemos de lado los fallos de la delantera uruguaya. Definir equivocadamente ante el portero rival es parte de lo que se conoce como «jugar mal».

En aquellos partidos la selección criolla contó con un inspiradísimo Adalberto Peñaranda que hizo de vía de escape, pero el futbolista del Udinese, al igual que todos nosotros, no es infalible, y es por ello que más que afincarnos en la caída ante los colombianos, hay que hacer énfasis en que se necesitan horas de trabajo, dobles turnos si es necesario, para trabajar en la suma de variantes al equipo criollo. Además, explicar el mal partido de los venezolanos únicamente por la tarde gris de un jugador es un reduccionismo que de nada sirve, salvo, por supuesto, para que los militantes de la banalidad y publicistas de turno hagan su agosto defendiendo lo indefendible.

Al equipo de Dudamel le falta construcción de juego, un aspecto que muchos identifican con llegadas al arco, pero que realmente abarca la totalidad del juego, no en vano la manera como se defienda condicionará la forma de atacar, y viceversa. No puede existir un modelo de juego que se base exclusivamente en cómo manejarse una vez recuperada la pelota. Esta selección ha interiorizado una forma de emplearse en las cuatro facetas del juego (defensa, ataque, transición defensa-ataque y transición ataque-defensa), y la ausencia de otras respuestas condiciona tanto que ante la adversidad no se divisan recursos distintos.

Para que no se acuse al autor de mezquindad, con esa manera de jugar se han obtenido logros muy importantes, como aquel cuarto lugar de la Copa América 2011, las victorias ante Argentina, Paraguay y Colombia y la más que ilusionante actuación en la Copa Centenario. Pero ha costado darle continuidad a cada uno de esos episodios en las presentaciones inmediatas, es decir, aún no hay regularidad y por ello esos sucesos, al igual que el “Centenariazo”, son recordados como hazañas, muestras excepcionales contrarias a lo cotidiano. Sólo el trabajo y la innovación tienen la capacidad de transformar lo extraordinario en costumbre.

Esa idea de juego criolla tiene algunos ítems que me permito recordar, con la intención de asimilar que el duelo ante Colombia no se perdió por culpa del referí o de errores puntuales, sino que el resultado, como en el 99% de los casos, fue hijo del juego.

– Amplias distancias entre quien conduce el balón y los posibles receptores.

– Extensos recorridos para llegar al área rival.

– El lugar en donde mayoritariamente recupera la selección es cerca de su propia área.

– La pausa depende de Rincón y Figuera porque al resto del equipo le gustan las carreras.

– Esas carreras se suceden tras la pérdida de la pelota de quien lleva la iniciativa, en este caso el rival.

– Venezuela no se ordena a través del pase ni se preocupa por ser un bloque; se siente a gusto en las transiciones y los mano a mano.

– Pelota al espacio para generar enfrentamientos 1×1. Con sus características y sus diferencias, Adalberto Peñaranda, Josef Martínez, Yeferson Soteldo, Rómulo Otero, Jhon Murillo, Juan Pablo Añor y Yonathan Del Valle son especialistas en esos mano a mano.

– Siempre que se recupera la pelota se busca al más alejado, al compañero más lejano.

Estos elementos los enumeré en un trabajo en el que hacía referencia a la manera de atacar de la selección venezolana en la Copa Centenario, y como, aunque a algunos le pese,  es igual de válida que otras. Lo que debe quedar claro es que a esta idea hay que agregarle variantes y para ello se necesita entrenar, y para eso hay poco tiempo.

¿Por qué tanta referencia a las prácticas? Tomemos como ejemplo los intentos de Juan Pablo Añor y Josef Martínez ante Colombia: en las ocasiones que lograron conectar, a ambos futbolistas les fue casi imposible encontrar otros socios que auxiliaran y oxigenaran esos ensayos. Salomón Rondón estuvo totalmente desconectado y Peñaranda, como quedó claro, no tuvo su mejor tarde. Entonces los dos jugadores que se rebelaban ante un panorama complicado no encontraron mayor auxilio que su propio empeño. El supuesto equilibrio logrado tras los primeros minutos del partido no se tradujo en situaciones de gol, salvo por el disparo del atacante del Torino.

Vale la pena recordar que todos los equipos de fútbol llegan a un partido con un plan, con una idea inicial de cómo afrontar ese duelo. La grandeza no se mide a través de resultados sino en la capacidad de adaptarse a las emergencias que nacen en el encuentro con el rival; ahí está el caso de Martínez, quien al sentirse alejado de la generación de juego, retrocedió para intentar algo distinto. Josef se percató de la fragilidad del mediocampo y se adaptó, bajó para intentar generar superioridades en esa zona, pero cuando lo consiguió eran muchos los metros entre él, sus compañeros más adelantados y el arco rival.

Para competir y aspirar a más es necesario agregarle variantes a la propuesta criolla; depender exclusivamente de genialidades es tan peligroso como jugar a la ruleta rusa, por lo que apostar a sumar opciones en la construcción del juego debe ser la meta del cuerpo técnico. ¿En qué tiempo? No lo sé, pero a eso debe apuntarse, aún cuando en el camino se repitan episodios como el de hoy en Barranquilla.

Pareciera que son pocas las horas hasta el duelo ante Argentina para intentar modificaciones, pero como explicaba anteriormente, cada episodio tiene sus particularidades, por lo que apresurarse y determinar el futuro no es recomendable. Esto es fútbol, y cualquier cosa puede pasar.

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