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El efecto Pallarés

Cuando en el pasado mes de mayo Atlético Venezuela anunciaba que la dirección técnica la asumiría un español, muchos escribieron Alex Pallarés en la barra de Google para saber de quién se trataba. Luego de un Torneo Apertura complicadísimo, en el que deportivamente el club arrancaría el siguiente semestre solo un punto por encima del descenso, era extraño o curioso que la directiva del equipo que hace vida en Fuerte Tiuna le diera las riendas a un extranjero, desconocido en estos pagos, pero no tanto en su tierra.

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Fotografía: Alexander Useche/Atlético Venezuela

Tras la desvinculación de Manuel Plasencia, la directiva atlética negoció con varios técnicos del patio sin encontrar el que tirara del carro en el momento más angustioso desde que el equipo regresara a Primera División. Una institución que no sufre de incomodidades económicas, pero que tampoco derrocha sus recursos ante las exigencias de los ofertados, decidió rematar al arco sin levantar la cabeza apostando por alguien sin el más mínimo conocimiento de este variopinto fútbol criollo.

El reto era arriesgado para el Atlético, pero también para el propio Pallarés: llegar a un país nuevo, con poca información digital de su fútbol, de buenas a primeras no era más que una alocada aventura. Sin embargo, motivado a dirigir por vez primera a un equipo en Primera División se puso el chándal, pidió muchos videos de partidos del fútbol venezolano y, junto con Jordi García, su preparador físico y mano derecha, también español, iniciaron un camino que hoy los tiene peleando por el título del Clausura.

Un personaje fundamental en la contratación del europeo fue José Hernández. El ex técnico del Atlético y hoy seleccionador Sub 17 no se ha desprendido aún de sus labores de asesoría a la institución capitalina tras pasar por el banquillo del club y aprovechó los contactos logrados por su dilatada formación en el viejo continente para acercarse a este joven de 36 años, curtido en las canteras del fútbol levantino y que ya había enfrentado otras osadías en países tan distintos como Rusia y Qatar.

Sus primeras decisiones fueron controversiales: anunció a todo un Bota de Oro de América como Giancarlo Maldonado que no contaría con él y que era preferible que encontrara otro destino. El alegato era que no se ajustaba a las características que él quería de un delantero para su equipo. También, una de las esperanzas de la cantera como César Urpín tuvo que dejar la institución. La asistencia técnica la tomaba Daniel Izzo, un chamito de 23 años que trabaja en los banquillos del equipo desde los tiempos de José Hernández y que hoy toma decisiones en muchas de las planificaciones. Pallarés moldeaba el equipo en la pretemporada partiendo de la creatividad de un 10 poco conocido como Alexander Molina, pero la lesión de éste (rotura de ligamentos cruzados en una de sus rodillas) obligó al técnico a reajustar todo.

4-1-4-1, el esquema sobre planos que usó en su estreno, en la humilde cancha de Calabozo por Copa Venezuela y que ha sido la base desde la que parte el juego del Atlético. Pallarés encaraba su primer partido en el fútbol de acá en un campo más propio de un club social y dio inicio a un camino marcado por la alternabilidad en el once, en el que todos y cada uno de los miembros del plantel han sido tomados en cuenta, asumiendo la responsabilidad de acuerdo al momento que lo amerite.

La clave de Pallarés es muy paradójica: un técnico que poco conoce el fútbol venezolano, plantea los partidos de acuerdo a las características del rival. El uso del video es fundamental y con un marcado estilo de juego en el que resalta la brega por la posesión de la pelota y el máximo aprovechamiento de las ocasiones generadas (enfermedad del pasado reciente del equipo), ha logrado alcanzar un rendimiento de 66,6% durante todo el semestre (incluyendo Copa Venezuela). Números extraordinarios para un cuadro que hacía unos meses merodeaba el rebajamiento. Lo decía Jonnathan España, capitán del equipo, después del estruendoso 0-3 logrado ante Lara en Cabudare en los Cuartos de Final: “El profe (Pallarés) estudió lo que iba a pasar y no se equivocó. Lara jugó tal cual nos explicó que iba a hacerlo”. Una virtud enorme para quien apenas tiene poco más de cinco meses en el país.

La rotación de los elementos es la marca registrada del nacido en Barcelona, España, pero criado en Valencia. Manteniendo una misma base defensiva (Valdés – Parra, González, España y Salazar), elige y muta a sus jugadores de acuerdo a las características del rival, lo que se traduce en que un futbolista que haya hecho dos goles en un partido y salga figura, al siguiente se pueda quedar fuera de la lista de convocados. La efectividad y los resultados alcanzados han permitido que estas decisiones tan particulares hayan sido asimiladas por un grupo comprometido con las decisiones de su técnico.

Ese compromiso grupal ha sido vital en el éxito del Atlético. Pallarés es directo y franco con sus jugadores, pero sumamente respetuoso con cada uno ellos. Su titulación profesional como psicopedagogo le ha permitido saber manejar los comportamientos de sus dirigidos y ha podido transformar a futbolistas que hace unos días no sonaban en los medios, en destacadas figuras: Joel Infante es uno de los goleadores y revelación del campeonato cuando hace poco jugaba en Segunda División. Jackson Muñoz, Luis Martínez y Diego Guerrero conforman un tridente descomunal de manejo y vitalidad en la media, “Tico” Pérez, ídolo de la institución, regresó tras su paso por Táchira demostrando el nivel que lo llevó a ser el goleador histórico de la institución y Anthony Uribe se muestra como uno de los mejores nueves del país. Peones transformados en protagonistas.

Pese a todo lo bueno, hay situaciones que mortifican a Alex Pallarés: el césped del Brígido Iriarte, inadaptable a cualquier concepto futbolístico, trastoca lo que pudiera ser mejor, pero la inconformidad por el arbitraje lo ha hecho elevar la voz ante las autoridades federativas por los constantes fallos o decisiones mal intencionadas en contra de su equipo. No se ha guardado nada.

Decía Carlos Maldonado, técnico de Táchira, próximo rival del Atlético, que Pallarés es de esos extranjeros “que vienen a dejar algo” y no hay duda de eso. En poco tiempo, Atlético Venezuela se transformó en un modesto equipo de mitad de tabla, que ha dejado de ser admirado solo por su buen manejo institucional y ahora atrae esas miradas por sus resultados y juego. Alex Pallarés es el arquitecto de esta rebelión.

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