El periodista argentino Dante Panzeri, en un claro guiño a las teorías de la complejidad, escribió, en 1967:
«Es ese hombre común, no sólo desigual a todos los hombres, sino constantemente desigual para consigo mismo, el que hará desiguales dos partidos de fútbol ‘iguales’ pensados de una misma maner; dos viajes en automovil en una gran urbe a cargo del mismo conductor y bajo el mismo tratado de conducción».
La selección venezolana sub 20 está a punto de comenzar su recorrido por el sudamericano que se juega en Ecuador. Al igual que en ediciones anteriores, La Vinotinto llega con un equipo integrado por futbolistas que tienen un importante recorrido en la primera división, pero esto, que es sin duda alguna un aspecto positivo, no describe realmente las posibilidades de este grupo ni a ninguno de los que anteriormente represento al fútbol criollo en otras competencias.
Por alguna extraña razón cuesta aceptar que cada uno de estos futbolistas ha desarrollado gran parte de su carrera con otros compañeros. Y es que si bien es cierto se realizaron más de 20 módulos de preparación y partidos preparatorios, debo insistir en que la experiencia acumulada en la primera división es en otro contexto y junto a otros compañeros, es decir, los 23 criollos que integran la selección también forman parte de otras relaciones futbolísticas.
Hablar del talento este grupo es una obviedad. La gran mayoría de estos chicos ha sido protagonista de una u otra manera en primera con sus clubes, pero más allá del resultado de cada uno de los partidos amistosos, nadie ha podido observar a qué juega esta selección, cómo juega y cómo se adapta frente a distintos rivales. Y es realmente preocupante que el favoritismo con que se carga a estos chicos no tenga mayor sustento que el chauvinismo o el resultado de duelos que nadie vio.
Pongamos un ejemplo: cuando Yeferson Soteldo levante la cabeza e intente un pase de gol, el receptor será Ronaldo Peña y no Richard Blanco, quien lo acompañó en Zamora hasta hace un par de meses. Probablemente la intención de la habilitación sea la misma, pero las diferentes características y virtudes de Peña provocarán que la respuesta sea totalmente diferente. Esto es lo maravilloso este juego; al ser una actividad de interrelaciones directas entre compañeros y con los rivales, todo lo que se intente dependerá del deseo, del compañero, y del contrario.
Menciono al rival porque TAMPOCO conocemos el modelo de quienes serán los contrarios de la Vinotinto. Tenemos noticias, pero no impresiones propias. Puede parecer una nimiedad, pero el fútbol es oposición, combate; se asume “con la aceptada ley del derecho al despojo de la herramienta básica de juego (pelota)”.
¿Quiere decir esto que la selección criolla carece de posibilidades de lograr las metas planteadas? No; la intención de estas líneas es reconocer que es imposible estudiar y sacar conclusiones ciertas sobre lo que se desconoce.
Nadie puede olvidar que este grupo tiene más de un año preparándose para esta competición y ha contado con todo el apoyo de la Federación Venezolana de Fútbol. Esto, junto al talento INDIVIDUAL de sus integrantes invita a pensar en grande; da la sensación de que puede repetir la actuación del sudamericano sub-20 2009 o el sub-17 2013, comandado por el propio Dudamel. Pero que se entienda bien: hasta que no ruede el balón, todo lo que se diga no será más que el deseo generalizado de todos aquellos que deseamos que a la selección le vaya bien.
Queda, eso sí, una peligrosa duda: ¿será que los futbolistas son los únicos que no ven fútbol? Y es que a esa triste realidad que varias veces se ha discutido habría que sumarle esa enorme masa de gente que habla de este deporte, pero son sus propias palabras las que los definen como grandes consumidores de noticiarios deportivos más que analistas del juego que dicen conocer. Pasa en la prensa y pasa en los cuerpos técnicos. El fútbol, da de comer a muchos, aunque algunos se olviden tan siquiera de estudiar un poco la actividad que dicen defender.